Llegar a Grandes Ligas, de un sueño a fatal pesadilla
Llegar a Grandes Ligas, de un sueño a fatal pesadilla

Por Raúl Germán Bautista.

Santo Domingo, RD.- En este reportaje, N Investiga profundiza sobre la parte del mundo del béisbol que, quizás, se comenta en los estadios o programas especializados, pero no de forma pública: Conseguir un bono de la manera que sea.

Sin lugar a dudas, el béisbol es el deporte rey de la República Dominicana y ha regalado muchos momentos de gloria y orgullo, pero hay un escollo que ya ha causado varias muertes.

Los esteroides anabólicos potentes fármacos que son usados por deportistas no por razones médicas, sino como una forma de aumentar el rendimiento, lo que ha provocado fatídicas consecuencias.

N Investiga ha presentado numerosos casos, pero en esta ocasión, se muestra el caso más reciente, el de Ismael Ureña Pérez, de 14 años, prospecto que murió, luego de que le inyectaran esteroides veterinarios para mejorar el rendimiento de los caballos en una academia de béisbol, según denuncia de sus familiares y abogados.

¡Casos como estos no deberían repetirse! Se presentan las opiniones de profesionales preocupados por esta situación, ¿qué se puede hacer y qué están haciendo las autoridades?

Inoel Ureña, padre de Ismael Ureña, dijo, con voz entrecortada y llorosa: “Él me dice abrázame mucho papi, abrázame mucho, yo no puedo ver esa foto, cuando yo lo veo, el corazón me baja así de golpe”.

Ismael Ureña Pérez, de 14 años, vivía en una humilde vivienda de la comunidad de San Luis, Santo Domingo Este, junto a su madre, vendedora de ropas, y su padre, quien trabaja en el Mercado Nuevo. Era el menor de 4 hermanos.

Iris Pérez, madre de Ismael Ureña, entre lágrimas, expresó: “Era un niño bueno. Aquí hasta los niños se tiraban al suelo. El papá le compraba corn flakes y leche y agarraba a todos los muchachitos del barrio y los sentaba a comer corn Flakes con leche”.

Con apenas 9 años, Ismael ingresó a la Academia de Béisbol de Yordy Cabrera.

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El señor Ureña agregó: “Yordy Cabrera me decía a mí el niño chiquito tiene un talento imposible, un talento lindo”.

La señora Pérez dijo: “Yo le decía a mi niño que no te vaya y él me decía te voy a comprar una casa mami, te quiero sacar de aquí, ¿tú no ves que eso es un callejoncito donde vivimos? Yo le decía que no y él siempre me decía, mami gané el juego”.

Las veces que veían a su hijo, notaban un inusual cambio físico.

Inoel Ureña reconoció que ese joven se había vuelto una lata, así de grande. “Mírelo ahí (señalaba una foto), grandísimo, que la mai le decía mi hijo, pero tu si estas grande”.
Todo transcurría con aparente normalidad hasta el 20 de julio, cuando el menor se escapa de la academia y acude a casa.

La señora Pérez reveló que su hijo halló la puerta abierta y fue para su casa, porque no lo dejaban salir.

“Cuando le pregunté quién orinó, porque el baño está afuera, y él dijo soy yo mami. Y él me dijo no me siento bien mami, me duele las piernas y me sofoco. Cuando vi los orines era sangre”, detalló Pérez.

Inoel Ureña comunicó que a su hijo se le veían los ojos medio amarillosos y grandes. “Rabioso, él venía ahí y dime papi y se ponía como un caballo, una fiera”.

Al notar que también presentaba fiebres muy altas, dolor abdominal, vómitos de 5 a 6 ocasiones, actitud irritable y agresiva, fue llevado a una clínica, y, a pesar de no tener en ese momento un diagnóstico, le recomendaron acudir al hospital Ramón de Lara, porque tenía más equipos. De inmediato, lo ingresaron.

Yoel Ureña, hermano de Ismael Ureña, expresó: “La doctora me dice mira yo me voy a quedar con él porque si dejo que te vayas, se va a morir en el camino. Y yo le dije por qué, si el llegó caminando, normal, y ella dijo mira tu hermano es porque es muy fuerte, pero a tu hermano se le subió la bilirrubina, se le estaba comiendo el cerebro, el hígado”.

