Los Estados Unidos de América viven una época convulsa. El sueño americano llega a su ocaso y una nueva era se cierne sobre el pueblo estadounidense, una era de polarización que se define por la inestabilidad política marcada por el turnismo en los mandatos. Joe Biden —81 años—, actual presidente de EE. UU., abandona la carrera a la Casa Blanca o, mejor dicho, desde el Partido Demócrata se le ha empujado para que abandone, no sin antes, proponer para que le sustituya a la actual vicepresidenta Kamala Harris.
Joe Biden ha mostrado síntomas de fragilidad durante los últimos meses: desde pequeños lapsus sobre nombres de personalidades de su despacho designados por él mismo, hasta la lectura textual de sus discursos, incluidas las anotaciones de su gabinete de comunicación.
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Sin embargo, el pésimo primer debate de campaña frente al expresidente y candidato republicano, Donald Trump —78 años—, fue un punto de inflexión en su candidatura a las elecciones presidenciales. Ahí se vio a un Biden perdido, frágil, sembrando cualquier atisbo de duda donde, incluso, balbuceó en una de sus intervenciones, algo que su contrincante no dudó en explotar: «No sé lo que ha dicho, tampoco creo que él lo sepa».
La realidad es que sendos candidatos eran de una longevidad cuestionable, de hecho, son los candidatos a presidentes más mayores de la historia de EE.UU.. Sin ir más lejos, expresidentes como Bill Clinton (1993-2001) o Barack Obama (2009-2017) son más jóvenes hoy que ambos candidatos a la presidencia.
Otro ejemplo es el expresidente republicano George W. Bush (2001-2009), que es tan solo un mes más mayor que Trump y tres años más joven que Biden. Desde el Partido Demócrata hay dudas de que pudiera acabar el mandato en caso de revalidar le mandato.