“Cambio arroz por jabón en polvo o blanqueador o si tiene aceite le doy un kilo de pasta, la idea es que todos ganemos”, exclama Pablo, un vendedor informal quien deambula por las calles de Caracas.
El hombre, alto y delgado, camina por el oeste y centro de la cuidad ofreciendo canje. “Me va bien porque intercambio un kilo de arroz por kilo y medio de jabón en polvo y un kilo de azúcar por dos de caraotas (frijoles negros). Hago ofertas y la gente negocia conmigo”, dijo a Infobae.
Junto a su sobrino Anderson viaja todos los días desde los Valles del Tuy (suburbio popular) y llega a la capital, “que es donde están los reales (dinero) para poder hacer negocios y comer”.
Pablo asegura que tiene acceso a comida que distribuye el gobierno en su comunidad, con cierta regularidad. “Somos los más pobres de los Valles y nos cae platica y cajas de comida, ya no es tan frecuente como antes pero si tenemos. Comemos y hacemos cambios de mercancía seca por artículos de limpieza que son muy caros”, dijo a Infobae.
Los comerciantes informales dijeron a Infobae que los productos que más cambian son el litro de aceite, el arroz, las pastas, latas de atún y el azúcar. Todo en empaques de un kilo. Pablo señala que cuando necesita dinero revende el jabón en polvo o las cremas dentales: “Me dan unos 80.000 bolívares (4 dólares) por cada bolsa de kilo y medio de detergente”, eso está muy bueno.
Asegura que también negocia con dinero en efectivo, “cuando en Caracas me pagan algo con la combinación de productos y de billetes, yo vendo el efectivo. Si doy Bs. 10.000 (0.5 dólares) cobro 20.000 (1 dólar) mediante transferencia bancaria. En donde vivo hay pocos bancos y muy pocos billetes así que la gente me compra mi efectivo para pagar los gastos de los autobuses que van a Caracas. Hay otros que compran frutas o verduras que son más baratas si se pagan en efectivo. Todo es un negocio”.
En el mercado:
No solo son los “truequeros”, como se definen los cambistas informales, los que hacen negocios con la comida. En varias ciudades venezolanas hay quien tiene puestos en donde se vende y se permuta mercancía.
“Esto era un negocio medio clandestino hasta hace unos meses pues funcionarios del gobierno decomisaban los productos que intercambiábamos si nos agarraban con las manos en la masa. Los productos de las cajas o bolsas Clap (comités locales de abastecimiento y producción) son importados en su mayoría y se identifican rápido: harina, pasta, arroz, aceite, atún, están empacados de forma distinta a los alimentos que se hacen en Venezuela, por eso teníamos que escondernos para hacer los cambios”.
Así lo informó Roberto (nombre ficticio) a Infobae, quien tiene varios puestos informales en donde anuncia y hace trueques en un mercado municipal de Caracas.
Advierte que “los que trabajamos con el truque teníamos que estar de bajo perfil. Para evadir a los policías, los colectivos que cuidan al mercado (grupos de choque chavistas) y a la Guardia Nacional. Ahora es diferente; armamos unas mesitas y ponemos la mercancía justo frente a la entrada principal del mercado. Si me traen bolívares o dólares también vendo los productos, también tengo punto de venta portátil. Mi idea es cambiar mercancía pero hay días de más billetes en la calle”.
Reconoce que ya no son tan perseguidos “porque el gobierno sabe que la gente hace negocios para poder comprar carne, pollo, cerdo o queso en este mercado en donde el abastecimiento es más o menos bueno pero hay que pagar mucho por un kilo de pollo por ejemplo, unos 41.000 bolívares (2 dólares)”.
Otro truequero dice que “la cuenta es sencillita. Yo cambio un cartón con 30 huevos por tres productos de los Clap: un kilo de arroz, otro de pasta y otro de azúcar. Al que me da un litro de aceite le paso medio cartón con 15 huevos. Ese producto está carísimo. El que se hace en Venezuela está en Bs. 51.000 (2,5 dólares) y el que trae Maduro de Turquía en Bs. 41.000 (2,1 dólares). Si me cae mercancía hecha en Venezuela, también la coloco, la gente quiere comer”.
Sus clientes le piden mucho café en polvo. “Está a precios imposibles y todas las semanas sube. Junto a los productos de limpieza son los más caros”, dice.
Finalmente, admite que “hay quien hace trueque o revende la comida que subsidia el gobierno por necesidad, son padres de familias muy numerosas que tienen que resolver como sea sus necesidades de alimentación”.
Otra vendedora del mercado, Norelia Camacho tiene un puesto de verduras y frutas. Asegura a este medio que accedió a trabajar por trueque “porque mis clientes me traían latas de sardinas y atún y aceite para que se los cambiara por zanahorias o cambures (plátanos). Y como las ventas están muy bajas, acepté esa idea”.
Norelia dice que para la temporada navideña aceptará trueque para colocar hojas de plátano “que son un ingrediente básico para hacer nuestro plato típico de navidad: las hallacas (tamales). Las hojas se necesitan para envolver los componentes de la hallaca. Negociaré por un kilo de hoja dos litros de aceite. Según respondan los clientes haré más ofertas”.
Negocio arcaico
El economista Jesús Casique comentó a Infobae que “el truque es una forma primitiva de hacer negocios que evidencia el fracaso de la política económica del gobierno de Maduro. Venezuela ya cumplió 23 meses en hiperinflación y va a superar a Moldavia nación que entre 1992 y 1993 estuvo 24 meses con ese fenómeno. Esto hace que la moneda nacional, el bolívar, cada día tenga menos valor. Sumado a esto, tenemos que el Banco Central de Venezuela no inyecta al mercado suficientes billetes en efectivo lo cual dificulta las transacciones entre los agentes económicos”.
Advierte en analista que en este contexto “el trueque surge como medio de pago muy arcaico. Este no es el problema, el tema de fondo es la hiperinflación y la depresión económica que ha destruido al país. Los venezolanos reaccionan ante las carencias y se producen fenómenos como el intercambio de mercancías”.
El analista comenta que hace un poco más de un año el gobierno de Maduro promovió una reforma monetaria, en donde se eliminaron cinco ceros a la moneda nacional. “Esta política fue un fracaso porque se ejecutó en pleno proceso hiperinflacionario y no respondió a la activación de un plan integral de recuperación de la macroeconomía”.
Casique señala que poder de compra del bolívar es muy bajo, “al punto que el billete de más alta denominación de Venezuela, el de Bs. 50.000, representa apenas 2,5 dólares. Es obvio que no hay confianza en el mercado venezolano ni en su moneda oficial”.