El mundo deploró con impotencia el incendio que el lunes dañó buena parte de la catedral de Notre Dame de París, símbolo de Francia, de la cultura europea y joya del patrimonio mundial.
Millones de personas en todo el mundo siguieron horrorizadas la evolución del fuego que ardió intensamente durante más de 12 horas, tras haberse iniciado en la parte superior de la catedral gótica.
La catedral de Notre Dame es el monumento histórico más visitado de Europa, con entre 12 y 14 millones de visitantes anuales.
La pérdida más visible es la aguja de la catedral, que se hundió entre las llamas apenas una hora después de iniciarse el incendio. Según el ministro de Cultura, Franck Riester, todo apunta a que fue allí donde comenzó el fuego, en una zona donde se habían iniciado obras recientemente y donde se había instalado un andamiaje de 100 metros de altura.
La aguja había quedado destruida varias veces a lo largo de la historia de Notre Dame. La que se vino abajo el lunes databa de 1859 y había sido diseñada por el arquitecto Eugène Viollet le Duc.
Los muros de la catedral han quedado totalmente en pie, pero se vinieron abajo dos tercios de la cubierta, lo que significa unos 1.000 metros cuadrados.
Los pronósticos sobre los plazos de la restauración son muy variables. Las obras tomarán “entre 10 y 20 años como mínimo”, según el periodista francés especializado en historia Stéphane Bern. Dependerá de la evaluación de los daños, del peritaje, de las licitaciones. También de los trabajos preparatorios, de saneamiento, de consolidación y de secado. Pero una vez se hayan franqueado todas estas etapas y se hayan seleccionado a las empresas competentes, la restauración efectiva de la catedral será relativamente rápida.
Restablecer la silueta original de la catedral no supone un problema mayor. Pero las magníficas armaduras, sobre todo las del coro y la nave, con sus rastros de historia desde el siglo XII, se perdieron para siempre. Este conjunto era uno de los más bellos de Francia y se trata de una gran pérdida para el patrimonio, como testigo de un saber hacer, transmitido de generación en generación.
¿Las armaduras de madera de roble serán restauradas exactamente igual? Es el deseo de muchos arquitectos, aunque otros abogan por una reconstrucción rápida, con estructuras metálicas o de cemento.