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Los milénials, ahogados en deudas, ahora enfrentan una crisis económica

Por Nathaniel Poppe

La última vez que azotó una crisis económica seria en 2008, Evan Shade cursaba el bachillerato y la crisis parecía un evento noticioso que aquejaba a otras personas. Esta vez, que el coronavirus ha doblegado la economía, se ha convertido en un asunto que le afecta en lo personal.

Cuando el mes pasado cerraron las empresas no esenciales en Kansas City, Misuri, donde vive Schade de 26 años, él perdió el empleo que tenía en una tienda de alfombras y casi todos los turnos de su segundo empleo en una cafetería. Su novia, Kaitlyn Gardner, de 23 años, fue despedida de otra cafetería.

El dinero que tienen en sus cuentas bancarias, un poco más de mil dólares, solo es suficiente para cubrir el pago de la renta de 800 dólares de esta semana, olvidémonos del pago de 300 dólares para el préstamo estudiantil o el seguro de gastos médicos que finalmente quería contratar. La pareja ha pasado el tiempo en su casa solicitando seguros de desempleo y buscando, sin éxito, otros empleos.

“Conozco a muchas personas de mi edad que están pasando exactamente por lo mismo”, dijo Gardner.

Los adultos estadounidenses más jóvenes están enfrentando lo que, para la mayoría de ellos, es la primera crisis económica grave en su vida laboral. En muchos aspectos, están muy mal preparados.

Aunque los últimos años fueron en general buenos para la economía estadounidense, contribuyeron poco para que los milénials se hicieran de una base financiera sólida. Abrumados por los pagos a las tarjetas de crédito y las deudas de los préstamos estudiantiles, y con poca representación en los mercados inmobiliarios y de valores, llegan a este periodo incierto con muchas obligaciones y pocos recursos.

Su situación parece doblemente precaria cuando se compara con la de generaciones mayores en la actualidad y con esas generaciones cuando tenían la misma edad, de 23 a 35 años.

Según un análisis realizado para The New York Times por economistas de la Reserva Federal de San Luis, en la crisis financiera de 2008, la Generación X tenía más o menos la misma edad que los milénials tienen ahora, pero poseían en promedio el doble del patrimonio total que tienen ahora los milénials si se suman todas las cuentas bancarias, las acciones y los préstamos.

Ahora, los integrantes de la Generación X, que tienen de 40 a 55, están en una situación sólida en relación con los milénials, incluso después de haber sufrido la crisis de 2008. Tienen unas cuatro veces más activos y más del doble de ahorros que los adultos más jóvenes de Estados Unidos de la actualidad.

Según un análisis del año pasado del Centro de Investigaciones Pew, a quienes poseen un título universitario, una minoría de los adultos jóvenes, les está yendo mejor en promedio que a las generaciones anteriores cuando tenían la misma edad. Pero a todos los demás les está yendo mucho peor.

“Incluso antes de entrar en esta situación, los adultos jóvenes ya estaban en una posición muy precaria”, señaló Reid Cramer, quien dirigió Millennials Initiative at New America, un grupo de estudios de centro izquierda. “Un impacto repentino en verdad va a tener fuertes repercusiones en esta generación”.

El desconcierto provocado por el coronavirus ya ha generado otras discordias generacionales. Los estudiantes universitarios que hacían fiestas en las playas de Florida se han ganado la animadversión de los estadounidenses mayores que enfrentan riesgos de salud más importantes cuando en las reuniones de los jóvenes se propaga el virus.

No obstante, aunque quizás los adultos jóvenes sufran menos problemas de salud, son más vulnerables a los costos económicos de la recesión. De acuerdo con informes del gobierno, es mucho más probable que los milénials tengan empleos de medio tiempo o trabajos esporádicos, a los cuales les ha ido muy mal. Por lo general, estos trabajos ofrecen pocas prestaciones para mitigar los embates de las malas rachas.

La falta repentina de su sueldo, junto con una amplia variedad de deudas que tienen que pagar mensualmente y la caída de inversiones, están obligando a algunos milénials a tomar medidas desesperadas. En las redes sociales se debate mucho acerca de cuál es la mejor forma de obtener dinero de las cuentas del plan de retiro 401(k) para poder pagar su renta.

