La crisis del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) en Cuba continúa afectando gravemente a la población, con apagones prolongados que reflejan el deterioro estructural de la industria eléctrica, resultado directo de años de mala gestión gubernamental.
El viernes, aunque el servicio fue restablecido a las 11:38 pm, el día cerró con una afectación máxima de 1238 MW a las 8:00 pm, justo durante el horario de mayor demanda, dejando a miles de cubanos en la oscuridad.
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Para este sábado, el panorama sigue siendo alarmante. A las 7:00 am, el sistema había logrado restablecer el servicio en todo el país, según el parte de la Unión Eléctrica. Sin embargo, esta frágil estabilidad resiste poco: para el mediodía, ya se pronostican 550 MW de afectación, con cortes de energía en varias provincias del país.
Los pronósticos para el horario pico indican una disponibilidad de solo 1970 MW frente a una demanda estimada de 3050 MW , lo que generaría un déficit de 1080 MW y afectaciones calculadas en 1150 MW.
Múltiples unidades termoeléctricas permanecen fuera de servicio. En avería se encuentran la Unidad 2 de la CTE Felton y la Unidad 3 de la CTE Santa Cruz, mientras que otros cinco bloques están paralizados por mantenimiento en plantas claves como Mariel, Cienfuegos, Santa Cruz y Renté.
La incorporación de energía renovable, como la proveniente de nuevos parques solares en La Habana, Cienfuegos y Granma, apenas aporta una fracción mínima del total necesario. El viernes se generaron 352 MWh, una cifra positiva pero insuficiente ante la magnitud de la crisis.
Expertos han advertido durante años que la falta de inversión, el abandono tecnológico y una planificación deficiente por parte del Estado han llevado al colapso del sistema eléctrico cubano. Las constantes roturas, sumadas a mantenimientos prolongados y mal coordinados, reflejando una incapacidad estructural del gobierno para garantizar un servicio eléctrico estable y eficiente .
La población cubana enfrenta diariamente las consecuencias de esta situación: interrupciones constantes del servicio, pérdida de alimentos, dificultades para estudiar o trabajar desde casa, y un impacto directo en hospitales, centros escolares y otros servicios básicos.
Mientras tanto, el gobierno sigue sin ofrecer soluciones concretas ni plazos realistas para resolver la crisis. Las proyecciones a corto y mediano plazo muestran un sistema cada vez más frágil, sometido a una demanda que supera ampliamente su capacidad operativa.
En medio del deterioro generalizado, crece el malestar entre los ciudadanos, que ven en estos apagones no solo una falla técnica, sino un síntoma claro del fracaso de las políticas energéticas y de gestión estatal que han dejado al país sumido en la oscuridad, literal y figurativamente.
Los apagones en Cuba continúan debido a un déficit significativo en la capacidad de generación eléctrica, causado por averías en varias unidades termoeléctricas, falta de combustible y una obsoleta infraestructura energética. La planificación deficiente y la falta de inversión han agravado esta situación, dejando al país incapaz de satisfacer la demanda de energía.
Los apagones afectan gravemente la vida cotidiana de los cubanos, provocando pérdidas de alimentos, dificultades para realizar tareas diarias y afectaciones en servicios esenciales como hospitales y escuelas. La falta de electricidad también impide estudiar o trabajar desde casa y genera un clima de desesperación entre la población.
