Los medios internacionales se han colmado de análisis sobre los eventos del 30 de abril y el 1° de mayo, cuando el presidente interino de Venezuela Juan Guaidó, reconocido por más de 54 países, lanzó un levantamiento popular (acogiéndose a las secciones 333 y 350 de la Constitución Venezolana de 1999), para buscar el apoyo del mando militar y expulsar al dictador Nicolás Maduro. Su #OperaciónLibertad llenó de esperanzas a millones de venezolanos, dos tercios de los cuales sufren hambruna mientras los bolsillos de Maduro engordan cada día.
Para ser justos, Maduro no inventó la mayor cleptocracia de la era moderna, con más de USD 200 mil millones robados, según las estimaciones más conservadoras. Su predecesor, Hugo Chávez, estableció los mecanismos, pero Maduro los perfeccionó. En 2002, en respuesta a una huelga petrolera, y después de perder el poder durante 48 horas, Chávez militarizó la empresa estatal petrolera “Petróleos de Venezuela SA” (PDVSA). Los ejecutivos petroleros hábiles y formados a nivel internacional fueron expulsados, y los comandantes militares leales a la ideología del dictador, sin ningún conocimiento de la industria petrolera pero vinculados a organizaciones narcoterroristas, incluida Hezbolah, se hicieron cargo.
La transferencia de autoridad permitió grandes mecanismos de corrupción, con el dinero supuestamente designado para el desarrollo económico que fluye mediante fondos ilícitos. Con el ascenso de Maduro al poder, todo empeoró. El departamento financiero de PDVSA se convirtió en un mecanismo de lavado de dinero para todos, desde Irán hasta las FARC y el crimen organizado ruso.
¿Cómo surgió la relación de Venezuela con Irán? Fue a través de la política oficial de Hugo Chávez, que abrió canales financieros de Irán en Venezuela. Durante sus visitas a Teherán en 2001 y 2003, Chávez firmó acuerdos estratégico con el presidente Mahmoud Ahmadinejad para la fabricación de partes integrales de tractores y automóviles, así como para la banca, incluido el banco iraní Toseyeh Saderat.
La relación con Hezbollah comenzó de forma distinta. América Latina recibió muchos inmigrantes libaneses en 1980, durante la guerra civil. En la década de los 90, el Hezbollah libanés trató de profundizar sus relaciones financieras con su exilio latinoamericano, ya que las administraciones de los presidentes Rafsanjani y Khatami redujeron su financiamiento en casi un 70%, y las sanciones también tuvieron un impacto significativo en la economía iraní.
Los dos vínculos se unieron en 2007, cuando el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, y el viceministro de Finanzas, Rafael Issa, se reunieron con el líder de Hezbolla, Hassan Nasrallah, en la habitación de un hotel de Damasco. De ese encuentro, Maduro voló a Teherán para unirse a Chávez en su reunión con Ahmadinejad. Desde entonces hasta ahora, se establecieron muchos lazos comerciales ilícitos. El cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán abrió filiales en Venezuela, y después movió dinero a través de PDVSA, usándolo para entrar al sistema financiero internacional y evadir sanciones.
Pero hay vínculos mucho más profundos que unen a Hezbollah con Venezuela: lazos de sangre. Un buen ejemplo es el ex ministro de Interior y de Justicia Tareck el-Aissami, un venezolano de ascendencia siria. El-Aissami apareció en el Acta Kindpin de EEUU en febrero de 2017 por desempeñar un papel trascendental en el tráfico internacional de narcóticos mientras ejercía como vicepresidente de Venezuela. El nombre de su hombre principal, Samark López Bello, también aparecía por brindar asistencia material para sus actividades, a través de una red internacional de compañías petroleras, de distribución, ingeniería, telecomunicaciones y por la tenencia de sociedades holding a través de las cuales lavaba las ganancias de la droga. Muchos de ellos tenían contratos gubernamentales con PDVSA.