Posteriormente, el menor cayó en coma y mientras esperan los resultados de los estudios que confirman sus sospechas de que le habían inyectado algo en la sangre, los médicos enfrentan a los padres, diciéndoles que deberían ser apresados.
Yoel Ureña: “Nos dijeron por qué ustedes le están inyectando cosas de caballo al niño. Yo dije, pero nosotros no tenemos animales, lo que tenemos es perros en la casa y no se le inyecta nada. No, eso es cosa de caballo. Y yo dije, no, él estaba en una academia y le expliqué”.

Se trataba de la boldenona, conocida popularmente como “Caballín”, sustancia que ha ocasionado suspensiones a peloteros de Grandes Ligas, como Jenrry Mejía, Abraham Almonte, Jorge Bonifacio, Francis Marte y Noelvi Marte.

La doctora Laura Anabel Pinedo, especialista en medicina física y presidenta de la Agencia Nacional Anti-Dopaje declaró: “La boldenona es un esteroide anabólico desarrollado para uso veterinario. Es un derivado sintético que se utiliza en uso veterinario para aumentar la masa muscular y la potencia en uso veterinario, que a veces se usa en seres humanos, pero no es un uso autorizado ni se desarrolló para tales fines”.

Como cualquier esteroide anabólico, puede ser usado como dopante en el deporte para aumentar la masa muscular, la fuerza y la potencia. Pero también tiene efectos adversos para la salud humana, a corto, mediano y largo plazo, como problemas hormonales, daños al hígado.

Agregó la doctora Pinedo, que puede causar trombosis que pueden llevar a infartos cardiacos y cerebrales. “Las arterias y las venas pueden ocasionar una constricción; a nivel cerebral provoca trastornos a nivel del humor, por eso hay agresividad, brotes psicóticos”.

Los dos hermanos mayores de Ismael, de 21 y 18 años, quienes también formaron parte de la academia de Yordy Cabrera, señalan que él, sin ser médico y en plena violación a la Ley de Salud, les aplicaba vacunas interdiarias de supuestas vitaminas sin autorización de sus padres.

Yoel Ureña comentó: “Él nos decía que era complejo b y tiaminal, pero el complejo b con tiaminal no pica, solo te sale el sabor por la boca de que es vitamina. Pero lo que él me ponía era tan fuerte que me salía el olor por la ropa como de alimentos a animales, como a veterinaria”.

Señalan que eso mismo hacía con decenas de niños de la academia, incluyendo a su hermano, a quien le aplicaban las inyecciones interdiario para que tuviera mejor rendimiento durante las demostraciones a los scouts de Grandes Ligas.

Inoel Ureña fue enfático en decir que el niño no le decía nada, porque Yordy Cabrera le metía terror a los peloteros para que no digan si lo están inyectando. “Ese es un criminal”.

Yordy Cabrera es un pelotero profesional de 34 años de edad que no llegó a las Grandes Ligas y formó parte de tres equipos de la Liga Dominicana de Béisbol: Águilas Cibaeñas, Leones del Escogido y Gigantes del Cibao.

Tras terminar su carrera, se dedicó al entrenamiento de prospectos en la comunidad de San Luis.

En ese mismo orden, los estudios realizados al menor, el 22 de julio, dos días después de haber sido ingresado, arrojaron 4.28 microgramos por mililitro de amonio y 4,939 nanogramos por mililitro de ferritina en la sangre.

Posteriormente, Ismael fallece el 25 de julio, al tercer día de estar en uci y al quinto día de haber llegado al hospital.

La doctora Laura Anabel Pinedo explicó que lo que evidencia es que hubo un daño hepático que fue lo que provocó la muerte, porque hay un aumento del amonio y probablemente esto desató un fallo hepático que desencadenó todo el resto del problema a nivel corporal.

Tras el fallecimiento, los familiares se comunicaron con Yordy Cabrera, quien negó su responsabilidad en los hechos, argumentando que solo le inyectaba vitaminas y que no podía hablarles porque supuestamente estaba recién operado.

El 25 de octubre, justamente tres meses después del deceso de Ismael, es que la familia logra interponer la querella en la Fiscalía de Santo Domingo Este, luego de haberse encontrado con numerosos obstáculos para que le acogieran la solicitud, lo que los obligó a auxiliarse de una fundación.