Andrew Lawson, de 29 años, estaba ganando de 500 a 600 dólares a la semana en la empresa de entrega de alimentos DoorDash en la isla de Hawái. Luego de que el estado cerró las empresas no esenciales, dejaron de funcionar la mayoría de los restaurantes. En tres días de trabajo durante una semana Lawson ganó menos de 60 dólares, los cuales no le alcanzaban para pagar la gasolina necesaria para llegar a Kona, la ciudad donde está el trabajo.

“En esta época, tal vez, después de esperar tres horas, me den un pedido de cinco dólares de McDonald’s”, comentó.

Lawson tiene un hijo de dos años y su esposa, que no trabaja, está embarazada. Se estaban manteniendo a base de fideos hasta que Lawson fue a un banco de alimentos y consiguió una bolsa de papas y algunas zanahorias. Se ha registrado en todas las redes sociales para difundir que necesita un trabajo… cualquiera.

“Denme algo con lo que pueda alimentar a mi familia”, dijo. “No me importa qué”.

La desigualdad entre los milénials es incluso más evidente cuando se considera la raza. De acuerdo con las investigaciones de New America, las familias jóvenes de raza negra de todos los niveles de escolaridad se han rezagado aún más que sus contrapartes de raza blanca durante las últimas dos décadas en aspectos como el patrimonio familiar y la propiedad de una vivienda.

“Con el tiempo, se ha vuelto más difícil para las familias jóvenes hacerse de un patrimonio”, señaló William R. Emmons, economista principal del Centro para la Estabilidad Financiera de las Familias de la Reserva Federal de San Luis. “Creíamos que tal vez se emparejarían después, pero la situación actual no me da muchas razones para creer que eso va a ocurrir”.

Estas desventajas ya están configurando las perspectivas a largo plazo de los estadounidenses jóvenes. Ellos tienen muchas menos probabilidades de casarse, tener hijos o poseer casa propia que los estadounidenses de la misma edad en décadas anteriores.

Gardner dijo que ella y Schade en algún momento querían tener una familia y una casa. “Vamos a estar endeudados por un buen tiempo y para nada es factible tener hijos”, afirmó.

Aunque hay probabilidades de que la crisis no dure mucho, los economistas suponen que la inestabilidad que ya se ha generado tendrá consecuencias a largo plazo para las familias jóvenes.

La crisis de 2008 hizo que los estadounidenses jóvenes de esa época no quisieran invertir en la bolsa de valores. De acuerdo con información de la Reserva Federal de San Luis, ahora los milénials poseen, en promedio, solo una tercera parte de las acciones del mercado de valores que la Generación X antes de la crisis económica de 2008.

Eso significa que las familias jóvenes no han disfrutado de las ganancias del mercado que hubo la década pasada. En la actualidad, el integrante promedio de la Generación X tiene diez veces más recursos procedentes del mercado de valores que los milénials.

Jack Ankenbruck, de 25 años, quien hasta hace un mes se ganaba la vida tocando la batería en una banda de Nashville, Tennessee, comenzó a poner dinero en una cuenta de inversiones con la empresa emergente Acorns el año pasado y, para febrero, la había incrementado hasta 2000 dólares. En las últimas semanas, el valor de la cuenta se desplomó a casi la mitad, lo que le hizo dudar de su decisión inicial de haber invertido ahí.

“Estoy pensando qué habría sucedido si solo hubiera guardado esos 30 dólares a la semana; todavía tendría ese dinero, y podría usarlo ahora”, comentó Ankenbruck, quien ha estado buscando ganar algo de dinero dando conciertos por internet.

Evan Schade, de 26 años y Kaitlyn Gardner, de 23, quienes perdieron su empleo y solo tienen un poco más de mil dólares entre los dos, cerca de su departamento en Kansas City, Misuri, el 29 de marzo de 2020. (Shawn Brackbill/The New York Times)

Andrew Lawson, de 29 años, quien en las últimas semanas ha perdido la mayor parte de sus ingresos, con Juliana, su esposa embarazada, y Vesuvianite, su hijo de dos años, afuera de su casa en Ocean View, Hawái, el 29 de marzo de 2020. (Megan Spelman/The New York Times)

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