La permanente inestabilidad en la que se ha sumergido Haití y la incapacidad de sus gobernantes para llevar al orden y la estabilidad a la empobrecida nación, ha motivado múltiples intervenciones extranjeras sin los resultados esperados.
La última apuesta de la comunidad internacional ha sido el respaldo a una misión de pacificación integrada por 400 agentes de la policía de Kenia que antes de ayer aterrizó en el Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture.
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“La presencia de nuestros oficiales de policía en Haití brindará alivio a los hombres, mujeres y niños cuyas vidas han sido quebrantadas por la violencia de las pandillas. Trabajaremos con la comunidad internacional para traer una estabilidad duradera a Haití”, dijo el presidente keniano, William Ruto, al encabezar un acto de despedida de la misión.
Ésta fue aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU conformado por 15 miembros, que respaldó autorizar una misión de seguridad para proteger infraestructura crítica como aeropuertos, puertos, escuelas, hospitales e intersecciones de tráfico clave y ejecutar “operaciones selectivas” junto con la Policía Nacional de Haití. Obtuvo 13 votos a favor y dos abstenciones.
La primera intervención de Estados Unidos en Haití fue en 1915 y se extendió hasta 1934, y a su salida se logró permitir la compra de tierras a extranjeros, algo que estaba prohibido y aumentó la influencia de las empresas estadounidenses en la economía y política del país.
Para muchos su principal aporte fue la creación de un ejército haitiano unificado, que dominó ampliamente la vida haitiana hasta la dictadura de los Duvalier, entre 1957 – 1986.
Casi una década después, en 1994 otro acompañamiento militar extranjero intentó restaurar la democracia, luego de un golpe de Estado al popular presidente Jean Bertrand Aristides, quien se había convertido en el primer presidente elegido de manera democrática un año antes. Esta vez permitió la creación de la Policía Nacional de Haití.
Aún se mantiene fresca en la memoria de muchos latinoamericanos los resultados de la misión de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2004-2017 dejó las acusaciones de abuso sexual de sus miembros, asi como responsabilizarlos por la introducción del cólera, de lo que se identifican fuerzas de Nepal.
Luego del magnicidio del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, profundizó la espiral de violencia donde el control del país ha estado permanentemente bajo el control de bandas criminales.