Argel, EFE.- El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboun, recibió hoy al presidente del Parlamento de Tobrouk, Aquila Salah, en una reunión destinada a buscar una salida a la guerra en Libia.
En declaraciones a la salida del encuentro, Salah, que lidera el Parlamento elegido democráticamente en 2014 y que ahora tutela el mariscal Jalifa Hafter, líder militar del gobierno no reconocido en el este de Libia y hombre fuerte del país, aseguró que el mandatario argelino “nos expresó claramente su apoyo a Libia y su disposición a ayudar a los libios”.
“El presidente Tebboun nos aseguró que trabajará con sus homólogos de Egipto y Túnez en la solución de la crisis libia y que tomó nota de nuestra iniciativa, anunciada en El Cairo”, señaló.
“Nos aseguró, también, que no escatimará ningún esfuerzo para reunir a los libios en torno a la mesa del diálogo con el fin de lograr una solución, de conformidad con las conclusiones de la Conferencia de Berlín”, agregó.
El palacio presidencial argelino aseguró, por su parte, que Tebboun reiteró “la posición inalienable de Argelia a favor de un diálogo entre los hermanos libios con el fin de lograr una solución política, único medio que garantice la soberanía y la integridad territorial del Estado libio, lejos de cualquier intervención militar extranjera”.
El viernes, Tebboun, en una entrevista con los medios locales, renovó la oferta de su país de mediar entre las partes en la crisis libia, insistió en que “la solución en Libia no será militar” y subrayó que la posición de su país “es equidistante”.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los diversos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
Desde el fallido proceso de paz impulsado por la ONU, el conflicto fratricida ha devenido en un enfrentamiento multinacional totalmente privatizado, sin ejércitos, librado por milicias locales y mercenarios extranjeros.
En los últimos 14 meses, los combates se han intensificado y han segado la vida de más de 1.800 personas -cerca de 400 de ellas civiles-, causado heridas a unas 20.000 y obligado a alrededor de 200.000 a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos.