El realizador dominicano Nelson Carlos de los Santos Arias presenta este martes en la Berlinale su filme a competición “Pepe”, donde a partir de la muerte a tiros en Colombia de uno de los hipopótamos del narcotraficante Pablo Escobar invita a reflexionar sobre aspectos como la identidad, los procesos migratorios y el colonialismo.
En entrevista con EFE, el cineasta explica que le pareció “fascinante” la historia de los hipopótamos -tres hembras y un macho- que el líder del cartel de Medellín hizo introducir ilegalmente en los años 80 y trasladar hasta su Hacienda Nápoles, cerca del río Magdalena, y en particular la de un ejemplar en concreto, Pepe.
Tras la muerte de Escobar, los conocidos como “hipopótamos de la cocaína fueron abandonados a su suerte en la hacienda y Pepe abandonó en algún momento la manada al ser derrotado por otro ejemplar y escapó junto a su pareja río abajo.
Ante el avistamiento por parte de pescadores de este animal que les era desconocido, las autoridades decretaron la caza y abatimiento debido a la peligrosidad de esta especie una vez supieron que se trataba de un hipopótamo, Pepe, cuyo fantasma regresa en el filme para buscar respuestas sobre su pasado, su identidad y sus raíces.
La película abre con un universo sonoro nuevo para Pepe, su propia voz, que no sabe de dónde sale.
“Este animal, este fantasma, que no sabe qué idioma hablar o que no sabe qué hacer (…) es la vida misma de cada uno de nosotros. Esa heterogeneidad que está allí, que si la vemos como tal, entonces lo que pasa es que no tenemos una identidad, es que tenemos identidades”, dice el cineasta.
Así, Pepe “no sabe quién es, pero a la misma vez, no deja de ser”, agrega.
La identidad como concepto heterogéneo
Sobre todo al pensar en Latinoamérica, “la idea de identidad atada a una idea de territorio no existe, excepto en los grupos indígenas”, allí donde quedan, señala.
“El Caribe en específico, siempre ha tenido ese problema, que nosotros no sabemos quiénes somos, que nosotros no tenemos cultura. Estoy escuchando desde chamaquito eso”, dice.
Pero “eso es una mentira, porque el problema es que no existe la identidad del uno. Existe una identidad que siempre es heterogénea. La identidad es una parte de la subjetividad y la subjetividad es un tema heterogéneo”, afirma.
Al mismo tiempo, agrega, “Pepe es el otro, Pepe, es eso que no se conoce” y, en algún momento de la película “dice algo muy político” -“mi historia solo tiene sentido porque se convirtió en la historia de ellos”-, algo que, según el cineasta, se puede trasponer a la historia del ser humano.
“Un proceso de criollismo siempre es más tolerante que la idea de la pureza, de la identidad pura, del uno”, indica.
Ese animal que está ahí, que se incorporará en ese ecosistema, “es la pregunta de Colombia hoy”, y “es la pregunta de los emigrantes (…), es la pregunta de cómo nos convertimos en un nosotros y dejamos este ellos constante”, afirma.
“Mientras el otro sea eso que no se puede entender, se vuelve algo mítico, se vuelve algo imposible, se vuelve el enemigo, se vuelve el bárbaro (…) Una vez que uno desvela y quita todos los prejuicios, quita la intolerancia”, resulta que es un hipopótamo, es un animal, dice.
Ahí es donde comienza la “convivencia hermosa”, y hoy los pescadores son los primeros que prohíben que alguien mate a los hipopótamos, asegura.
“Es la única solución que tenemos en el mundo, claro, respetando la diferencia, porque el nosotros no quiere decir que nos vamos a volver homogéneos” afirma.
El colonialismo, una prisión circular
El filme habla asimismo de “esa histórica migración de la América y del África, a través los procesos migratorios coloniales, y su circularidad, metafóricamente hablando”.
“El eurocentrismo y la colonización de alguna otra forma es una prisión circular en donde no se puede salir. Sólo la muerte a lo mejor nos salvaría”, señala, y agrega que quizás el fantasma de Pepe “es un ser liberado”.
Cada colonización fue diferente y “hay algo de la colonización protestante que difiere un poco de otra forma de colonizar”, por ejemplo, en cuanto a que el racismo pasa por una “infantilización” del colonizado, de tratarlo como a un niño, dice al referirse a la excolonia África del Sudoeste Alemana, hoy Namibia, donde Pepe también encuentra sus orígenes.
La muerte de ese hipopótamo fue, además, una excusa para adentrarse en algo que le parece “sumamente político”, que es, indica, el problema en la teoría política o en la filosofía de “una falta de imaginación de pensar nuevos mundos”.