El predicador turco Fethullah Gülen, fundador y líder del movimiento musulmán al que Ankara responsabiliza del fallido golpe de Estado de 2016, murió el pasado sábado, a los 83 años, en un hospital de Estados Unidos, informa la cadena NTV.
La noticia de su fallecimiento, de la que este lunes se hacen eco todos los medios turcos, fue anunciada inicialmente por Herkul, un sitio web cercano al predicador, y confirmada por su sobrino, Ebuseleme Gülen, en las redes sociales.
Abdullah Bozkurt, ex editor del periódico Zaman Hoy, cercano a Gulen y ahora exiliado en Suecia, confirmó este lunes que otra fuente de su familia, el sobrino Kemal Gülen, también confirmó el deceso. Fethullah Gülen tenía más de 80 años y arrastraba problemas de salud desde hacía tiempo, dijo la agencia AP.
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La agencia estatal turca Anadolu citó al ministro de Relaciones Exteriores Hakan Fidan, quien señaló que la muerte del opositor fue confirmada por fuentes de la inteligencia del gobierno islamista de Recep Tayyip Erdogan.
Gülen, que fue un aliado del presidente de Turquía, hasta que éste comenzó a combatirlo como enemigo en 2013, vivía desde 1999 exiliado en Pensilvania, Estados Unidos. Su “Movimiento Hizmet” (Servicio, en turco), es perseguido por Ankara persigue como organización terrorista desde 2016.
Gülen nació en 1941 en la provincia turca de Erzurum (este) y se hizo popular como imam, un líder religioso que dirige las oraciones en una mezquita.
El número de seguidores aumentó especialmente en la década de 1970, no solo en Turquía, sino también en Asia Central y otras regiones, convirtiendo al predicador en la cabeza de una comunidad considerada durante años como la más fuerte y mejor organizada de Turquía.
Según sus seguidores, Gülen era un líder espiritual y no político. No obstante, durante años fue considerado el segundo hombre más poderoso de Turquía después de Erdogan.
Exilio, golpe de Estado y persecución
Gülen pasó las últimas décadas de su vida en el exilio, viviendo en un recinto cerrado en las montañas Pocono de Pensilvania, desde donde siguió ejerciendo influencia entre sus millones de seguidores en Turquía y en todo el mundo. Propugnaba una filosofía que combinaba el sufismo (una forma mística del islam) con una firme defensa de la democracia, la educación, la ciencia y el diálogo interreligioso.
Dijo que Erdogan era un autoritario empeñado en acumular poder y aplastar la disidencia. Erdogan calificó a Gülen de terrorista, acusándolo de orquestar el intento de golpe militar de la noche del 15 de julio de 2016, cuando facciones dentro del ejército utilizaron tanques, aviones de guerra y helicópteros para intentar derrocar al gobierno de Erdogan.
Miles de personas salieron a la calle para oponerse al intento de golpe de Estado, respondiendo al llamamiento del presidente. Los golpistas dispararon contra la multitud y bombardearon el Parlamento y otros edificios gubernamentales. En total, 251 personas murieron y otras 2.200 resultaron heridas. También murieron unos 35 supuestos golpistas.
Gülen negó rotundamente su implicación y sus partidarios desestimaron las acusaciones por considerarlas ridículas y políticamente motivadas. Turquía incluyó a Gülen en su lista de los más buscados y exigió su extradición, pero Estados Unidos no mostró demasiada disposición a enviarlo de vuelta, alegando que necesitaba más pruebas. Gülen nunca fue acusado de ningún delito en Estados Unidos y denunció sistemáticamente el terrorismo y a los golpistas.
En Turquía, el movimiento de Gülen fue objeto de una amplia represión. El gobierno arrestó a decenas de miles de personas por su presunto vínculo con el intento de golpe, despidió a más de 130.000 supuestos partidarios de sus puestos en la administración pública y a más de 23.000 en el ejército, y cerró cientos de empresas, escuelas y medios de comunicación vinculados a Gülen.
Gülen calificó la represión de caza de brujas y denunció a los líderes de Turquía como “tiranos”.
