Las 38 personas, entre ellas 24 niños, secuestradas hace diez días en una escuela del centro-oeste de Nigeria fueron liberadas, anunciaron este sábado las autoridades locales, al día siguiente de un nuevo secuestro masivo de 317 chicas en el norte del país.
“En realidad, no eran 42 rehenes como pensábamos, sino 38”, explicó a la AFP Sani Idris, portavoz del gobernador del estado de Níger, ubicado en el centro-oeste de Nigeria, región azotada por los grupos criminales.
“Los estudiantes, los profesores y sus allegados del Colegio de Ciencias de Kagara recuperaron la libertad y son recibidos por el gobierno local”, había anunciado unas horas antes Abubakar Sani Bello, gobernador del estado de Níger.
A mediados de febrero, hombres armados atacaron esta escuela pública de enseñanza secundaria de Kagara, matando a un estudiante y secuestrando a 27 alumnos, tres profesores y 12 miembros de familias del personal.
Los “bandidos” siembran el terror en las poblaciones locales, realizan secuestros masivos a cambio de pago de rescate, saquean pueblos y roban ganado desde hace varios años, especialmente en el noroeste y centro-oeste de Nigeria.
Pero últimamente, multiplican también los secuestros en las escuelas.
El viernes, 317 adolescentes escolarizadas en el estado de Zamfara, en el noroeste, fueron secuestradas en sus dormitorios colectivos. Las fuerzas de seguridad, acompañadas por habitantes en cólera, lanzaron un operativo de rescate.
Ese mismo día, padres de estudiantes secuestradas atacaron el convoy oficial que quería llegar a la escuela, hiriendo de gravedad en la cabeza a un periodista local.
Este sábado, la escuela de las estudiantes secuestradas estaba totalmente desierta, constataron periodistas de la AFP.
En el recinto solo quedaban camas de metal amontonadas, viejos colchones y piezas de ropa abandonadas.
“Hubiera preferido que mis dos hijas hubieran sido asesinadas”, reconoció Abubakar Zaki, un padre angustiado por la situación. “Al menos las habría enterrado y sabría que están cerca de Alá, en lugar de saber que están en manos de los bandidos”.
A principios de diciembre, 344 alumnos fueron secuestrados en una escuela de Kankara, en el vecino estado de Katsina, antes de ser liberados una semana más tarde.
Ante cada nuevo secuestro masivo, las autoridades federales o locales afirman no pagar rescate para la liberación de los rehenes, algo que es poco probable según los expertos en seguridad que temen que este tipo de delito se multiplique en la región.
A principios de febrero, Awwalun Daudawa, responsable del secuestro de Kankara, se entregó a las autoridades a cambio de un acuerdo de amnistía, durante una ceremonia pública en presencia de un grupo de periodistas.
Según el experto Yan Saint-Pierre, que dirige el centro de análisis en seguridad Modern Security Consulting Group, esto envía una mala señal a los criminales.
El viernes, el presidente Muhammadu Buhari, muy criticado por la situación catastrófica en materia de seguridad en el norte de Nigeria, afirmó que no “cederá al chantaje” de los bandidos en el caso de las chicas secuestradas en Zamfara.
Su número es incierto, pero estos grupos atraen cada vez más a jóvenes desocupados en esas regiones, que registran más de 80% de pobreza extrema en su población.
“No se puede decir cuántos son exactamente”, explica a la AFP Nnamdi Obasi, analista para Nigeria de International Crisis Group (ICG). “Se dividen, se reagrupan, forman alianzas entre ellos… Y solamente en el estado de Zamfara, se estima que hay unos 40 lugares” donde viven y se ocultan, continúa.
Algunos de estos grupos cuentan con cientos de combatientes y otros apenas con unas decenas. Varios de ellos tienen fuertes lazos con los grupos yihadistas presentes en el noreste del país.
La violencia criminal de estos grupos ha dejado más de 8.000 muertos desde 2011, y ha forzado a más de 200.000 personas a huir de sus casas, según un informe del grupo de reflexión del International Crisis Group (ICG), publicado en mayo de 2020.
La otra preocupación frente a esta nueva tendencia es que esos secuestros fomentan cada vez más la desescolarización de los niños, y particularmente de las chicas, en esta región que cuenta ya con la cifra más alta de niños que no van a la escuela, según el ICG.