Siguiendo con las evaluaciones de aspiraciones a integrar la Cámara de Cuentas, los pretendientes hablaron de lo mismo: la necesidad de transformar con urgencia la Cámara de Cuentas, superar su descrédito público y levantar su imagen institucional.
Para ello, señalan, hay que cumplir la flamante Ley 18-24, realizar auditorías, manejarse con transparencia y no enredarse en conflictos internos. Evaluados por diputados, se sometieron a un careo y expusieron sus criterios.
Juan Rafael de Jesús. Dice que la ciudadanía debe participar en la elaboración del plan de auditorías junto al pleno del organismo; y que Cámara de Cuentas y Contraloría General deben trabajar juntas, de la mano.
Juan Antonio Botello Vicente. Habla de la gestión humana, “desarmarla” pero no destruirla, hacerle una especie de cirugía al reglamento de Recursos Humanos y de carrera administrativa, pagarles bien a los auditores internos y externos.
Junior Torres Morel: Habla de honrar a Duarte con su honestidad y transparencia (el patricio fue el primero en rendir cuentas: le entregaron mil pesos y devolvió los 873 que le sobraron, presentando un informe detallado de gastos en 1844).
Dice que si es necesario reducir la cantidad de auditorías al año, que se reduzca, pero que se hagan las que tengan que hacerse.
Renso Ernesto Calderón. Propone un mayor acercamiento con la prensa y con la población, y fomentar la confianza pública, además de tener un pleno totalmente cohesionado.
Jacqueline Hidalgo de Jesús. No tiene en mente presentar grandes propuestas de mejoras a corto plazo: para ella, lo más urgente es recuperar la credibilidad del organismo e intensificar las auditorías, así como respetar la Ley 18-24. Esto conlleva ardua labor.
“La fiebre no está en la sábana”, y añade que hay técnicos que hacen bien su trabajo, pero para cumplir la ley, hay que unificar criterios. Su criterio es que la falta de cumplimiento de la ley es lo que ha provocado el descrédito de la institución.
Virgilio Antonio Jiménez. Estima que no se puede hacer auditorías de 10 años atrás, porque ya no habría evidencias de presuntas anomalías y, por tanto, el caso podría caerse en los tribunales. Por tanto, propone cumplir con rigor un plan de auditorías.
Plantea ejecutar unas 150 auditorías. Dice que el conflicto hay que usarlo para crecer. “No podemos ir a perder el tiempo en discusiones, hay que manejar los conflictos”, afirma. Apuesta a la transparencia, levantar la imagen pública de la Cámara de Cuentas.
Ramón Emilio Panigua. Observa que no basta con la ley, sino que hay que tener voluntad para hacerla cumplir en un clima propicio. Propone tener registros que recojan los informes de las entidades, fomentando en todo caso la transparencia y la rendición de cuentas.