Rusell Orlando Aracena, abogado de la familia de Ismael Ureña comunicó: “La fiscal les dice que tenía ganas de dejarlo preso a ellos, a sus padres y a su hermano. Pero mayor fue la sorpresa cuando pudimos observar que hay una cita en contra de Yoel, el hermano mayor de Ismael. Lo cita Yordy Cabrera. O sea, la Fiscalía que durante casi dos meses no hubiese hecho nada de oficio como la ley lo faculta, resulta que sí recibe una acción por amenaza en contra de la víctima”.
Yoel Ureña dijo que la forma de Yordy Cabrera afrontar la situación fue poniéndole una demanda. “Denunció que yo había ido con una pistola, dizque a matarle el hijo, a secuestrarle el hijo, que yo fui a su casa y yo después de que mi hermano salió de ahí nunca he pasado por allá”.

Los abogados de la familia alegan que luego de Yordy interponer esa denuncia es que finalmente le aceptan la querella, donde acusan a este de violación a los artículos 295, 302 y 303 del Código Penal Dominicano, que tipifica el homicidio y la barbarie, así como la Ley de Salud, sobre los productos farmacéuticos y la Ley 50-88, sobre Drogas y Sustancias Controladas. Advierten que no solo es un delito nacional, sino transnacional.

Orlando Aracena, presidente Fundación Familia sin Violencia, expresó: “Inmediatamente a un niño usted comienza a inyectarle esteroide, ese niño no va a ser firmado nunca. Le mienten al niño, le hablan de que son vitaminas, pero qué ocurre, que viene un bono que oscila desde los 200 mil, 500 mil, hasta 4 y 5 millones de dólares”.

Durante el 2023, los 30 equipos de Grandes Ligas destinaron más de 169 millones de dólares en firmar 1,050 jugadores de 26 países, de los cuales más de 89 millones de dólares correspondieron a dominicanos.

Esta es una cifra de la que Ismael, lamentablemente no formará parte, al convertirse en otra víctima más de la falta de regulación de las academias privadas de béisbol.

En 2019, N Investiga presentó un trabajo sobre las terribles consecuencias del uso de esteroides. En aquella ocasión, el pitcher, quien prefirió resguardar su identidad ya que mantenía un contrato vigente con el equipo los Rojos de Cincinnati, contó que tres veces por semana recibía diálisis tras ser diagnosticado con una insuficiencia renal, desde hace tres años causada por el consumo de esteroides anabólicos.

En Nizao, Peravia, Roberto Pérez, de 19 años, murió en noviembre de 2011, mientras corría en el play.

Sus familiares lo atribuyeron a inyecciones de “Caballín” o boldenona, que le ocasionaron un paro cardiaco.

El año pasado, también, N Investiga mostró el caso de Joel Félix Mejía, de 19 años, quien a los 16 años recibía inyecciones de esteroides sin conocimiento de sus padres, lo que le provocó que sus riñones dejaran de funcionar y tuviera que someterse a diálisis.

Otra desgarradora muestra de las fatídicas consecuencias de los esteroides es Miguel Pérez Peguero, de 22 años de edad, quien a los 17 años perdió su pierna derecha, tras una inyección de su entrenador, quien le había dicho que eran vitaminas, sin embargo, resultó ser un esteroide veterinario. En todos estos casos, el común denominador no solo es el uso de esteroides sino la impunidad, ya que ninguno de los responsables ha sido condenado.

El abogado Aracena sostuvo: “Hemos escuchado del propio Comisionado Nacional de Béisbol, Junior Noboa, establecer que este negocio con el cual se utilizan a estos jóvenes mueven 500 millones de dólares al año”.

El pasado 27 de noviembre, el Senado aprobó de urgencia un proyecto de ley que regula la contratación de prospectos en las Grandes Ligas, pero no se ha legislado para que haya un régimen de consecuencias para los desaprensivos que inyectan esteroides a menores de edad.

N Investiga indagó que algunos lo atribuyen a los conflictos de intereses de los que deben regular la industria, quienes también forman parte del lucrativo negocio, como es el caso del Comisionado Nacional de Béisbol, Junior Noboa, vicepresidente de Operaciones en América Latina de los Arizona Diamond Backs, equipo de Grandes Ligas que tiene unas 10 academias en el país, así como el esposo de la procuradora fiscal de Niños, Niñas y Adolescentes, Olga Diná, quien está casada con Audo Vicente, un vicepresidente de operaciones y gerente general de un equipo de béisbol, a quien abogados de la familia de Ismael Pérez señalan como socio de Yordy Cabrera.

Orlando Aracena aseveró: “Por lo que hemos escuchado, por declaraciones del comisionado de Major League Baseball, que socio del esposo de la encargada del Departamento de Niño Niñas y Adolescentes de la Procuraduría General de la República, la magistrada Olga Diná Llaverías”.

