La tasa promedio de desocupación juvenil en América Latina y el Caribe alcanzó en el primer trimestre de 2021 el nivel más alto desde que se tiene registro, al llegar al 23,8 %, lo que implica que entre 2 y 3 millones de jóvenes quedaron por fuera de la fuerza laboral ante la falta de oportunidades por la pandemia.
Así lo reveló este jueves el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, con motivo del Día Internacional de la Juventud.
Pinheiro detalló en un comunicado que la tasa de 23,8 % de desocupación juvenil en la región representa un aumento de 3 puntos porcentuales en comparación con el nivel registrado antes de la llegada del coronavirus.
En paralelo, cayó cerca de 3 puntos porcentuales la tasa de participación laboral de los jóvenes entre 15 y 24 años, al situarse al 45,6 % en los primeros tres meses de 2021.
“GENERACIÓN DEL CONFINAMIENTO”
Ante este escenario, el director de la OIT para América Latina y el Caribe alertó del “desafío urgente” de los países de la región de tomar medidas para desactivar la “bomba del tiempo” representada por el legado de alto desempleo, informalidad y falta de oportunidades para los jóvenes que está dejando la crisis generada por la covid-19.
“La población joven está entre los que padecen con mayor intensidad las consecuencias sociales y económicas de la pandemia en la región, y harán frente a los efectos de la misma en los próximos años de su vida laboral, corriendo el riesgo de pasar a construir una generación del confinamiento”, declaró Pinheiro.
Destacó que esta generación ha experimentado los impactos de la pandemia a través de “una multiplicidad de canales, tales como la interrupción de sus programas educativos o de formación y de puente hacia el mercado de trabajo, la pérdida de empleo y de ingresos, y la perspectiva de enfrentar mayores dificultades para encontrar una ocupación en el futuro”.
INFORMALIDAD Y PROTESTAS
En el comunicado, Pinheiro también vaticinó que “aunque la demanda de empleo comience a evidenciar un comportamiento más favorable de la mano de un mayor dinamismo económico, las oportunidades de empleo para los jóvenes continuarán estando muy restringidas”.
Además, “la ya elevada incidencia de la informalidad entre estos trabajadores, que afectaba a seis de cada diez jóvenes antes de la pandemia, corre el riesgo de incrementarse aún más”.
En este sentido, sostuvo que será necesario que los países de la región cuenten con estrategias específicamente destinadas a enfrentar este problema “estructural y complejo”, con políticas que apunten a aumentar la oferta de trabajo y estimulen la contratación de jóvenes.
Pinheiro agregó que, más allá de las afectaciones en la trayectoria laboral de esta generación, la falta de oportunidades de empleo juvenil también son “fuente de desaliento y frustración, lo cual puede desembocar en situaciones conflictivas e incluso afectar la gobernabilidad a diversos niveles”.
“Las protestas que habían surgido en diversos países de esta región antes de la pandemia eran encabezadas por jóvenes. Después de una crisis feroz que ha dejado a muchas personas sin esperanzas, ya hemos visto cómo en algunos países esos jóvenes vuelven a salir a reclamar un porvenir”, señaló.