La Catedral de Notre-Dame, uno de los monumentos más emblemáticos de Francia, está a punto de reabrir sus puertas al público tras un largo período de restauración, casi cinco años después de haber sido devastada por un incendio en abril de 2019. A partir del 8 de diciembre de 2024, los visitantes podrán recorrer nuevamente este icónico edificio, testigo de más de ocho siglos de historia.
El desafío de restaurar Notre-Dame parecía casi imposible cuando las llamas consumieron gran parte de la catedral. Sin embargo, el ambicioso proyecto logró lo impensable. Con el apoyo de miles de artesanos, restauradores y donantes de todo el mundo, la catedral se transformó en un símbolo de resiliencia y unidad, tanto para Francia, como también para el mundo entero.
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La promesa de Macron y el inicio de la restauración
El 15 de abril de 2019, cuando las llamas arrasaron la catedral, el presidente Emmanuel Macron se comprometió públicamente a restaurar Notre-Dame en cinco años. En ese momento, muchos consideraron su promesa como una quimera. Sin embargo, Macron mostró una confianza inquebrantable. “Si tienes una duda, ya no”, afirmó en una entrevista con CBS News en la que se discutió el futuro de la catedral. Esta actitud de determinación fue crucial, ya que permitió movilizar tanto a las autoridades francesas como a la comunidad internacional para cumplir este objetivo monumental.
La magnitud de la restauración afectó a la estructura física del edificio y a su simbolismo. Philippe Jost, quien lideró el equipo encargado de la restauración, explicó que lo que más lo inspiró durante los primeros días de la crisis fue ver la valentía de los bomberos, quienes sin dudarlo, arriesgaron sus vidas para salvar la catedral. Este coraje se convirtió en un símbolo de la capacidad de la humanidad para hacer posible lo aparentemente imposible.
El trabajo de los artesanos y la tecnología
La restauración de Notre-Dame no fue una tarea sencilla ni rápida. La reconstrucción implicó una inmensa cantidad de trabajo especializado, lo que requirió la colaboración de aproximadamente 2.000 trabajadores y artesanos. Philippe Villeneuve, el arquitecto jefe de la catedral desde antes del incendio, fue clave en la elección de materiales y técnicas tradicionales para la restauración. Villeneuve insistió en la necesidad de usar los mismos materiales que se utilizaron en la construcción original de la catedral, como la piedra caliza, el plomo y la madera, para mantener su autenticidad y longevidad.
A lo largo del proceso, una de las mayores dificultades fue la restauración de la bóveda central, cuya estructura se desplomó debido al colapso de la aguja de la catedral. Philippe Jost recordó cómo este era uno de los puntos más críticos de la reconstrucción, pero a pesar de los desafíos, el equipo pudo restaurar cada piedra, cada detalle arquitectónico con una precisión asombrosa.
Los milagros de la restauración artística
Uno de los aspectos más emotivos y visibles de la restauración de Notre-Dame es el regreso de sus obras de arte más queridas, que sobrevivieron al incendio o fueron restauradas con gran dedicación. Entre ellas destaca la escultura de la Virgen con el Niño, que milagrosamente sobrevivió a las llamas y fue reubicada temporalmente en la iglesia de Saint-Germain-l’Auxerrois antes de ser reinstalada en la catedral. Esta escultura es solo uno de los muchos tesoros restaurados, incluidos los murales, que estaban cubiertos de hollín y suciedad, acumulados durante siglos. Diana Castillo, restauradora de pintura, explicó a CBS News cómo, después de un largo proceso de limpieza, los frescos comenzaron a brillar de nuevo, mostrando sus colores originales, especialmente los cielos estrellados de azul profundo y dorado.
A lo largo de la restauración, más de 1.300 piedras fueron utilizadas para reconstruir las paredes y las bóvedas, y los 8.000 tubos del órgano fueron removidos y restaurados a fondo. Cada detalle fue cuidadosamente restaurado para devolverle a la catedral su esplendor original, pero también para incorporar nuevas soluciones tecnológicas, como sistemas de detección de incendios y supresión de llamas, que aseguren la protección de la catedral en el futuro.
La respuesta internacional y la movilización de fondos
El proceso de restauración fue posible gracias a una movilización internacional sin precedentes. Se estima que la restauración de Notre-Dame costó casi USD 1.000 millones. Gran parte de esta suma provino de donaciones, tanto nacionales como internacionales. En particular, los donantes estadounidenses jugaron un papel crucial, contribuyendo con más de USD 57 millones a través de más de 45.000 donaciones. Anne Dias, una de las principales impulsoras de la recaudación de fondos en EE.UU., explicó a CBS News que el apoyo internacional fue clave, ya que Notre-Dame es un patrimonio de la humanidad.
Este proyecto también rescató el interés por los oficios tradicionales. La restauración de la catedral inspiró a muchos jóvenes a seguir carreras en oficios como la carpintería, la metalurgia, la escultura y la restauración de pintura. Philippe Villeneuve subrayó que Notre-Dame se convirtió en una “escuela formidable” para todos estos oficios, revitalizando técnicas ancestrales que se estaban perdiendo.
La reapertura y las expectativas
La catedral está lista para reabrir al público el domingo 8 de diciembre de 2024, con una ceremonia de inauguración presidida por el Arzobispo de París y con la participación del presidente Macron. En la primera semana de apertura, se espera que más de 40.000 personas visiten la catedral cada día. Sin embargo, debido a la alta demanda, será necesario hacer una reserva en línea para garantizar la entrada. Además, las visitas serán gratuitas, pero limitadas a un número específico de visitantes en cada franja horaria.
Las nuevas características del interior de la catedral incluyen una mobiliaria litúrgica moderna, creada por diseñadores como Ionna Vautrin y Guillaume Bardet, quienes fueron encargados de diseñar el mobiliario para los servicios religiosos. Entre ellos destaca una nueva ciboria y otros objetos litúrgicos, además de una nueva urna para la Corona de Espinas, una de las reliquias más veneradas de la catedral.
Infobae
Por: Itzel Olivo