Las pitones birmanas no son nativas de los pantanos de los Everglades de Florida. Sin embargo, como trasplantes, son inquietantemente cómodos: se deslizan a través de vías pantanosas, se deleitan con las temperaturas cálidas y se llenan con un suministro constante de mapaches, zarigüeyas y gatos monteses.
Decenas de miles de estas enormes serpientes ahora prosperan en el área, descendieron de mascotas anteriores y escaparon de una instalación de cría destruida por un huracán en 1992. Las serpientes diezman poblaciones de conejos, zorros y otras presas prácticas, luchan contra caimanes nativos y se reproducen como un incendio forestal. El problema es grande, pero quizás incluso más grande de lo que los expertos se dieron cuenta. Según un informe de Guardian, los cazadores de serpientes capturaron esta semana el más grande que se haya encontrado en el área: una hembra embarazada que pesa 140 libras (63.5 kg) y mide más de 17 pies de largo.
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Se encontró que la serpiente llevaba 73 huevos, según una publicación de Facebook de sus captores. (Aunque grande, la serpiente no se encuentra cerca del pitón más grande jamás registrado, un leviatán de 25 pies que inclina la escala a 350 libras). Para reducir la población de serpientes, los ecologistas han utilizado últimamente una nueva estrategia. En lugar de matar serpientes macho, en vez de eso, las ponen a trabajar, equipándolas con transmisores de radio. Estas llamadas “serpientes Judas” conducen a los cazadores de serpientes directamente a las hembras reproductoras. “El equipo no solo elimina las serpientes invasoras”, escribieron los ecologistas de Big Cypress Nature Preserve en una publicación de Facebook, “sino que también recopila datos para la investigación, desarrolla nuevas herramientas de eliminación y aprende cómo las pitones utilizan el coto”.