La arritmia es una alteración del ritmo cardiaco que se puede producir por tres motivos: un impulso eléctrico que no se genera adecuadamente; que se origina en un sitio erróneo; o por una alteración en los caminos para la conducción eléctrica.
Las arritmias se pueden clasificar en función de su origen, su frecuencia cardiaca o su modo de presentación:
- Origen: supraventriculares (originada en las aurículas o en el nodo aurículo-ventricular) o ventriculares (originadas en los ventrículos).
- Frecuencia cardiaca: rápidas/taquicardias (frecuencia superior a los 100 lpm) o lentas/bradicardias (frecuencia por debajo de los 60 lpm).
- Modo de presentación: crónicas (de carácter permanente) o paroxísticas (se presentan en ocasiones puntuales).
El doctor Julián Pérez-Villacastín, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), explica que las arritmias pueden causar síntomas como palpitaciones, mareo, síncope, dolor torácico o pérdida de conocimiento, aunque subraya que también pueden pasar inadvertidas y detectarse casualmente cuando se realizan pruebas diagnósticas.
Variedad de pruebas diagnósticas
La prueba diagnóstica de referencia para detectar arritmias es el electrocardiograma. Sin embargo, como explica el presidente de la SEC, “tiene la desventaja de que solo registra la actividad eléctrica cardiaca en el momento en que se está realizando y, por tanto, solo nos muestra si existen arritmias en ese momento”.
En otras ocasiones pueden utilizarse otras pruebas como el Holter, que registra la actividad eléctrica del corazón durante un periodo de tiempo más prolongado (uno o dos días).
Con menos frecuencia se emplean los Holter implantables, dispositivos que pueden llevarse durante años y que se reservan para pacientes en los cuales se sospechan arritmias graves que no se han podido detectar mediante otros métodos.
Cuando se sospecha que existe una arritmia relacionada con el esfuerzo físico, puede realizarse una prueba de esfuerzo o ergometría.
También puede estudiarse en profundidad el sistema de conducción cardiaco e intentar reproducir las arritmias mediante un estudio electrofisiológico.
“Este estudio se realiza introduciendo unos cables en el interior del corazón, generalmente desde las venas de las piernas, que permiten registrar la actividad eléctrica cardiaca y estimular el corazón para reproducir arritmias”, explica el doctor Julián Pérez-Villacastín.
Por otro lado, también puede realizarse una ecocardiografía para averiguar si existe alguna alteración estructural del corazón asociada a la arritmia.
Pronóstico y tratamiento
Respecto al pronóstico, depende del tipo de arritmia y del estado basal del paciente.
“Generalmente las bradiarritmias tienen un buen pronóstico después de ser tratadas, y entre las taquiarritmias, las supraventriculares, tiene un pronóstico más favorables que las ventriculares”, señala el presidente de la SEC.
En cuanto al tratamiento, también depende del tipo de arritmia, su causa y las características del paciente.
En aquellos pacientes con riesgo de arritmias potencialmente mortales, puede implantarse un desfibrilador, un dispositivo con la capacidad de administrar descargas eléctricas desde dentro del corazón para cortar arritmias que pueden poner en riesgo la vida.
Por último, el doctor Julián Pérez-Villacastín recomienda a quienes practican deporte “la importancia de parar ante cualquier síntoma como dolor de pecho, mareo, palpitaciones o dificultad respiratoria”.
EFE