El politólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Juan González, consideró que la reciente crisis debido al derribo de un globo chino en aguas territoriales estadounidenses evidencia la creciente rivalidad entre ambas superpotencias.
En tal sentido, el académico indicó que la “crisis de los globos” es solo la punta del iceberg de la progresiva disputa entre China y Estados Unidos por el dominio mundial, lo cual pone en peligro la estabilidad del sistema internacional.
Para el profesor de la UASD, varios acontecimientos vienen exacerbando las relaciones entre ambas naciones, entre ellas el ascenso al poder de Xi Jinping en el 2013, y el posterior lanzamiento de la Franja y la Ruta de la Seda, así como la iniciativa Made in China 2025, dos ambiciosos proyectos geoeconómicos que buscan desplazar a los Estados Unidos en el ámbito económico y tecnológico en las próximas décadas.
En ese mismo orden, González precisó que la elección de Donald Trump en Estados Unidos en el 2016, con un discurso anti-chino, fue una decisión en la que influyó el “establishment” para contrarrestar los planes de China.
Asimismo, resaltó que, en su gobierno, Trump se enfocó en la elaboración de la Estrategia de Seguridad Nacional identificando a China y Rusia como “potencias revisionistas que amenazan y desafían los intereses de Estados Unidos”.
Destacó, además, que el expresidente Trump se rodeó de un grupo de asesores que promueven una narrativa en contra de China, entre ellos, Peter Navarro, uno de los ideólogos de la guerra comercial.
“La guerra comercial contra China fue precedida por la guerra tecnológica, la cual se enfocó, en un primer momento, en sancionar a la empresa Huawei por el avance en el desarrollo de la tecnología 5G. En ese mismo orden, la Administración Joe Biden, dando continuidad a la política de la Administración Trump, está llevando a cabo un conjunto de acciones para evitar que China pueda desarrollar chips avanzados. Entre estas medidas, se encuentra la Ley de Chips y Ciencia, la cual busca que Estados Unidos mantenga el control de esta importante industria de alta tecnología.”, argumentó.
El catedrático también sostuvo que Estados Unidos está ejerciendo presión sobre sus aliados como Japón, Corea del Sur, Taiwán o Países Bajos, a fin de evitar que transfieran máquinas, componentes o diseños de este tipo de tecnología al gigante asiático.
Expuso que, además de la guerra comercial y tecnológica, en la región del Indo-Pacífico se registra un aumento de las tensiones militares entre ambas superpotencias, especialmente por la acelerada modernización de las fuerzas armadas chinas en las últimas décadas y las alianzas militares que Estados Unidos está impulsando con potencias regionales como India, Japón o Australia, a través del foro Quad o el Pacto Aukus, para mantener un equilibrio militar en la referida región.
Destacó que, el pasado mes de diciembre, Japón anunció una nueva Estrategia de Seguridad Nacional, argumentando que está preocupada por el ascenso de China, el desarrollo de las armas nucleares de Corea del Norte y la invasión de Rusia a Ucrania. En ese sentido, manifestó que Japón está dando pasos concretos para abrazar de nuevo el militarismo, abandonado tras la Segunda Guerra Mundial mediante la Constitución pacifista impuesta por Estados Unidos.
De igual manera, dijo que Alemania, ha decidido retomar el rearme motivada por guerra en Ucrania. Y, en ese tenor, destacó que, en un discurso en febrero del 2022 ante el Parlamento, el canciller Olaf Scholz anunció que su país gastará el 2 por ciento del PIB en defensa para crear unas fuerzas armadas, moderna y poderosas.
En ese sentido, el politólogo comentó que el 2 % PIB es el porcentaje que los Estados miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se comprometieron a gastar en defensa, pero Alemania durante los gobiernos de Ángela Merkel, estuvo renuente a cumplirlo, a pesar de que el presidente Trump se lo exigió públicamente.
“El gasto en defensa en los países desarrollados tendrá un impacto muy negativo en el Estado de bienestar y, por ende, significará un deterioro paulatino de la calidad de vida de sus habitantes”, puntualizó.
Sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, González indicó que tiene como trasfondo la rivalidad entre China y Estados Unidos, y que el fin de esta dependerá, en gran medida, de ambas superpotencias.
Para el profesor, la principal preocupación de Estados Unidos en estos momentos, es la isla de Taiwán, la cual China reclama como parte inalienable de su territorio.
El académico señaló que Taiwán es una potencia de alta tecnología, ya que controla más del 50 por ciento de la fabricación de los chips más avanzados, y otros componentes electrónicos claves que suple a multinacionales como Apple, Toshiba, Motorola o Samsung. Y agrega que, si China logra controlar a Taiwán, además, le permitirá ampliar su influencia en el Indo-Pacífico, por lo que, si esto ocurriese, sería un duro golpe geopolítico para los Estados Unidos.
Resaltó que la Administración Biden, por su concepción ideológica liberal, agrega a la rivalidad con China temas como derechos humanos y democracia. Y un ejemplo de esto, es que Estados Unidos acusa al gigante asiático de violar los derechos humanos de la etnia uigur, los cuales profesan el islam, y habitan en la región de Xinjiang.
Finalmente, expresó que China y Estados Unidos deben gestionar su rivalidad como lo hicieron los líderes estadounidenses y soviéticos, John F. Kennedy y Nikita Jrushchov, respectivamente, durante “la crisis de los misiles” para evitar que puedan terminar en una guerra en la que todo el planeta se vea involucrado.