Cada 25 de diciembre, los dominicanos celebran una de las tradiciones más sabrosas del país: el Día Nacional del Calentao.
Después de la fiesta de Nochebuena, llega el momento de aprovechar las sobras y darle nueva vida a esos manjares que quedaron de la cena del 24 de diciembre. Y si hay algo que caracteriza a esta costumbre es que, aunque las épocas cambian, esta tradición sigue intacta, uniendo a las familias y llenando de sabor cada rincón de la República Dominicana.
Aunque la pandemia del coronavirus cambió muchas costumbres, el calentao no fue uno de esos rituales que desaparecieron. Todo lo contrario, se ha popularizado tanto que ahora es una verdadera celebración que incluso tiene su espacio en las redes sociales.
Son incontables los videos que circulan por ahí, mostrando a los dominicanos calentando esos platos tan suculentos que, más que comida, son recuerdos que se transmiten de generación en generación.
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En la Nochebuena se prepara de todo: pollos, cerdos, pavos, ensalada rusa, pasteles en hojas, empanadas, frutas… Y cuando el 25 llega, lo único que toca es recalentar y disfrutar. Así que, el día nacional del calentado no es solo un día de comer, es un día de compartir, de reunir a la familia y de revivir la dicha de una noche especial.
En las casas, se calienta la comida y se abre la puerta para recibir a vecinos, amigos y hasta desconocidos. Es un acto de solidaridad que demuestra cómo, en tiempos de festividad, todos somos familia.
El moro de guandules, el lechón, las ensaladas que siempre parecen saber mejor cuando las sirves al día siguiente. Y mientras los adultos disfrutan de una conversación llena de historias, el Día del Calentao sigue siendo ese momento perfecto para fortalecer los lazos familiares.
En cualquier barrio de la capital o en el rincón más lejano del país, el calentao sigue siendo una fiesta de unión y sabor. Porque, al final, lo que hace realmente especial este día es cómo, después de la fiesta de la Nochebuena, el verdadero manjar llega cuando compartimos el recalentado con los seres queridos, una tradición que sigue viva y que nunca dejará de unir a los dominicanos.
Por: Itzel Olivo