París, 2 oct (EFE).- Kylian Mbappé vuelve a marcar el ritmo del París Saint-Germain, hasta el punto de que ha marcado la mitad de los goles del equipo de Luis Enrique. Pero el delantero francés está lejos de su mejor momento de forma y eso se traduce en un irregular inicio de temporada del equipo de la capital francesa.
Todavía no se ha encendido ninguna señal de alarma en el Parque de los Príncipes, pero de la mano del seleccionador español el equipo ha firmado el peor debut desde que en 2011 desembarcaron los cataríes a orillas del Sena.
Cuatro victorias en ocho partidos oficiales, una de ellas en Liga de Campeones, contrastan con un equipo que acostumbra a apabullar su campeonato desde el inicio y que la pasada campaña fue líder desde la primera jornada hasta la victoria final.
A la imagen de su principal estrella, el equipo ha dado la talla contra los rivales de más entidad, como el Olympique de Marsella o el Borussia Dortmund, pero ha bajado los brazos ante equipos modestos, como el Clermont, que le arrancó un empate el pasado sábado.
A dos días de su segundo duelo europeo, esta vez fuera de casa frente al Newcastle, el PSG busca la regularidad que pasa por encontrar al mejor Mbappé.
El atacante ha logrado ocho goles en siete partidos, lo que ha empezado a alimentar la tesis de la dependencia del delantero, que el propio Luis Enrique se ha encargado de minimizar.
Pero el jugador está lejos de sus mejores actuaciones y su entorno ha filtrado que se debe a su irregular preparación. El delantero se pasó más de tres semanas en el dique seco por decisión de la dirección, que pretendía obligarle a renovar su contrato o salir del club.
El pulso, que dejó la resolución pendiente, minó los cimientos de la pretemporada de un futbolista que apela mucho a su físico, lo que puede explicar que no esté al cien por ciento.
Una pequeña contractura en el partido contra el Marsella también frenó un poco su progresión, pero ni siquiera le hizo perderse el siguiente duelo.
Sin Messi ni Neymar
Su calidad es tal, que es capaz de destacar incluso a medio gas, pero no ha sido capaz de escapar a una inconsistencia que se ha trasladado a todo el equipo, que con mucha frecuencia reposa en sus hombros.
Sin el argentino Lionel Messi y el brasileño Neymar, el PSG está viendo como sus quilates ofensivos han bajado, a la espera de que los fichajes de ataque de esta temporada, en particular el francés Randal Kolo Muani y el portugués Gonçalo Ramos, empiecen a dar el rendimiento que se espera de ellos. Marco Asensio sigue lesionado.
Pese al enorme esfuerzo financiero efectuado en esa zona del campo, el PSG ni siquiera es el máximo anotador de Francia, superado por el Mónaco.
Eso obliga a Mbappé a dar más. A diferencia de otras temporadas, el delantero está bajando más al centro del campo, donde no encuentra socios de creación como eran Messi y Neymar. Como también hace en la selección, el atacante se aleja así del área, lo que le obliga a un mayor esfuerzo para anotar.
Otra tendencia que se observa es que Mbappé está demasiado empeñado en el juego individual, al no encontrar compañeros que sigan su ritmo.
Messi marcó el año pasado 21 goles y dio 20 asistencias y Neymar hizo 18 dianas y sirvió otras 17, algo que ninguno de los actuales componentes del equipo parece, por ahora, en condiciones de igualar.
En ese contexto, pese al peso indudable de Mbappé, el equipo parece que está escorando su presión ofensiva hacia la otra banda, donde Achraf Hakimi y Ousmane Dembelé están llegando más.