América Latina parece no estar tan afectada por las graves crisis económicas que azotan a los países europeos y a EE.UU. tras el estallido del conflicto ruso-ucraniano, las posteriores sanciones antirrusas combinadas con la perturbación de las cadenas de suministro y el agravamiento de la situación energética.
Algunas naciones de la región no solo lograron combatir la inflación, sino también reportaron deflación. Aunque sería prematuro hacerse ilusiones, dado que los desafíos principales como el hambre y la alta tasa de pobreza todavía están por resolver, y las tendencias inflacionarias siguen golpeando a países como Argentina, la gestión de algunos bancos centrales sudamericanos puede servir de ejemplo, estiman desde The Financial Times.
El regulador decisivo
A diferencia de los bancos centrales de EE.UU., el Reino Unido y Europa que tardaron en elegir entre la alta tasa de inflación y una recesión (y ahora corren el riesgo de enfrentarse a ambas cosas a la vez), las tasas de interés en los países latinoamericanos empezaron a subirse mucho antes.
Por ejemplo, en Brasil el aumento de tipos de interés se produjo en marzo de 2021, un año antes de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed, por sus siglas en inglés). La elevación se realizó justo después de que la autonomía del Banco Central brasileño fuera consagrada a nivel legislativo: apenas un mes tras el cambio, el organismo subió agresivamente el indicador del 2 % al 13,75 %, uno de los niveles más altos en el mundo para una gran economía como la brasileña. Esta táctica dio frutos con la inflación bajando del 12,1 % en abril hasta un poco menos del 8 % el mes pasado.
De hecho, el banco JPMorgan vaticina que este año la economía brasileña crecerá un 2,6 % este año, más de lo esperado.
Por su parte, los reguladores de Chile y Colombia tampoco se mantuvieron al margen y elevaron los tipos de interés en 10,75 y 8,25 puntos porcentuales respectivamente. Los analistas de la empresa de servicios financieros Citi esperan que los índices en cuestión lleguen a su punto más alto para finales de este año y la inflación se reduzca a la mitad el año siguiente.
Los bancos centrales del Perú y México apostaron por la prudencia monetaria, incrementando la tasa de interés en 6,5 y 5 puntos porcentuales, respectivamente. Por el contrario, la Fed aumentó el índice solo en 3 puntos, mientras que el Banco de Inglaterra lo subió en 2,15 puntos porcentuales, pese a que ambos países afrontan las tasas de inflación similares a las que todavía persisten en algunas naciones latinoamericanas.
“Líder del ciclo de ajuste”
“América Latina lideró el ciclo de ajuste. Sus bancos centrales no tenían el lujo de la credibilidad”, destacó Alberto Ramos, economista jefe de Goldman Sachs para la región.
En este sentido, aludió a que la experiencia de la región, que en el pasado ya se ha enfrentado a los altos índices de precios, ayudó a darse cuenta de cuán peligrosa podría ser la amenaza de un nuevo ciclo inflacionario.
“Los bancos centrales del mundo desarrollado nunca habían visto algo así, pero en América Latina, los banqueros centrales entendieron que cuando la inflación supera el 5 %, hay un cambio de régimen. Con un 5 o 6 %, la inflación se alimenta de sí misma y se convierte en un monstruo. Ellos [los bancos centrales del mundo desarrollado] nunca entendieron eso”, resumió el experto.
Por su parte, el director del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el hemisferio occidental, Ilan Goldfajn, remarcó que la lección que América Latina le ofrece al mundo es “es que si te adelantas a la curva, si reaccionas rápido y vas inmediatamente a donde necesitas ir, eso ayuda a ganar la batalla contra la inflación”.
Aparte de frenar el tren inflacionario, las altas tasas de interés contribuyeron también al fortalecimiento de las divisas en la región. Así, el real brasileño, el peso mexicano y el sol peruano mejoraron sus posiciones frente al dólar, mientras que la libra esterlina, el euro y el yen cayeron a sus niveles más bajos en años frente a la moneda estadounidense.
Inflación persistente
Pese a los esfuerzos emprendidos y algunos logros, la inflación en la región seguirá siendo elevada “durante algún tiempo”, según el pronóstico del FMI publicado el 13 de octubre.
“La rápida respuesta de los principales bancos centrales de la región, que aumentaron las tasas de interés antes que otras economías avanzadas y de mercados emergentes, contribuirá a reducir la inflación, pero llevará tiempo, ya que la política monetaria tiene que moderar la demanda interna para ejercer presión a la baja sobre los precios”, señalan desde el organismo internacional.
