Los manatíes Juanita, Pepe y Lupita que pronto volverán a su hábitat natural y sus héroes silentes, Danna De Oleo, Karina Hierro, Francisco Santos, Francisco Javier y Pablo Sosa, quienes durante años les han manteniendo en perfectas condiciones, dicen sentir tristeza por su partida pero estar felices de que estarán de donde no debieron salir.
Estas cinco personas forman parte de los 11 biólogos y técnicos del Acuario Nacional que todos los días desde la llegada de Juanita, Pepe y Lupita a ese centro, velan por la alimentación y el cuidado de estos manatíes.
Danna De Oleo, trabaja desde hace 27 años en el Acuario Nacional. Como bióloga, ha estado cerca de Juanita y Pepe desde el 2012 cuando fueron trasladados allí con diversas heridas.
Con Lupita, aunque llegó años más tarde en 2018, no ha sido distinto, ha vivido la evolución de los manatíes formando parte fundamental en la mejoría de los mismos.
Antes de las 8:00 de la mañana, Danna está junto a sus compañeros, que forman dos turnos, para darles las seis alimentaciones al día que requieren los manatíes.
“Nos da un poco de nostalgia porque ya nos hemos acostumbrado bastante a ellos, pero entiendo que ellos deben cumplir su ciclo y volver a su hábitat”, manifiesta De Oleo.
Este es el estado que reina entre los técnicos del Acuario, quienes permanecen entre la tristeza de tener que despedirse y la alegría de saber que los manatíes pronto estarán en el mar, donde podrán reproducirse y tener una vida como la propia naturaleza les exige.
Tal es el caso de los biólogos Karina Hierro y Francisco Santos, quienes tienen siete y cuatro años alimentando a los manatíes, tiempo en el que se han encariñado a tal nivel con Juanita, Pepe y Lupita, que a la hora de darles de comer jugaban con ellos y les ponían motes cariñosos como “Gordo” a Pepe y “Princesa” a Juanita.
“Me siento triste porque ya después de siete años cuidándolos y estando al pendiente de ellos uno siente como que un poquito de apego”, expresa Hierro con el rostro visiblemente nostálgico.
Ahora para ellos el cuidado con los animales es distinto. Como parte del proceso de adaptación procuran el menor contacto con los manatíes para que puedan entender que ese cariño ya no lo encontrarán en el mar y que en las aguas es mucho más conveniente no jugar con los humanos para evitar que vuelvan a repetir la historia de agresión que dio curso a que fueran llevados al Acuario Nacional para ser curados.