“Era consciente del esfuerzo y de todo lo que estaba pasando (para traerme de vuelta), de la campana #WeAreBG (#SomosBG, por sus iniciales). Solo saber y ser consciente de eso (…) me hizo estar un poco más cómoda, me hizo tener esperanza, que es una cosa realmente dura de tener, una cosa realmente peligrosa porque cuando no funciona es devastador”, reflexionó.
“A todos los que están injustamente detenidos en todo el mundo, manteneos fuertes, seguid luchando, no os rindáis (…). Seguid empujando porque no vamos a parar de luchar, no vamos a parar de concienciar sobre todos los que se quedaron atrás”, añadió.
Detenida en febrero de 2022 en un aeropuerto ruso, Griner fue condenada en agosto a nueve años de cárcel por posesión y contrabando de drogas tras ser arrestada por llevar cartuchos con aceite de hachís para vapear cuando iba a tomar un avión.
Las autoridades estadounidenses anunciaron en diciembre un acuerdo con Rusia para liberarla a cambio del traficante de armas Víktor But.
“Es un poco diferente a una rueda de prensa de baloncesto. Hay muchos medios aquí hoy…”, bromeó ante la expectación generada en este acto en el Footprint Center de Phoenix cinco meses después de regresar a casa.
La jugadora reiteró sus gracias al presidente estadounidense, Joe Biden, a los medios de comunicación, a la WNBA y a las Phoenix Mercury, a su esposa y a todos los que trabajaron para que pudiera volver.
Griner, que no pudo evitar las lágrimas con la primer pregunta, dijo que pasar por “momentos duros” no era algo nuevo para ella.
“Vas a afrontar adversidades a lo largo de tu vida. Y esta fue una bastante grande”, apuntó al señalar que, como en su carrera deportiva, trató de “agachar la cabeza y seguir adelante”.
La pívot de las Mercury también habló sobre su situación, ya de vuelta en EE.UU., mientras otros presos estadounidenses como el periodista Evan Gershkovich y el exmilitar Paul Whelan continúan entre rejas en Rusia, y reflexionó, a pregunta de un periodista, sobre si sentía algún tipo de “culpa” por ello.
“Es difícil, es difícil. Vengo de una familia militar y tengo esa mentalidad de ‘no dejar a nadie atrás’. Duele porque nadie debería estar en esas condiciones, sin lugar a dudas”, apuntó.
“Espero que todos continuemos concienciando y luchando para traer a todos de vuelta”, indicó.
Griner también dijo que cuando “perdía la esperanza” en sus meses encarcelada en Rusia, ver fotos de su familia le permitía recuperar la fe en poder retornar a EE.UU.
“No entiendes lo bien que sienta una carta de tu familia o de gente que ni siquiera conoces. Te hace saber que no te han olvidado y es muy fácil sentirse olvidado”, explicó.
DE VUELTA A LAS CANCHAS
Griner está ya en la pretemporada -y “con muchas ganas”- de las Mercury, con quienes conquistó el anillo de campeonas en 2014,.
No obstante, admitió que ha sido “extenuante” recuperar la forma física tras tantos meses sin hacer ejercicio para volver a competir en la WNBA.
Asimismo, Griner lamentó que muchas jugadoras tengan que jugar en el extranjero en los meses que no hay WNBA debido a que los sueldos en la liga estadounidense son muy bajos (el salario máximo según el convenio para 2022 era de 228.094 dólares).
“Nunca jugaré en el extranjero de nuevo a menos que sea para representar a mí país en los Juegos Olímpicos”, indicó.
“Pero diré esto: la razón total por la que muchas de nosotras vamos fuera es la diferencia salarial. Muchas vamos para tener ingresos que ayuden a nuestras familias”, afirmó.
Como comparación, Stephen Curry (Golden State Warriors) es el mejor pagado este curso en la NBA con 48 millones de dólares.