La indignación de Gisèle Pélicot ante las acusaciones de la abogada de su marido fueron expresadas en un nuevo juicio, tras esta decir que la víctima de múltiples violaciones era cómplice del señor Pélicot.
“Me he sentido humillada. Dicen que soy cómplice del señor Pélicot”, expresó indignada Gisèle este jueves.
Durante el nuevo juicio se mostraron por primera vez algunas de las primeras imágenes en las que su marido la entregaba a otros mientras estaba drogada, cuestionadas por algunos de los abogados.
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Pélicot se ha convertido en una heroína, en Francia y fuera. Acapara portadas de prensa y programas de televisión, la gente sale a la calle con pancartas con su rostro. Se la recibe y despide con ovaciones y aplausos. Cada vez que entra en el tribunal de justicia de Aviñón, las cámaras se lanzan a por ella, como si fuera una estrella de cine. Su rostro, apagado y sereno, con su melena corta y flequillo y sus gafas oscuras, ha dado la vuelta al mundo. En pocas semanas, Gisèle Pélicot se ha convertido en un icono feminista.
El martes, después de haber estado escuchando más de 10 horas a su marido contar cómo, durante una década, la drogó para violarla y, además, ofrecerla a otros hombres para que hicieran lo propio, salió del juzgado escoltada por sus dos abogados y fue recibida con una gran ovación de decenas de personas, la mayoría mujeres, que habían acudido al tribunal donde se celebra el juicio sólo para apoyarla.
Este miércoles ha vuelto a testificar, se han visionado por primera vez algunas de las fotos y vídeos que hizo su marido durante las violaciones por parte del resto de hombres. Ella ha dicho sentirse humillada ante las sospechas, expresadas por algunos de los abogados de la defensa, de que era cómplice de su marido. En varias imágenes a Gisèle se la ve con los ojos abiertos, un argumento que han usado algunos para justificar que estaba consciente.
Ella no se ha identificado en algunas de las fotos. “Desde que he llegado a esta sala me he sentido humillada. Me llaman alcohólica, dicen que me puse en tal estado de ebriedad que soy cómplice del señor Pélicot”, ha dicho. Una de las abogadas de la defensa ha dicho que ella se contradice porque, según las fotos, “está perfectamente despierta, en algunas se la ve sonreír”. Esta declaración ha provocado la indignación de la víctima.
La cosa ha llegado al punto en el que el propio Dominique Pélicot, principal acusado y el que la entregó a otros hombres, ha dicho: “Basta de sospechar de ella”. “Hay fotos consentidas de ella, pero hay muchas que hice sin que supiera, basta de sospechar de ella”. Él mismo ha identificado, en uno de los vídeos en los que Gisèle no se reconoce, a una pareja, “ella se llama Nadine, no es mi mujer”.
A sus violadores (50 identificados, pero fueron más) se les abuchea al entrar en la sala de audiencias. Ella, rostro descubierto, es aclamada. En estas semanas de juicio, esta mujer ha conseguido precisamente eso: que a las víctimas se las aplauda y a los acusados se les abuchee. Que la vergüenza, como ella mismo dijo, cambie de bando.
Resulta que la revolución feminista en un país como Francia, tan combativo a la hora de defender sus derechos, la lidera hoy una mujer de 70 años, que estuvo casada con el mismo hombre durante 50 años, su primer amor y el único con el que ha estado, con el que tuvo tres hijos y siete nietos.
Su caso marcará un antes y un después. Primero porque es un sumario insólito, por la gravedad de los hechos, el número de acusados y, sobre todo, porque ella ha querido que sea público, no a puerta cerrada, para que sean ellos los que se avergüencen. A raíz del caso, hay voces que piden una modificación del Código Penal para introducir la noción de consentimiento en la definición de violación. El propio presidente, Emmanuel Macron, había prometido cambiar la ley en este sentido.
Como Gisèle Pélicot estaba inconsciente, muchos de sus violadores alegan que pensaban que ella estaba de acuerdo con los actos sexuales. Los hay que van más allá y dicen que como el marido estaba presente, entendía que tenían el permiso. Como si el cuerpo de Gisèle le perteneciese a él, no a ella. “¿En qué momento un hombre decide por su mujer?”, dijo hoy.
Ha conseguido agitar el movimiento feminista en el país, más dormido de lo que parece. El pasado fin de semana se celebraron manifestaciones en toda Francia con el lema “todos somos Gisèle”. “Agradezco todas las muestra de apoyo que estoy recibiendo desde el principio del proceso”, ha expresado.
Su presencia impone. Es poderosa, a pesar de que es menuda y de aspecto frágil. Cada vez que habla su mensaje cala. Se ha destacado su fortaleza, su valentía, la dignidad con la que se expresa, sin odio, serena. “Estoy profundamente conmovida y todo esto me da mucha responsabilidad. Gracias a vosotros tengo la fuerza para seguir con este combate hasta el final, el combate que dedico a todas las personas que son víctimas de violencia sexual, a todas estas personas les digo: Mirad alrededor, no estáis solos”.
El Mundo
Por: Elvis Minaya