Por Ling Almánzar
Leones del Escogido y Tigres del Licey se van a devorar en una final de película. No hay dudas. La gran final será al mejor de 7 juegos, arrancando este lunes. El Estadio Quisqueya se iluminará desde la primera bola hasta que haya un campeón.
La suerte está echada para ambos equipos, ahora reforzados. El Escogido sale favorito, apoyado en su recia ofensiva y en su pitcheo. En el Draft, sin embargo, el Licey escogió mejor: Harold Ramírez, que terminó con el bate ardiendo, y Andy Otero, un lanzallamas zurdo difícil de batear.
El Escogido escogió al lanzador Spencer Patton y al infielder Wilfredo Tovar. Falló al no escoger a Otero. La dirigencia roja debía saber que los Tigres son débiles frente a los zurdos, y que necesitaban ese brazo zurdo para las horas más difíciles del juego. Pero no lo hicieron y se lo dejaron al Licey. Además, ¿por qué seleccionar a Tovar, cuando ‘el mago’ Erick González tan buen trabajo ha hecho en las paradas cortas? Es un estelar insustituible.
Los jugadores más temibles del Licey batean a la zurda: le dan tablas a los lanzadores derechos. Las Águilas fueron rudamente castigadas por los Sergio Alcántara, Bonifacio, Leyba, Johnston… El Escogido tenía que aprender la lección y hacer mejores escogencias. Solo los zurdos vencen a los Tigres.
A pesar de esos desaciertos, el equipo rojo luce favorito. Su gran fortaleza es Junior Caminero y sus inspirados compañeros. Habría que ver, sin embargo, si el bateo se mantendrá tan caliente como lo estuvo en el Round Robin.
Claro, la experiencia juega a favor del Licey, un equipo con garras grandes y valentía probada. Sus peloteros son veteranos de guerra y su dirigente sabe ganar. Además, el equipo escarlata tiene un dirigente primerizo en finales. Dirigir en finales no es lo mismo, ni es igual: hay demasiado presión.
El equipo azul posee brazos saludables en el bullpen (Wander Suero, Ulises Joaquín, Asencio, Aro, JC Mejía). Estos lanzallamas tienen el gran desafío de frenar la despiadada ofensiva de Caminero y sus rabiosos compañeros. Licey hará el juego pequeño, ese que puede hacer la diferencia con un toque, un robo de base, un corrido y bateo…
Resumo, concluyo: Será una final de brinco y espanto, pura adrenalina; el Escogido podría ganar en seis juegos. La suerte roja está echada sobre el terreno del gran Quisqueya.
