Riga (Letonia).- Los países bálticos avanzan muy lentamente en la legalización del uso del cannabis en determinadas circunstancias, entre los intentos de equipararse a otros países de la Unión Europea (UE) y el freno de quienes se resisten a descriminalizar esa sustancia.
Las capitales bálticas no son como Ámsterdam, donde el cannabis se vende abiertamente en los “coffee shops” -aunque sea técnicamente ilegal-, ni como la “zona libre” informal de Christiania, en Copenhague. Ni siquiera como los estados estadounidenses de California, Massachusetts u otros, donde el cannabis recreativo para fumar o en forma comestible se ofrece legalmente.
Despenalizar o legalizar el cannabis en Letonia, así como en Lituania o Estonia, sigue siendo una lucha ardua, explicó a EFE Krisjanis Lange, que dirige una página letona de Facebook llamada “La Embajada del Cannabis”.
Mientras que Estonia sólo impone ya sanciones civiles por la posesión de hasta 7,5 gramos de marihuana, los esfuerzos para despenalizar el cannabis en Letonia y Lituania se han estancado, dice Lange, cuya página tiene unos 500 seguidores.
Esa cifra es menor que los varios cientos de personas que se encuentran en las cárceles letonas por “delitos de narcóticos”, sin que haya un desglose estadístico de quienes han sido condenados por delitos relacionados con los opiáceos, la cocaína o simplemente por posesión de marihuana.
El activista de la legalización afirma que, a falta de directrices legales claras, el consumo de marihuana tiene consecuencias distintas según en qué parte de Letonia ocurra. En Riga, dice, la policía puede pasar por alto a los fumadores ocasionales. Pero en zonas rurales, los consumidores o los que comparten el momento con sus amigos pueden ser procesados.
“Hay diputados en el Saeima (Parlamento) que están a favor de la despenalización o incluso de la legalización cuando hablan en privado, pero no impulsan la legislación en las comisiones porque tienen miedo a la reacción de los dirigentes de su partido o al voto conservador antes de las elecciones legislativas de octubre”, dijo Lange.
Anda Caksa, ex ministra de Sanidad y diputada de Nueva Unidad (JV), el partido del primer ministro Krisjanis Karins, comentó a EFE que era partidaria de avanzar hacia la legalización del uso médico del cannabis y quizás despenalizar su uso recreativo.
A los legisladores les preocupa que la legalización del uso recreativo sea vista como un estímulo para que los jóvenes consuman cannabis, afirma. “Hemos abordado la cuestión de la despenalización, deberíamos hacerlo con fines médicos, ya que el cannabis es útil contra el dolor”, dijo la diputada, que es médico.
En una encuesta del pasado febrero, el 70 por ciento de los letones estaba a favor de permitir el uso médico de la marihuana con receta médico. Pero sólo el 13 por ciento estaba a favor de hacerlo tanto para el uso médico como el recreativo.
ARRAIGO BÁLTICO
El cannabis con efecto psicotrópico es una variedad de cáñamo, una planta muy cultivada en todos los países bálticos, con usos ancestrales que van desde la fabricación de cuerdas hasta una “mantequilla de cáñamo” espesa pero no tóxica.
Las plantas con las hojas características que se ven en los carteles y camisetas crecen en muchos jardines de casas de campo letonas y, aunque algunos las cosechan para hacer mantequilla, a menudo se dejan como hierba decorativa.
Sin embargo, la policía letona hace a veces redadas en jardines de cáñamo en caso de sospecha de que cultivan la otra variedad. Una pensionista que cultivaba cáñamo en una casa de campo sufrió una redada en su jardín en 2018, en la que se incautaron 400 plantas, lo que arruinó su negocio casero de mantequilla de cáñamo. Las autoridades tienen aún pendiente de pago una indemnización de 1.500 euros el pasado otoño.
En Lituania, al igual que en Letonia, la despenalización se estancó en el Parlamento, a pesar de que las enmiendas a la ley fueron respaldadas por el Partido de la Libertad, miembro de la coalición gobernante de la primera ministra Ingrida Simonyte.
La medida que fracasó en una votación casi igualada el pasado otoño habría hecho que la posesión de pequeñas cantidades de cannabis se castigara con una multa de entre 50 y 350 euros.
En Estonia, la marihuana parece ser la droga más consumida, según las encuestas y estudios tales como el análisis de las aguas residuales. El consumo de drogas en el país ha descendido entre el primer y el segundo trimestre de 2022, según el Ministerio de Justicia.
Letonia ha tenido campañas de firmas para la despenalización de la marihuana desde 2012, pero fueron rechazadas por el parlamento. Según Lange, “exageraron” sus argumentos a favor de la sustancia.
Supuestamente, los defensores de la legalización traían una lista de 100 usos beneficiosos de la marihuana y el cáñamo, muchos de los cuales eran científicamente dudosos y presentaban el cannabis como una panacea.