“El último año me ha pasado factura, ya que cientos de miles de ciudadanos turcos inocentes están siendo castigados simplemente porque el gobierno decide que están de alguna manera ‘conectados’ conmigo o con el movimiento Hizmet y trata esa supuesta conexión como un delito”, dijo en el primer aniversario del golpe fallido.
El ministro de Asuntos Exteriores turco, Fidan, dijo el lunes que la muerte de Gülen “no nos hará sentir complacientes. Nuestra nación y nuestro Estado seguirán luchando contra esta organización, como lo hacen contra todas las organizaciones terroristas”.
Fethullah Gülen nació en Erzurum, en el este de Turquía. Su fecha oficial de nacimiento es el 27 de abril de 1941, pero esa fecha ha sido objeto de controversia durante mucho tiempo. Y. Alp Aslandogan, quien lidera un grupo con sede en Nueva York que promueve las ideas y la obra de Gülen, dijo que Gülen en realidad nació en algún momento de 1938.
Gülen, que se formó como imán o líder de oración, se hizo conocido en Turquía hace unos 50 años. Predicaba la tolerancia y el diálogo entre religiones y creía que la religión y la ciencia podían ir de la mano. Su creencia en la fusión del Islam con los valores occidentales y el nacionalismo turco tuvo eco entre los turcos, lo que le valió millones de seguidores.
Los acólitos de Gülen construyeron una red global de fundaciones benéficas, asociaciones profesionales, empresas y escuelas en más de 100 países, incluidas 150 escuelas concertadas financiadas por los contribuyentes en todo Estados Unidos. En Turquía, sus partidarios dirigían universidades, hospitales, organizaciones benéficas, un banco y un gran imperio mediático con periódicos y estaciones de radio y televisión.
Pero Gülen era visto con sospecha por algunos en su país natal, un país profundamente polarizado, dividido entre aquellos leales a sus tradiciones ferozmente seculares y los seguidores del partido de base islámica asociado con Erdogan que llegó al poder en 2002.
Alianza y pelea con Erdogan
Gülen se había abstenido durante mucho tiempo de apoyar abiertamente a ningún partido político, pero su movimiento forjó una alianza de facto con Erdogan contra la vieja guardia del país, compuesta por secularistas acérrimos respaldados por los militares, y el imperio mediático de Gülen respaldó con fuerza al gobierno de orientación islámica de Erdogan.
Los gülenistas ayudaron al partido gobernante a ganar múltiples elecciones, pero la alianza Erdogan-Gulen comenzó a desmoronarse después de que el movimiento criticara la política gubernamental y expusiera la presunta corrupción en el círculo íntimo de Erdogan. Este negó las acusaciones, se cansó de la creciente influencia del movimiento de Gülen.
El líder turco acusó a los seguidores de Gülen de infiltrarse en la policía y el poder judicial del país y de establecer un estado paralelo, y comenzó a presionar para la extradición de Gülen a Turquía incluso antes del fallido golpe de Estado de 2016.
El clérigo vivía en Estados Unidos desde 1999, cuando llegó a buscar tratamiento médico.
En 2000, cuando Gülen todavía estaba en Estados Unidos, las autoridades turcas lo acusaron de liderar un complot islamista para derrocar la forma secular de gobierno del país y establecer un estado religioso.
Algunas de las acusaciones contra él se basaban en una grabación en la que supuestamente Gülen les decía a los partidarios de un estado islámico que esperaran el momento oportuno: “Si salen demasiado pronto, el mundo les aplastará la cabeza”. Gülen dijo que sus comentarios fueron sacados de contexto.
El clérigo fue juzgado en ausencia y absuelto, pero nunca regresó a su país natal. Ganó una larga batalla legal contra la administración del entonces presidente George W. Bush para obtener la residencia permanente en Estados Unidos.
Rara vez visto en público, Gülen vivía tranquilamente en los terrenos de un centro de retiro islámico en Poconos. Ocupaba un pequeño apartamento en el extenso complejo y salía principalmente para ver al médico por dolencias que incluían enfermedades cardíacas y diabetes, pasaba gran parte de su tiempo rezando y meditando y recibía visitas de todo el mundo.
Gülen nunca se casó ni tuvo hijos. No se sabe quién, si es que alguien, liderará el movimiento.
Infobae
Por: Itzel Olivo