Un o una escort es una persona que actúa como acompañante remunerado, es decir, alguien a quien un cliente paga por acudir con él o ella a reuniones, fiestas, salidas a otra ciudad, etc. La contratación puede incluir o no sexo.
El interés de contratar a un o una escort es que se trata de alguien con un gran atractivo sexual, pero también intelectual: frecuentemente son personas con un alto nivel educativo, por lo que resultan una compañía exquisita. El cliente de este servicio busca experimentar el sentimiento de superioridad que proporciona estar acompañado por una persona con un alto nivel de estudios y una excelente presencia.
El atractivo intelectual y la exquisita compañía, tanto en público como en privado, es lo que diferencia a los y las escort de las personas que se dedican a la prostitución; estas últimas suelen intercambiar únicamente sexo (en ocasiones, también afecto y comprensión). El elemento diferenciador de las y los llamados escort es que el servicio de compañía es mucho más complejo y refinado, ‘de alto standing’.
Por ejemplo, Japón fue uno de los países pioneros en el auge de los escort masculinos.El documental The Great Happiness Space: Tale of an Osaka Love Thief, rodado y dirigido por Jake Clennell en 2006, reflejaba el auge de este fenómeno en Japón. Muchas jóvenes niponas comenzaron a acudir a locales glamurosos y pagan cientos de dólares por pasar un buen rato con un chico que las complace, en la versión masculina y moderna de la tradicional geisha.
Algunos datos sobre la prostitución
Existe mucha controversia en torno a las personas que se dedican a ser acompañantes, especialmente cuando hay sexo de por medio, a cambio de dinero. Pero no es únicamente una inquietud moral.
Hay una preocupación social creciente por las personas que se dedican a esta actividad, dado que está relacionada con la trata de personas, es decir, la esclavitud. Según la ONU, el 15 % de las personas ejerciendo la prostitución en Europa son víctimas de trata, una cifra importante que debe ser combatida para garantizar los derechos humanos. A este respecto, la situción podría ser aún más grave pues, según el informe Trata de personas hacia Europa con fines de explotación sexual, solo se conocen 1 de cada 20 casos de exclavitud sexual (la mayoría mujeres, niñas y niños).
Pero eso también significa que habría un 85 % de personas que ejercerían la prostitución en condiciones voluntarias; no obstante, los sociólgos recomiendan analizar el contexto socioeconómico, dado que en ocasiones, muchas mujeres se ven ‘empujadas’ a recurrir a esta actividad como recurso de emergencia.
Las escort, tal y como están definidas, no entrarían dentro de esta categoría, dado que suelen ser personas con altos ingresos, que establecen las condiciones de sus intercambios sexuales con comodidad. Pero calcular el porcentaje de escort o ‘prostitutas de lujo’ es también complicado, dado que no existen estadísticas fiables, en la medida en que es una práctica que queda relegada al ámbito privado (no existe un registro de personas que se dedican a esta actividad).
En España, la prostitución (y también la prostitución de lujo o las escort) es una actividad no regulada: no hay marco legal, ni está prohibido ni está legalizado. Como consecuencia, el limbo en el que se sitúan las personas que la ejercen, y las que recurren a ella, puede tanto favorecer que florezca como su desprotección.
Existen corrientes de pensamiento, especialmente desde los sectores del feminismo de los años noventa en adelante, que son partidarias de prohibir la prostitución, las posturas abolicionistas, con el objetivo de proteger a aquellas personas que realizan la actividad por una razón de exclusión social. Sin embargo, otras corrientes más liberales piensan que legalizar la prostitución permitiría, precisamente, crear un marco legal en el que ejercer esta protección, que deje realizar la actividad con libertad y seguridad para aquellos que decidan hacerlo de forma voluntaria, tratando a las personas como adultos, sin ejercer una tutela legar sobre su moral.