Las proyecciones del FMI apuntan a que por término medio la inflación en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú se situará en un 7,8 % para finales de 2022, mientras que el año siguiente la cifra bajará hasta un 4,9 %, “todavía por encima de las franjas de tolerancia de los bancos en la mayoría de los casos”.
La excepción es Argentina, donde el banco central controlado por el Gobierno imprime dinero para financiar el déficit presupuestario, mientras se proyecta que la inflación, que a lo largo de varios años alcanza dos dígitos, podría llegar al 100 % para finales del año, señalan desde FT. En agosto, la nación ya registró el aumento más alto en 20 años, acumulando un alza de 46,2 % en los primeros siete meses de 2022. Este año el país incluso superó a Venezuela que padeció una hiperinflación desde 2017 hasta diciembre pasado.
No obstante, los problemas de Argentina son de carácter sistémico, agravados por la necesidad de saldar la deuda de 44.000 millones de dólares contraída por el gobierno del expresidente Mauricio Macri en 2018. En este contexto, cabe añadir que en los años 1980-2019 la tasa interanual por término medio era del 215,4 %, recoge la revista académica International Political Sociology.
Crecimiento lento
El FMI destaca que a principios de este año los efectos negativos de las condiciones de financiamiento más restrictivas en otros países se compensaban con el encarecimiento de las materias primas, dado que la región suramericana cuenta con grandes exportadores de estos productos.
Pese a ello, actualmente la subida de los tipos de interés empezó a presionar a la baja los precios de las materias primas debido a la desaceleración de la economía mundial, por lo que el efecto amortiguador de la venta de los recursos se está reduciendo. “La desaceleración económica también podría reducir las exportaciones, las remesas y el turismo en la región”, advierten los expertos del FMI.
No obstante, los analistas de la entidad no esperan una recesión en la región. Al contrario, pronostican que las economías de los países latinoamericanos y caribeños crecerán este año un 3,5 %, una mejora de la proyección del 3 % hecha en julio. “Pero, con vientos cambiantes hacia adelante, el crecimiento se desacelerará el próximo año con mayor rapidez de lo proyectado en julio, hasta 1,7 %”, estimaron.
Los pronósticos del crecimiento del PIB real de Brasil para 2022 y 2023, son de 2,8 y 1,0 %, respectivamente. Mientras, para Chile se prevé 2 y -1 %, Colombia 7,6 y 2,2 %, México 2,1 y 1,2 %, y Perú con 2,7 y 2,6 %.
El organismo explicó que la reducción a la mitad del crecimiento en 2023 para los exportadores de materias primas estaría vinculada con la caída de los precios energéticos, lo que ampliaría el impacto de las mayores tasas de interés.
Paralelamente, las economías de América Central, Panamá y la República Dominicana se ralentizarán también debido a la “moderación” del comercio con Washington y las remesas entrantes. Por otra parte, podrán sacar provecho de los precios de recursos energéticos más bajos. En cuanto a los países caribeños, el ritmo de recuperación sería menor de lo previsto en julio por “unas perspectivas para la actividad turística más débiles”.
Diferencias entre olas de izquierda
Mientras en Europa el giro hacia la derecha sigue cobrando impulso, América Latina se llenó de líderes de izquierda con la elección de Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile), Pedro Castillo (Perú), Luis Arce (Bolivia), Alberto Fernández (Argentina) con excepciones como Ecuador, Uruguay o Paraguay. Luiz Inácio Lula da Silva podría sumarse a esta lista si gana el balotaje contra el actual mandatario Jair Bolsonaro.
Sin embargo, este nuevo grupo de mandatarios izquierdistas tiene más diferencias que similitudes con la ola anterior representada por Néstor Kirchner (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) o Rafael Correa (Ecuador), entre otros.
En primer lugar, a mediados de los años 2000 los líderes disfrutaron de un auge de las materias primas seguido por una considerable reducción de la tasa de interés en EE.UU., lo que creó “un ambiente macroeconómico ideal para la región”, destaca el analista Oliver Stuenkel en su artículo para la revista Americas Quarterly publicado en julio. Mientras hoy, la crisis económica estadounidense es uno de los factores que agrava la situación para la región.
Además, la sociedad ahora está más dividida ante la creciente polarización, por lo que los políticos que luchan por las sillas presidenciales ya no pueden gozar de los niveles de popularidad que tenían sus predecesores. Finalmente, los líderes anteriores apostaban por la integración regional, mientras que en la actualidad los presidentes “son menos propensos a priorizar los vínculos con sus vecinos”. Todo ello, en un escenario en el que las exportaciones de las materias primas a China “van en aumento”, destacó Stuenkel.