El fabricante de vehículos Toyota Motor ha decidido poner fin a la producción en su fábrica rusa de San Petersburgo, que llevaba más de medio año suspendida por los problemas de suministro y las sanciones por la guerra en Ucrania.
La empresa, líder mundial del motor por ventas, suspendió las operaciones de su única planta en Rusia el pasado 4 de marzo por la interrupción del suministro de materiales y componentes clave, pero mantenía contratada a su fuerza laboral en el país para labores de mantenimiento, de cara a un posible reinicio de la producción.
“Sin embargo, después de seis meses, no hemos sido capaces de reanudar las actividades normales y no vemos indicios de que vayamos a poder en el futuro”, explicó la empresa en un comunicado publicado esta madrugada.
Toyota aseguró que la decisión “no se ha tomado a la ligera” y dijo que ahora necesitan revisar y reestructurar sus operaciones en Moscú “con el objetivo de mantener una organización efectiva y seguir ofreciendo apoyo a la red de venta para seguir dando servicio a los clientes de Toyota y Lexus existentes en Rusia”.
Toyota no sólo suspendió en marzo la producción de vehículos en Rusia, también las importaciones al país, lo que repercutió en otras de sus actividades en el territorio.
El fabricante japonés añadió que ayudará a los empleados que se quedarán sin trabajo con el cese de la producción en la federación a reubicarse en otros puestos, así como en su recapacitación y bienestar, incluida asistencia financiera.
Además de la fábrica de San Petersburgo, Toyota cuenta con 168 puntos de venta y servicio en Rusia.
La planta rusa de la firma nipona tenía capacidad para producir 100.000 vehículos anualmente y allí se manufacturaban los modelos Rav4 y Camry, principalmente para el mercado interno ruso.
Toyota comenzó a producir vehículos en Rusia en 2007 y el año pasado produjo 80.000 vehículos en ese país.
EFE