Por: Ling Almánzar
La noche se derrama temprano sobre el parque de Villa Carmen, en Santo Domingo Este, y la oscuridad se vuelve tan espesa que las personas tienen que recoger sus cosas y salir de “la boca del lobo”. No tienen más opción que abandonar el lugar, aunque sea tan temprano como las 6:30 de la tarde.
A esa hora las tinieblas invaden el parque y llenan todos los espacios, sumiendo en honda oscuridad a las personas que se recrean y hacen ejercicios, a los que juegan dominó y ajedrez, y a otros visitantes. Los negocios del lugar deben cerrar sus puertas. Todo es penumbra, oscuridad y negrura. Reina el abismo en Villa Carmen.
El parque, que tiene columpios y otros juegos infantiles, lleva un mes a oscuras. Esto se debe a una avería eléctrica, que las autoridades no resuelven todavía, a pesar de las quejas; y el espacio se queda desolado, triste y abandonado. Las tinieblas son lágrimas de oscuridad.
Los reclamos vienen de vecinos y visitantes, que ven el parque como un gran espacio de libertad y diversión. Allí se come, se juega y se recrean los cuerpos. Adultos corren, niños juegan, las mascotas pasean. Un grupo de mujeres bailan zumba. Desde hace un mes, sin embargo, todos deben recogerse temprano e irse a sus casas. No hay más remedio.
La solución está allí mismo, cerquita. Las lámparas están apagadas por una avería en la Caja Registradora, que es el cerebro de los circuitos eléctricos, la que controla todas las luces. Un técnico autorizado podría solucionar la oscuridad, y reencender la esperada chispa.
La comunidad reclama una solución urgente y rápida. No aguantan semejante abismo. Están desesperados, porque el parque podría servir, además, como una guarida o escondrijo de pillos y rufianes. Hay temor de pasar por allí. El parque se ha convertido en “la boca del lobo”, en Villa Carmen.
La Alcaldía está todavía a tiempo de llevar la solución que todos esperan y exigen. El parque de Villa Carmen merece otra suerte. Sus moradores están desesperados y quieren una solución, ya.