Estados Unidos movilizó su poder militar este martes para ayudar a Israel a interceptar los cerca de 200 misiles lanzados por Irán contra ese país, cuyo impacto sobre el terreno, según las autoridades estadounidenses, fue limitado, pero tendrá consecuencias para Teherán.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ordenó a las Fuerzas Armadas de EE.UU. que ayuden en la “defensa” de Israel frente a los ataques iraníes y los destructores USS Bulkely y USS Cole lanzaron una docena de interceptores desde el Mediterráneo oriental.
Desde la Casa Blanca, el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, aseguró que aunque este nuevo ataque iraní contra Israel resultó “ineficaz”, se trata de una “escalada significativa” y que tendrá consecuencias, aunque no quiso adelantar ninguna medida hasta evaluar el alcance del ataque con detenimiento y hablar con Israel y sus aliados.
El portavoz del Pentágono, general de brigada Pat Ryder, dijo en una conferencia de prensa no tener conocimiento de que Irán hubiera advertido de su potencial ataque. Teherán respondió con ese bombardeo a los asesinatos del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, el jefe del grupo chií Hizbulá, Hasán Nasrala, y un general iraní.
“Nuestro objetivo es prevenir un conflicto regional más amplio y seguiremos estando centrados en eso”, añadió el portavoz del Pentágono, según el cual el tamaño del ataque iraní de hoy duplica aproximadamente al registrado en abril.
“Esto es totalmente inaceptable y el mundo entero debería condenarlo”, expresó en otra comparecencia ante la prensa el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.
Las evaluaciones iniciales, según el Pentágono, apuntan que Israel fue capaz de interceptar la mayoría de los misiles entrantes y que el daño sobre el terreno fue mínimo.
Estados Unidos está evaluando todavía el impacto de esa ofensiva, pero precisa ya que no ha habido personal estadounidense herido y que en principio en esa ofensiva no estuvieron involucrados los hutíes, aliados de Irán.
El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, habló este martes con su homólogo israelí, Yoav Gallant, y en la Casa Blanca, tanto Biden como la vicepresidenta y candidata demócrata a las elecciones, Kamala Harris, siguieron la situación desde la llamada “situation room”, la sala de crisis presidencial.
EE.UU. lleva días reivindicando que la diplomacia es la única vía posible para evitar una guerra a gran escala en Oriente Medio, pero este martes dejó claro también que su compromiso con Israel es inquebrantable y que si Irán o sus aliados atacan a las fuerzas estadounidenses se tomarán los pasos “necesarios” para defender a su gente.
“Como lo demuestra este ataque, ciertamente Irán tiene la capacidad de realizar otros. Le pedimos que detenga cualquier ataque adicional. Seguiremos preparados para responder en defensa de Israel en caso de que haya otros”, añadió ante los medios el portavoz del Pentágono.
El ataque de este martes, según se destacó desde Washington, tenía una clara voluntad destructiva: “No se lanzan tantos misiles a un objetivo sin la intención de golpear algo. Así que claramente, como la última vez, su intención es causar destrucción. Afortunadamente, Israel tiene capacidades de defensa aérea muy importantes y Estados Unidos, por supuesto, también desempeñó un papel de ayuda”, dijo Ryder.
Este es el primer ataque de Irán contra Israel desde abril, cuando Irán atacó con misiles y drones dos bases aéreas israelíes en el Negev y alcanzó puntos del territorio ocupado de los altos del Golán, aunque Israel, Estados Unidos o países árabes sobre los que sobrevolaron (los misiles) lograron interceptar la mayoría de los proyectiles iraníes.
La ofensiva de este martes tuvo lugar en pleno aumento de la tensión en la región después de que el Ejército israelí efectuara de madrugada incursiones terrestres que califica de limitadas y localizadas contra objetivos e infraestructuras terroristas de Hizbulá en el sur del Líbano.