Sanders remueve el malestar de la Guerra Fría. A los electores jóvenes no les preocupa - N Digital
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Sanders remueve el malestar de la Guerra Fría. A los electores jóvenes no les preocupa

MIAMI — A principios de 1989, como alcalde saliente de Burlington, Vermont, Bernie Sanders y su esposa, Jane, hicieron un viaje de ocho día a Cuba, con la esperanza de conocer al dictador cubano Fidel Castro.

Sanders, de 47 años, no se reunió con Castro pero visitó La Habana, se reunió con su alcalde y se maravilló de que los visitantes pudieran tomar un taxi en cualquier lugar del país. “La revolución ahí es mucho más extensa y profunda de lo que yo sabía”, dijo, según The Burlington Free Press, al regresar a casa, y alabó a Cuba por proporcionar atención médica, educación y vivienda gratuitas.

Muchos demócratas de mayor edad que conservan recuerdos nítidos de la Guerra Fría se han desconcertado e incluso ofendido por los elogios de Sanders hacia ese país —los cuales están bajo los reflectores luego de que volviera a mencionar algunos de ellos esta semana en el programa “60 Minutes” — y esta es una de las razones por las que creen que alguien que se describe a sí mismo de socialista demócrata, como Sanders, sería un candidato presidencial peligroso.

“Fue un error garrafal”, señaló Bob Squires, de 70 años, de Murrells Inlet, Carolina del Sur. “Perderá Florida. Si vemos Twitter, las personas que trajeron a familiares de Cuba tienen una opinión muy diferente. Bernie tiene un velo en los ojos”.

No obstante, para muchos progresistas más jóvenes, parece que las reacciones negativas a los comentarios de Sanders —que también fueron emitidas y debatidas en su campaña de 2016 para la presidencia— son debidas al pánico de los “baby boomers” y son una forma perniciosa de tildarlo de comunista, y revelan la división dentro del Partido Demócrata.

“Al parecer, ‘socialismo’ es un término atemorizante del que hemos hablado mucho, pero en realidad no lo entendemos”, comentó Nolan Lok, un estudiante de Química de 18 años de la Universidad de California, campus Los Ángeles, donde emitió su voto el miércoles por la mañana, antes de las votaciones primarias de la próxima semana.

“En una sociedad donde la tecnología es tan importante, donde con menos personas se producen más cosas, vamos a necesitar una sociedad más socialista, donde el gobierno tenga que participar más”, señaló. “Se requerirá que el gobierno haga más cosas, y es algo que debemos agradecer, no temer”.

Esta diferencia generacional entre los demócratas fue muy evidente en las entrevistas que se realizaron en todo el país esta semana para evaluar las opiniones y la historia de Sanders, la cual incluye viajes a la Unión Soviética y Nicaragua cuando era alcalde de Burlington, así como comentarios elogiosos de los sandinistas. Ha rechazado la política exterior estadounidense que respalda a los gobiernos anticomunistas y las fuerzas de resistencia, y es un firme opositor de la guerra. Pero destacan sus comentarios sobre Castro; por ejemplo, su asombro de que los cubanos que conoció en 1989 “le tenían un amor casi religioso”.

Los liberales de mayor edad muestran un respaldo variable a la postura de Sanders, y la ruptura generacional fue menos evidente en el sur de Florida, donde a muchos cubanos, venezolanos y nicaragüenses no les gustan sus opiniones. Sin embargo, los electores progresistas nacidos a finales de la Guerra Fría —muchos de ellos gente de color— rechazaron la idea de que el socialismo sea anacrónico e irrelevante.

Durante años, esas opiniones de izquierda definieron y hasta cierto punto mermaron a Sanders en Washington, quien fue un congresista independiente y luego un senador considerado por muchos como una persona extravagante ajena a la élite de los demócratas. Pero ahora como puntero para la candidatura del partido, Sanders está siendo presionado para que explique su visión antiimperialista del mundo frente al escrutinio y la crítica de sus rivales.

