La psicología tiene una influencia innegable en nosotros, y eso se percibe con facilidad en el hambre emocional, caracterizada por necesidades irreales e impulsivas de comer más que por una auténtica necesidad del cuerpo humano.
En esta oportunidad se examinarán algunas sugerencias que deberían ayudarte a superar los episodios de hambre emocional que quizás experimentes.
Técnicas de relajación
Según Infosalus, realizar técnicas de relajación y respiración cuando aparece el hambre emocional es una estrategia ideal. Si tienes ganas de comer que no corresponden al contexto, respirar profundamente 3 o 4 veces puede evitar el consumo impulsivo de alimentos.
No sigas tus antojos
Lo peor que puedes hacer si quieres desentenderte del hambre emocional es seguir tus impulsos alimenticios y permitirte un antojo. Es una contraindicación que los especialistas apuntan en las consultas.
Piensa mucho tus elecciones de comida y visualiza los antojos como necesidades falsas de alimentación que generarán impacto negativo en tu cuerpo al satisfacerlas.
Ten distracciones
Una persona que no esté ocupada y tenga mucho tiempo libre es muy propensa a sucumbir al hambre emocional simplemente porque, desde su perspectiva, el comer le quitaría la sensación de aburrimiento.
Busca actividades que llamen tu atención, no te quedes sin nada que hacer por mucho tiempo porque aparecerá el hambre emocional y con ellas las ganas impulsas de “nutrirte”.
No hay opciones equivocadas. Yoga, ajedrez, dominó, actividad física, recitales y cualquier otra práctica es válida.
Piensa en tu alimentación
Pensar en lo que has comido a lo largo del día ayuda mucho a identificar las razones detrás del hambre emocional porque así entrarás en detalle respecto a qué cosas impulsan las ganas compulsivas de comer. Una posible causa sea comer en menor cantidad de lo habitual.
En conclusión, el hambre emocional es fácilmente superable con disciplina alimenticia y una buena alimentación de base que no dé lugar a antojos. Si quieres más información, puedes consultar con un nutricionista.
Fuente la Opinión