Si bien los esfuerzos de la #OperaciónLibertad no lograron el objetivo de derrocar a Maduro, sí consiguió destapar mucho. La liberación del prisionero político Leopoldo López por parte de sus captores del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), y el apoyo a Guaidó de algunos militares de rango medio, revelaron el alcance de la fractura interna del régimen. Ahora también sabemos que el círculo más cercano a Maduro ha estado negociando su salida. El asesor de seguridad de EEUU, John Bolton, dijo que Maduro ahora está “rodeado de escorpiones dentro de una botella”. El secretario de estado de EEUU, Mike Pompeo, aseveró que Maduro habría subido al avión que le esperaba para huir, si no hubiera sido por la interferencia rusia. En esencia, los rusos están siguiendo su manual sirio de estrategias. Su mensaje a Maaduro fue claro: confía en nosotros, nosotros mantuvimos a Assad en el poder, te podemos mantener en el poder a ti también.
Los rusos temen perder los USD 17 mil millones que le prestaron a Maduro, de los cuales USD 10 mil millones aún están pendientes, así como la refinería de petróleo y los derechos de gas que han obtenido, si Guaidó ocupa el palacio presidencial e invoca la doctrina de la “deuda odiosa”, porque los préstamos no se realizaban a través de los canales constitucionales de aprobación de la Asamblea Nacional, y estaban diseñados para mantener a una élite opresiva en el poder.
Si bien es probable que la intromisión rusa se compre en un acuerdo de reembolso con un gobierno posterior a Maduro, Hezbollah presentará un desafío diferente. Las sanciones de EEUU a Venezuela han tenido un efecto secundario en las finanzas de Hezbollah, impactando los salarios de sus combatientes en Siria y mermando su capacidad militar y terrorista. Sin embargo, todavía ganan mucho dinero a través del tráfico de drogas del régimen de Maduro, que continúa aumentando en proporciones horribles, mientras el cártel respaldado por el ejército de Maduro se apura para obtener efectivo y evitar las sanciones. El ejército de Maduro está obteniendo un estimado de USD 8,8 mil millones al año por el tráfico de narcóticos, gasolina, alimentos, oro y coltán. Como vimos esta semana, no se alejarán fácilmente de sus intereses financieros, lo que se adapta perfectamente a Hezbollah.
Mantener a Maduro en el poder es lo mejor para Hezbollah, y trabajarán duro para lograrlo. Durante mi vista a Beirut en 2012, prometieron que mantendrían el poder con quien fuera que sucediera a Chávez. Desde entonces, Nasrallah ha declarado abiertamente que le gustaría ver a su hombre, Aissami, suceder a Maduro.
La preocupación es que Hezbollah tratará de mantener a Maduro a través de operaciones asimétricas o terroristas, si Maduro enfrentara una amenaza militar importante que pusiera en riesgo su poder. Si el cambio de régimen fuera inevitable, harían planes para mantener abiertos sus canales de financiación ilícitos a través de los militares que queden más allá de la transición, tal vez con Guaidó y con futuros políticos, identificando aliados. Este es el clásico modus operandi de Hezbollah.
Si no se desarrolla un plan para abordar cómo tratar a Hezbollah de manera efectiva, ahora y después de la transición, el sufrimiento de mi pueblo se extenderá y profundizará. Ya estamos concienciados para superar la crisis de refugiados sirios en el transcurso del año, desestabilizando a los países vecinos que han trabajado arduamente para superar sus insurrecciones terroristas y encontrar paz y prosperidad, como Perú y Colombia. Interrumpir la financiación de grupos criminales y terroristas de Venezuela ayudaría a mejorar la seguridad no sólo del hemisferio occidental, sino también en el Medio Oriente.
Vanessa Neumann es la embajadora designada por Juan Guaidó y jefa de misión diplomática en el Reino Unido. Antes de su nombramiento, fue experta en crimen y terror y la autora de “Blood Profits: cómo los consumidores estadounidenses financian sin querer el terrorismo”.
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