La cadena de más de 200 temblores ha reavivado el interés de los científicos en esta región geológicamente activa, pero poco estudiada.
El pasado 31 de marzo, la cordillera Sawtooth, en el centro de Idaho (EE.UU.), se vio sacudida por un potente terremoto de magnitud 6,5, el segundo más fuerte en las estadísticas del estado luego desde que en 1983 se registrara uno de 6,9.
Desde entonces, la región no ha dejado de temblar, experimentando 211 sismos de magnitud 3,0 o superior hasta el 24 de junio, según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS, por sus siglas en inglés).
La última secuencia de temblores ha reavivado el interés de los científicos en esta región geológicamente activa, pero poco estudiada.
El epicentro del terremoto inicial se localizó a unos 26 kilómetros al norte de la falla de Sawtooth, descubierta hace casi una década y de la que no se sabía a ciencia cierta si estaba activa. Tras estudiar las réplicas —que generalmente ocurren a lo largo de la misma falla que causó el terremoto principal— una parte de los científicos cree ahora que la falla se extiende más al norte de lo que se pensaba antes del temblor, según indica el sismólogo de la Universidad Estatal de Boise, Dylan Mikesell, citado por East Idaho News.
Otros investigadores, como Claudio Berti, director del Servicio Geológico de Idaho, sugieren que la falla de Sawtooth podría estar expandiéndose hacia el norte, aprovechando las aberturas en la corteza terrestre.
Finalmente, otra de las teorías apunta a que podría haberse registrado una transferencia de energía de la falla de Sawtooth a otra falla cercana, desconocida hasta ahora, originando la reciente cadena de terremotos.
De momento, los geólogos siguen recopilando más datos sobre la región para poder trazar una imagen más clara de lo que está sucediendo debajo de la superficie. Además de recolectar lecturas sísmicas y analizar muestras de suelo, usarán tecnología láser llamada LIDAR para buscar señales de movimiento en el área.
En cuanto a las réplicas, los geólogos indican que es común que se produzca una serie de sismos más pequeños tras uno potente, y que pueden durar días, semanas, meses e incluso años después del temblor principal. “Las réplicas se desacelerarán durante, digamos, las próximas décadas, pero luego no desaparecerán por completo”, señala Mikesell.
Fuente RT