Sanders, de 78 años, fue ridiculizado en el debate del martes en la noche en Charleston, Carolina del Sur, por sus comentarios del domingo en “60 Minutes”, cuando elogió los programas de alfabetización que Castro había establecido. Pete Buttigieg, el exalcalde de South Bend, Indiana, mencionó que Sanders sentía “nostalgia por la política revolucionaria de la década de 1960” y lamentó la posibilidad de “que se reviva la Guerra Fría”.

Buttigieg y otros demócratas dijeron que las opiniones de Sanders no solo están mal orientadas, sino que también refuerzan su imagen como socialista, misma que hará que él y otros candidatos demócratas sean un blanco fácil en las elecciones para el presidente Donald Trump y los republicanos. Y si ganara la candidatura, sus posturas podrían poner en peligro sus oportunidades en Florida, el campo de batalla más grande para las elecciones presidenciales generales, donde no hay mucho aprecio por la Revolución cubana comunista de 1959.

Sanders apoyó su postura en el debate, donde criticó la política estadounidense en Latinoamérica y volvió a elogiar el programa de alfabetización de Castro.

“En ocasiones, podría ser buena idea ser sinceros acerca de la política exterior estadounidense, la cual incluye el hecho de que Estados Unidos ha derrocado a gobiernos de todo el mundo: en Chile, en Guatemala, en Irán”, dijo Sanders.

Las repercusiones no solo fueron evidentes entre los cubanos conservadores, sino entre los liberales que ayudaron al expresidente Barack Obama a obtener el triunfo dos veces en Florida.

“En verdad es increíble que estemos en 2020 y tengamos que volver a hablar de esto”, comentó Fabiola Santiago, columnista de The Miami Herald quien escribió una emotiva columna sobre su experiencia en Cuba cuando era pequeña. “Hay que recordar a Fidel y al sistema cubano. No entiendo cuál es su motivación exactamente”.

La campaña de Sanders no considera que le representen un problema sus comentarios sobre Cuba ni sus elogios a los gobiernos socialistas porque esto les importa más a los electores moderados de mayor edad, una población a la que de por sí Sanders considera que es difícil llegar.

Sus asesores creen que puede competir en Florida en las votaciones primarias de los demócratas, y la campaña tiene planeado poner comerciales en todos los mercados mediáticos importantes antes de la próxima semana. Ya está enviando a miembros de su personal a todas las regiones del estado.

“Los milénials no recuerdan la Guerra Fría”, señaló Maurice Isserman, un profesor de Historia en Hamilton College que ha estudiado el socialismo demócrata. “No reaccionan de la misma manera a la palabra ‘socialista’ ni la asocian con el comunismo totalitario”.

En cambio, los electores jóvenes sí han vivido un cambio estructural en la economía, incluyendo la crisis económica de 2008 y la carga aplastante de la deuda universitaria, que les ha dado una opinión más crítica del capitalismo, afirmó. No obstante, Isserman advirtió que los republicanos utilizarán los comentarios del senador para atacarlo en las elecciones generales.

“Bernie no es comunista”, comentó Isserman. “No es totalitario. Es un tipo de socialista demócrata escandinavo. Pero también es producto de la década de 1960 y tiene un estilo de confrontación muy directa. No tiende a tener un estilo muy diplomático”.

Blanca Estevez, una integrante de Arkansas del Comité Político Nacional de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos, dijo que sus tendencias políticas al principio confundieron a su madre, debido a que la familia huyó de la guerra civil en El Salvador. Pero Estevez señaló que ya había logrado algunos avances.

“He podido conectar los valores cotidianos de mi madre con el trabajo que realizamos, al decirle que ella siempre ha compartido lo que tiene, que siempre ha ayudado al prójimo, que ha visto que la gente tenga lo que necesita cuando está pasando por una mala racha”, señaló Estevez. “Hace cuatro años, mi mamá odiaba a Bernie Sanders. Ahora, tenemos una pancarta de él en el patio de la casa”.

Personas ondeando banderas cubanas celebran el anuncio del fallecimiento de Fidel Castro en el vecindario conocido como la Pequeña Habana en Miami, el 26 de noviembre de 2016. (Scott McIntyre/The New York Times)

c.2020 The New York Times Company

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