Los esteroides son un fármaco que prometen mejorar el rendimiento de los jóvenes promesas en el atletismo, en lugar de eso, su gran “logro” es tronchar el camino de cientos de jóvenes, asesinar sus esperanzas, y lastimar su salud.
Ese es el caso de Joel Feliz Mejía, un joven deportista que se debate entre la vida y la muerte, y que con mucha valentía decidió alzar su voz, como alerta a otros para que no enfrenten el calvario que a él le ha tocado vivir.
Al ser entrevistado por el programa N Investigación Periodística, Joel contó que entró a la academia con 15 años, hace ya 4. Tenía un desempeño sobresaliente como pitcher.
Relata que su enfoque era tirar velocidad y que la bola fuera en el punto donde es. Su trabajo en el terreno del juego lo llevó a recibir varias ofertas para firma, pero, sus mismos entrenadores, según asegura, lejos de fortalecerle, consiguieron dañar su salud profundamente.
“Comenzaron colocándole complejo B, pero luego ellos me empezaron a poner esteroides para yo tener un mayor rendimiento”, dice con pesar.
Él sabía cuál era el fármaco que le inyectaban, pero no del daño tan grande que esto le provocaría. Sus padres desconocían esto.
“Nunca pensé que eso me podría hacer daño”, asegura Joel, mientras que su madre, Yesenia Mejía, lamenta: “Me puse a llorar porque que le digan a una madre que su hijo puede morir en cualquier momento, es algo muy difícil”.
A Joel le inyectaban esteroides interdiario. Y este fármaco duraba en su cuerpo alrededor de seis meses.
Relata que él no era el único en recibirlo este medicamento, ya que otros peloteros que fueron firmados “llegaron a ponerse esteroides”.
Según cuenta, cuando los entrenadores recibían ofertas de firma, tenían que hacerle una prueba de doping en la que diera negativo a esas sustancias. Así que procedían a llevarlo para que le hicieran una “limpieza”. Según él mismo describe, le colocaban una especie de suero.
“Eso tu sientes que te da como decaimiento, eso es algo muy fuerte. Eso te da un dolor aquí, y te duerme casi totalmente”, explica el joven de 19 años a N Investigación Periodística.
La madre de Joel, Yesenia Mejía, afirmó que los entrenadores hacían el proceso de inyectar la sustancia en una casa clandestina, ya que se trata de algo ilegal.
Lo peor de este caso es que no se trata de algo nuevo, en programas anteriores, N Investigación Periodística se presentaron testimonios de casos similares. Rafael Wellignton, por ejemplo, quien desde los 16 usaba sustancias prohibidas, y ya a los 21 estaba prácticamente ciego, con un movimiento involuntario en sus ojos y una insuficiencia cardiaca crónica.
Otro caso, fue el de este jugador que prefirió no identificarse porque se encontraba al momento de la entrevista bajo un contrato con un equipo de Grandes Ligas. Debido al uso de esteroides, quedó atado a las diálisis.
Diversas sustancias son usadas para buscar un mejor rendimiento. A veces, por decisión del propio individuo, otras por solicitud de los padres, y algunos, por disposición de los entrenadores.
Elvis Morla, presidente sociedad endocrinología, explicó que el esteroides es hormonas de crecimiento … entre ellos el corazón. “Si bien es cierto que con el anabólico, afectan el músculo cardíaco”.
Y es que esos compuestos no son selectivos, está comprobado que afectan de manera severa la salud de quienes las usan.
La salud de Joel
A los 16 años Joel permaneció por 15 días en cuidados intensivos. Debido a esta crisis, su madre se entera de toda la verdad y decide llamar a uno de los entrenadores para confirmar la sospecha de los médicos. “Me dice que sí, que le inyectaban esteroides, que era Wiltrol y Tiaminal”.
La vida de Joel y su familia, tras ese momento, se convirtió en un calvario. Lleva más de 2 años dializándose un día sí y uno no, porque sus riñones no funcionan.
Joel ha visto a sus compañeros de diálisis fallecer, uno por uno: “Yo estaba en San Pedro antes, éramos un grupo de 4 y nada más quedo yo solo vivo”.
Sometido a estos procedimientos un catéter mal puesto llenó de sangre sus pulmones, otro, tomó una bacteria que llegó a su corazón, y le destruyó la válvula mitral por lo que el mes próximo tendrá que ser sometido a una cirugía de corazón abierto, condición para poder optar por el trasplante de riñón.
“Si yo no me trasplanto, no salgo de diálisis, y mi vida va a tener que depender de una máquina” dice cabizbajo.
Según afirman, los entrenadores que habrían inyectado esteroides a Joel se desentendieron al darse cuenta que ya no les sería productivo, y por falta de confianza en la justicia, sus padres aún no han procedido legalmente.
“Las demandas en este país no proceden, A veces las demandas aquí son del que tenga el poder”, asegura su madre con nostalgia.
Joel y sus padres han preferido mantener en el anonimato tanto a los entrenadores como a la academia.
“Yo no vivo con ese rencor de que ellos me dañaron la vida ni nada de eso”, dice el joven que mantiene una actitud positiva que le ha fortalecido para superar cada momento.
La madre de Joel se mantiene esperanzada en que su hijo está vivo por un propósito de Dios, “y yo lo creo que es así”.
https://youtu.be/PXQQEmMiXMM