Por Raúl Germán Bautista.
Santo Domingo, RD.- N Investiga se trasladó hasta Villa Riva, municipio de la provincia de Duarte, para comprobar la situación actual del hospital municipal de esa localidad.
En 2015, se dio el primer picazo para el inicio de los trabajos de la reconstrucción del hospital municipal de Villa Riva “Alicia de Legendre”, donde la inversión anunciada en ese momento por el Servicio Nacional de Salud era de más de 12 millones de pesos
El 20 de junio de 2017, el entonces presidente Danilo Medina reinauguró el hospital, cuyos oradores estaban contentos al punto de compararlo con el Homs pequeño.
En 2019, la prensa habla de que el centro recibió modernos equipos y contaba con un servicio humanizado, estableciendo que en la zona no existía ningún centro público o privado que realizara cirugías, internamientos y consultas, además de ser el número uno del país en la implementación del Expediente Integral de Salud, por lo tanto, representaba un avance médico para Villa Riva.
Contaba con 22 camas, distribuidas en seis salas de internamiento y una de recuperación. Las consultas que se ofrecían eran: ortopedia, pediatría, ginecología, dialectología, geriatría, anestesiología, urología, odontología y psicología clínica, de lunes a sábado.
En 2019, se reseña que este centro de salud estaba registrado, junto a otros 11 establecimientos, para optar por el décimo quinto Premio Nacional a la Calidad que otorga el Ministerio de Administración Pública.
Al entrar a varias páginas, tanto del SNS como de otros medios, se establece que el hospital tiene varias especialidades, angiograma cerebral, cardiología, internista, nuclear, cirugía bariátrica, endoscopia, cirugía cardiovascular, cirugía maxilofacial, oncológica, y surge pregunta, todo esto es parte de una publicidad mediática que engaña y no dice toda la verdad, porque cinco años después de haber gastado millones en su remodelación está reducido a esto, a una casa alquilada.
Villa Riva, una comunidad de casi 40 mil habitantes, y este es un hospital municipal, que abarca cinco comunidades. Aquí, en esta casa, apenas está funcionando las emergencias, las demás especialidades se encuentran dispersas, si es que realmente existen.
El hacinamiento no solo es para los pacientes, conviven con esto el personal médico y administrativo, enfermeras, bionalistas. El lugar es pequeño, poco limpio, cajas por donde quiera.
Lo único que se pudo constatar fue la afabilidad de las atenciones médicas.
N Investiga envió a un integrante de su equipo con “taquicardia y mareos”. Le realizaron un electrocardiograma, le tomaron la presión y el resultado fue leído por un médico general que se encuentra de servicio.
Cuando entras al área de bioanálisis, en el laboratorio, parecería que se retrocede 40 años. Una supuesta bioanalista mirando por un viejo microscopio, equipos obsoletos, llenos de polvo.
Aquí se hace lo mínimo: análisis de sangre y orina. Y cuando la bioanalista está muy sobrecargada, no toma las muestras de sangre, dice una paciente que se oculta para evitar represalias.
El tiempo que tienen en esta casa alquilada no es fácil de establecer. ¿Cuándo están aquí?, se le preguntó a un paciente, que respondió: Tengo dos años. Otro dice muchos años.
Hasta que el director del hospital, luego de una llamada que le hizo N Investiga, tuvo la gentileza de ir a hablar con Nuria Piera.
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Dijo un doctor: “Bueno, acabó de visitar la casa de emergencia y la verdad que es deplorable y tienen ya cuántos años, más de dos años en eso”.
El director respondió que son aproximadamente tres años. Explica que están en esa situación, porque el hospital, que ya había sido remodelado en el 2017, cuatro años después, se vieron en la necesidad de volver a reconstruirlo.
Ahora, con una inversión mucho más grande, y según el director, mucho mejor distribuida.
La problemática que surge es que desestabilizaron todo el sistema hospitalario, desde el gobierno el PLD cuando intervinieron 54 hospitales al mismo tiempo y este gobierno ha tenido que terminar los que nunca se finalizaron y comenzar aquellos que nunca iniciaron o remodelar los ya remodelados, como es el caso de Villa Riva, que ahora tienen que trasladarse a Arenoso o al San Vicente de Paul, en San Francisco de Macorís.
El director dice que cuando el paciente se está estabilizando, entonces se llama a San Francisco, se coloca porque generalmente no hay disponibilidad, se deja ahí estable.
“Es lamentable la situación que está, no es un hospital, es una casa hospital, pero por lo menos le estamos dando los primeros auxilios al paciente y evitamos que una persona a las tres de la mañana con un infarto, con una aritmia cardíaca se muera, porque si cerramos eso, porque esto está todavía en construcción, no es un hospital, no es un hospital”, dice el director.
Los pocos recursos que han recibido han imposibilitado terminar esta remodelación y la construcción de una nueva emergencia.
Este hospital tiene dos años de atraso y la verdad es que no se entiende, porque solo tendrá una sala de cirugía, una de precirugía, 6 habitaciones con dos camas consultorios y área de administración.
El ingeniero explicó cómo ha aumentado el presupuesto de la obra cuyo remozamiento inicial tenía una inversión de 16 millones de pesos y la ampliación de emergencia por 19 millones + 8 millones en adendas, para un total de 42 millones de pesos, además de los inconvenientes surgidos porque sobre la marcha se han requerido solicitudes que no estaban contemplada.
Yunior González, el ingeniero de la obra expresa: “Para nosotros los ingenieros, el dinero es lo que falta. Con dinero yo le hago todo rápido”.
El ingeniero entregará la parte que le corresponde, pero quedará mucho más por hacer e instalar, por lo tanto, esas noticias que circulan de que en diciembre entregarán el hospital no se corresponden con la realidad.
González explica que ellos van a entregar una parte por falta de recursos.
N Investiga establece que la casa que tienen alquilada, por la cual pagan cada tres meses, más de 60 mil pesos, cifra no precisa, lo que sí se sabe es que pertenece al cuñado del director del hospital. Su disposición a hablar hace confundir sobre lo que realmente se ha visto. Habla más, como político, que como servidor público responsable de la salud de miles de personas.
El doctor German Matos Garabito está tan seguro del buen servicio que presta en la casa-hospital, llena de cajas, basura, suciedad, estrechez, falta de medicamentos y equipos, que él lleva a su propia familia.
Mientras, otros no se muestran tan optimistas como el director del hospital. Tal es el caso de la presidenta de la junta de vecinos, cuyo sobrino perdió la vida en el hospital por no contar con los equipos necesarios ni con una ambulancia para trasladarlo a San Francisco de Macorís.