Por David Alcántara. – “Dejemos de admirarlos, si los admiras, no puedes superarlos. Hemos venido aquí para superarlos, para llegar a lo más alto. Por un día, desechemos nuestra admiración por ellos y pensemos sólo en ganar”, estas fueron las palabras de motivación que Shohei Ohtani le expresó a su equipo antes del partido de la Final del Clásico Mundial de Béisbol frente a Estados Unidos.
Las palabras tienen peso, puede ser mental o variable, puede ser una marca indeleble en tu camino, un punto de inflexión, una parada, un lugar donde agarrarte con fuerza o, por el contrario, lo que te envíe a lo más profundo de la oscuridad.
Pero para el equipo oriental fue un impulso, ya que era inferior al de Estados Unidos por ser conformados de All Stars. lograron ganar el Clásico Mundial de Béisbol de manera invicta al igual que la República Dominicana en el 2013, pero esto no solo dejo una hazaña, sino un legado, una grandiosa historia que el mundo presencio antes estas dos potencia del béisbol.
El torneo acabo dejando un nivel que ningún ser humano se imagina. El que quiera ganar tiene que saber que el evento se acaba de poner serio. Con solo ver la trayectoria y la disciplina de Japón, el turno que el mundo entero esperaba, el mejor jugador versus el más completo, cada cámara, cada persona, cada TV en expectativa de lo más hermoso que un deporte puede dar.
Japón, una cultura totalmente diferente al mundo, un idioma único, y una mentalidad sólida, confirmó que tenía un gran equipo al terminar líder del torneo en carreras y, además, entre los ocho equipos que avanzaron a cuartos de final, concedió la menor cantidad de anotaciones.
Los bates de Estados Unidos conectaron 38 imparables, ocho jonrones y un total de doce extrabases, y produjeron 25 carreras, pero en el partido final pese a conectar nueve hits, no fueron suficientes.
“Para mí, los pitchers fueron el punto crítico”, respondió el manager de Japón Hideki Kuriyama cuando le preguntaron por los factores más importantes en la corona.
Y es algo notable, Japón llevo los mejores lanzadores, aparte de Yu Darvish y Shohei Ohtani, Roki Sasaki en la liga de Japón casi lanza dos juegos perfectos el año pasado y Yoshinobu Yamamoto, el ganador del Premio Sawamura (la versión del Cy Young en Japón), no cabe dudas de la calidad, algunos de lo que relevaron en partidos del clásico son abridores.
“Sí, creo que muchos grandes lanzadores que representan a Japón vinieron aquí y muchos abridores comenzaron a lanzar en la mitad de las entradas”, detallo el manager japonés Hideki Kuriyama.
Japón fue uno del primero en empezar sus entrenamientos con miras al Clásico donde asistieron 18.000 fanáticos disfrutando conexiones, fildeos, bateo, y cada momento que los jugadores hacían ¡Un verdadero amor por el béisbol.
Esto te deja saber que tan grande es la pasión y dedicación que este país le pone a este evento.
Dicha las palabras de Ohtani antes del partido final, este equipo salió con una mentalidad dispuesta y directa, tenían claro su rival, sabía quién era y sin atemorizar lograron superarlo.
“Fue difícil decidir cuándo iría Shohei al bullpen”, dijo el manager de Japón después. Al final, dejó todo en manos del fenómeno: “Le pregunté a Shohei y me dijo, ‘Oh, lo haré yo mismo. No te preocupes por eso. Me haré cargo de eso’. Así es Shohei”.
Lo más sobrenatural es verlo caminar al bullpen para calentar, pero al mismo tiempo correr para ir a batear, algo que solo se ve en videojuegos.
La imagen de Ohtani ponchando a Mike Trout con un slider de 84 mph, tirando el guante y la gorra al aíre mientras gritaba exultante en el “mejor momento de mi vida”, como él mismo dijo, es la más espectacular en que un deporte puede vivir en una historia.
Japón logro una marca de 7-0 y superó en carreras 56-18 a sus rivales al alcanzar la final por primera vez tras ganar las primeras dos ediciones del Clásico, 2006 y 2009. Ninguna otra nación ha ganado el título en más de una ocasión.
Para Ohtani el torneo lo domino desde el primer juego hasta el final, bateó para .435 con un jonrón, cuatro dobles, ocho impulsadas.
Lanzando logro en nueve y un tercio, dos victorias y cero derrotas, 11 ponches, efectividad de 1.86. Espectacular, sencillamente un fenómeno.
Ohtani llegó al torneo reconocido como el mejor jugador del planeta y se despidió superando esa expectativa. Termino con el galardón de Jugador Más Valioso del Clásico.
Japón se embolsó un premio de 3 millones de dólares y Estados Unidos recibió 1,7 millones. La mitad de cada uno va para los peloteros, la otras a las federaciones nacionales.