El Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, publicó millones de anuncios de propaganda oficial en portales investigados por difundir noticias falsas, de acuerdo a un informe parlamentario obtenido y publicado por el diario O Globo.
“Entre ellos están portales que divulgan noticias falsas, ofrecen inversiones ilegales y aplicaciones de contenido pornográfico”, dice el informe elaborado por una comisión parlamentaria que investiga la propagación de las llamadas “fake news”, publicado por el periódico.
Según O Globo, “se identificaron 843 canales” que consultores de la comisión parlamentaria “consideraron inadecuados” para difundir propaganda oficial y pagada “con recursos públicos” de la Secretaría Especial de Comunicación (Secom) de la Presidencia.
“Entre ellos, están 47 portales que divulgan noticias falsas, 741 canales de Youtube que fueron removidos por incumplir normas de la plataforma, 12 portales de noticias sobre juegos de azar, siete que ofrecen inversiones ilegales y cuatro de contenido pornográfico”, dice el informe.
En total, en esos portales, a los que se suman aplicaciones de servicios de mensajería igualmente sospechosas, se publicaron “2, 065 millones de anuncios pagados con recursos de la Secom”.
El documento dice que la Secom se valió de la plataforma Google AdSense, que reenvía propagandas directamente a portales y sitios de internet, pero permite al anunciante bloquear a aquellos que considere no apropiados, lo cual no fue hecho.
Algunos de los beneficiarios de esa propagada oficial fueron portales y canales de internet que son investigados por la Corte Suprema en el marco de un proceso que apunta a identificar a los responsables de una masiva difusión de amenazas de muerte y noticias falsas que afectan a algunos de los miembros de ese tribunal.
En ese caso, todos los investigados son activistas de grupos de ultraderecha que respaldan al Gobierno de Bolsonaro y han convocado manifestaciones, a las que suele asistir el propio gobernante.
Mientras tanto, el mandatario brasileño calificó de “terroristas” a los manifestantes antifascistas que protestan contra su Gobierno, siguiendo así el ejemplo de su homólogo estadounidense, Donald Trump, que usó el mismo término para referirse a quienes protestan por racismo.