Mientras millones de cristianos en Occidente celebran el nacimiento de Jesús, en la ciudad palestina de Belén, considerada su cuna según la tradición cristiana, la Navidad llega nuevamente marcada por el conflicto.
Este es el segundo año consecutivo en que la festividad se ve opacada por la guerra que Israel libra contra el grupo islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza.
El padre Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa, expresó su pesar: “Nunca he visto una Navidad así, sin árbol, sin belén, sin los grupos de exploradores que solían llegar desde Galilea y Jerusalén. Antes participaban más de 30 grupos, pero ahora no queda ninguno”. En lugar del tradicional desfile, que en años anteriores deslumbraba por su colorido y alegría, este año solo seis grupos de jóvenes participaron, reduciendo el evento a una sombra de lo que fue.
A tan solo 70 kilómetros de Belén, los bombardeos israelíes continúan en Gaza desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023, que dejó más de 1,200 muertos y unas 250 personas secuestradas. Desde entonces, más de 45,000 palestinos han muerto, según fuentes locales, haciendo imposible cualquier tipo de celebración en la región. Maikel Kanawati, un comerciante de 55 años de Belén, lamentó: “Es el segundo año que no podemos celebrar el nacimiento de Jesucristo. Es realmente triste, esperamos que la próxima Navidad sea mejor”.
La Plaza de la Natividad, que solía estar llena de peregrinos, hoy solo recibió a menos de 20, que esperaban la llegada del Patriarca latino de Jerusalén, monseñor Pierbattista Pizzaballa. Durante su visita a Gaza, Pizzaballa vio de cerca la destrucción y la pobreza, pero también encontró signos de vida, destacando que “eso no nos lo han quitado”.
Las calles de Belén, normalmente llenas de turistas, ahora están desiertas. Los vendedores luchan por atraer clientes, afectados por la caída del turismo y una economía local en crisis. El turismo, que solía ser una fuente vital de ingresos para la ciudad, ha desaparecido, lo que ha costado a Belén pérdidas económicas de 1.5 millones de dólares al día, según la Autoridad Nacional Palestina.
Las restricciones israelíes han complicado aún más la situación. Los palestinos de Cisjordania necesitan permisos especiales para cruzar los puestos de control hacia ciudades como Jerusalén, lo que ha impedido que muchos cristianos de la región lleguen a Belén. “Belén se ha convertido en una prisión a cielo abierto”, comentó fray Faltas, destacando que miles de familias que solían trabajar en Israel ahora viven sin ingresos.
La inflación en Cisjordania superó el 70 % en noviembre, y aunque Israel recauda impuestos por 188 millones de dólares mensuales en nombre de la Autoridad Nacional Palestina, retiene gran parte de esos fondos, lo que ha dificultado el pago de salarios y servicios públicos en la región.
Además, muchas familias cristianas han decidido emigrar en busca de un futuro mejor. Desde el inicio de la guerra, 147 familias han dejado Belén. “¿Se imaginan Belén, donde nació el Príncipe de la Paz, sin cristianos locales? Esa es nuestra mayor preocupación”, comentó fray Faltas.
A pesar de las adversidades, los habitantes de Belén mantienen la esperanza de que las calles de la ciudad se llenen nuevamente de vida en las próximas Navidades.
EFE
Por: Itzel Olivo