Pero, la gran cuestionante que plantea N Investiga es que están haciendo las autoridades para solucionar la problemática y evitar que se siga truncando más sueños y perdiendo más vidas.

Milcíades Arturo (Junior) Noboa, Comisionado Nacional de Béisbol, expresó: “Hemos comenzado ya con un proceso de acreditación, registración y certificación de todas las academias. Sé que es un trabajo que no va a ser nada fácil. Y lo que hacemos es tratar de trabajar mano a mano con el Ministerio Público para que el Ministerio Público ya pueda tomar estos casos para hacer las investigaciones de lugar”.

Y es que República Dominicana no cuenta con un registro nacional que contabilice cuántas academias, programas, entrenadores y niños practican béisbol. Cualquier persona, capacitada o no, puede establecer un programa de este deporte en un terreno baldío, lo que expone a menores de edad a numerosos riesgos.

El doctor Milton Pinedo, presidente de la Federación Medicina Deportiva, explicó: “Es que es un problema multifactorial y que debe ser visto cómo es realmente. ¿Cuál es el principal problema de esto? Es un fenómeno psicosocial, porque aquí los padres y la familia colaboran en ese proceso”.

En el país es inexistente la realización de pruebas de doping en los programas de béisbol, por lo que el Comisionado Nacional de Béisbol trabaja en un protocolo junto a las Grandes Ligas, la DNCD, Salud Pública y el nadador, Marcos Díaz, asesor del programa de la Convención Internacional contra el Dopaje en el Deporte de la UNESCO.

Junior) Noboa agregó: “Para nosotros trabajar en cuanto a lo que va a ser el dopaje, pero no solamente hay el dopaje, sino la salud en sentido general con nuestros jugadores”.

Sin embargo, además de regulación de las academias y pruebas de dopaje, es necesario impulsar campañas educativas orientadas a los deportistas y sus familiares a los fines de que entiendan que el riesgo de la salud es demasiado comparado con lo que podrían obtener, así como diseñar estrategias para evitar el acceso de estas sustancias que se comercializan a cualquier persona, aun sin ser veterinario, y sin exigir receta.

Así lo comprobamos al llamar a una tienda de insumos veterinarios y preguntar por la boldenona o “Caballín”, cuyo costo ronda los 2800 pesos, dependiendo el tamaño.

Vía telefónica, un dependiente de una tienda insumos veterinarios dijo que no es necesario llevar receta para comprar el producto.

Pinedo avanzó: “Este no es un problema eminentemente deportivo, este es un problema social y un problema de salud, porque lo que es hay dos tipos de violaciones: penales, que incluyen el daño a la salud en este caso, y los otros son del ejercicio ilegal de la medicina”.

El pasado 19 de noviembre, Yordy Cabrera publicó un video en su cuenta de Instagram donde niega su responsabilidad en el fatídico desenlace de Ismael: “No tengo nada, en lo absoluto, que ver con eso, que dicen que yo le he inyectado sustancias veterinarias de caballo a un joven fallecido, lo cual lamento mucho que haya sucedido, porque yo soy padre, tengo mi familia, tengo mis hijos”.

N Investiga le solicitó una entrevista y se negó por recomendaciones de sus abogados.

Esta familia clama por justicia en medio del desgarrador dolor que implica perder a un hijo.
Inoel Ureña, padre de Ismael Ureña, concluyó: “Que se pongan cartas en el asunto, con este asesino, porque ese un asesino, porque todo el que no es médico dizque inyectándole sustancias prohibidas a un niño de 14 años lo que es un asesino. Yo estoy adolorido por mi hijo, lo digo yo. Yo hasta como poco. Yo traigo una funda de velones del supermercado para prenderle aquí y en el cementerio porque eso es lo que me queda de mi hijo, el más chiquito, como me lo quitan”.

Iris Pérez, madre de Ismael Ureña expresó: “Justicia quiero porque él no me mató un perro y lo trató mal y si mi niño se hubiera muerto en su casa no me lo hubiera entregado, me lo hubiera botado por una cañada”.

N Investiga concluye que mientras continúe la falta de regulación de las academias y de realización de pruebas de antidoping, así como la impunidad para aquellos que inoculan esteroides a menores de edad, los sueños de niños pobres seguirán convirtiéndose en fatales pesadillas que llenan de luto a sus familias, como los padres y hermanos de Ismael, a quienes solo les queda de recuerdo mirar la foto de su hijo, a la que le ponen los velones, junto a sus tenis y su bate, que creía le permitirían sacar a su familia de la pobreza.

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