València.- Juan Dual es un joven valenciano de 35 años que vive desde hace más de quince sin varias “piezas” -como él mismo ironiza- de su sistema digestivo, por culpa de una grave dolencia que, lejos de mantenerle postrado, le ha servido de impulso para dar un giro a su vida sedentaria y emprender algunas de las experiencias deportivas más extremas en diversas partes del mundo.
“Yo era un gordito feliz, pesaba 106 kilos a los 20 años. Pero en mi familia existe una predisposición genética al 99,8 % de desarrollar tumores en el tubo digestivo. Mi abuela y mi tío fallecieron por cáncer de colon, y otros familiares se han sometido a operaciones similares”, explica Juan en una entrevista con EFE.
En los últimos años, este enfermo crónico se ha convertido en un apasionado del cicloturismo, de las carreras de larga distancia y de la alta montaña, en competiciones o experiencias en las que deja su testimonio de superación personal.
“Primero me quitaron el colon y el recto, después el estómago, y por último la vesícula. Perdí el 50 % de mi masa corporal y me quedé completamente sin fuerzas”, todo ello en un periodo de tres años.
Formado como enfermero, Dual se sintió completamente desahuciado e impedido para seguir trabajando en aquello para lo que se había preparado.
“Estábamos en plena crisis económica y todo a mi alrededor era bastante negativo, así que en cuanto estuve un poco recuperado decidí aprovechar la oportunidad que me dieron unos buenos amigos de mis padres e irme a vivir una temporada a Japón. No hablo una palabra de japonés, no entendía nada en televisión, así que me dediqué a pasear una perrita a diario hasta que un día ella tiró de mí y me di cuenta de que podía trotar”.
Meses después surgió la posibilidad de trabajar en Inglaterra, “en un pueblo bonito, pero sin más entretenimiento que unas colinas preciosas, así que empecé a correr. Ahí conocí a un grupo de deportistas con los que empecé a salir, y algunos de ellos se quedaron sorprendidos por lo hecho polvo que quedaba tras cada salida”, rememora.
“Les conté lo que me pasaba y alucinaron, y ahí nació la idea de enfocar mi vida a motivar a otros”, una tarea que “engancha tanto como el deporte”, admite Juan Dual, quien no tardaría en hacer de nuevo las maletas y sumarse a un voluntariado social en Nicaragua.
De ahí partió en bicicleta hasta el sur del continente, hasta la tierra del Fuego, participando en diversas pruebas extremas como la Ultra Fiord (Puerto Natales, Chile), donde corrió “los 50 kilómetros más locos y maravillosos”, y también en charlas motivacionales.
Tras el periplo sudamericano, Dual ha participado en otros retos extravagantes, como el que le llevó a escalar el monte Tubqal (el más alto de Marruecos, con 4.167 metros) con un alpinista mexicano ciego, con el que previamente corrió 100 kilómetros en tres etapas por el desierto.
“He estado a punto de morir tres veces, la última el pasado verano, cuando casi me desangro por una hemorragia en el aparato digestivo. Lo que para cualquier persona es una gastroenteritis a mí puede hacerme perder hasta siete kilos en 24 horas. Tengo apenas un 3 % de grasa corporal. Puedo digerir, pero no conservar demasiado la energía, así que debo estar comiendo todo el día; es complicado, pero lo tengo aprendido”.
Y confiesa: “Para mí es un verdadero regalo tener la ocasión de hacer esto de vez en cuando, es cierto que casi siempre en contra de las recomendaciones de mi familia, pero siempre regreso para las revisiones médicas. Tengo claro que una carrera no es mi vida, que no voy a matarme corriendo. Y también sé que si no me cuido se me acaba la fiesta”.
En los últimos años, las experiencias de Juan Dual en diversas partes del mundo le han llevado a convertirse en imagen de varias marcas deportivas y comercios especializados en alta montaña, y también ha tenido la oportunidad de transmitir su mensaje de superación a pacientes oncológicos de todo el planeta.
Su agenda está repleta de nuevas pruebas, cada cual más alocada: un ‘everesting’ -ascender y descender hasta acumular 8.848 metros- con jóvenes con parálisis cerebral o una carrera de 160 kilómetros en Castilla-La Mancha con otros amigos “incompletos”.
Retos, todos ellos, que afronta con idéntico ánimo y estoicismo que la próxima operación de riñón a la que debe someterse en los próximos meses para que se le extraiga un tumor -que no guarda relación alguna con su dolencia genética-; ?una más?, dice, del mapa en el que las cicatrices han convertido su cuerpo.
Fuente EFE