Una de las principales búsquedas ayer en Google era la pregunta “qué pasa con los móviles Huawei”. Dentro y fuera de nuestro país, millones de ciudadanos de todo el mundo calibraron la dimensión de la guerra comercial que enfrenta a EEUU y China el pasado lunes, a raíz del veto de Donald Trump sobre Huawei que ha hecho saltar las alarmas.
Ahora bien, los terminales de la multinacional asiática no son lo único que puede acabar repercutiendo en la rutina de los ciudadanos. Si la escalada de tensión sigue al alza, su bolsillo será uno de los que más pague la factura de esta batalla de poder. Empezando por los pies. Las zapatillas de deporte y el calzado son dos de los productos donde más directamente se notará una subida de precios, debido al encarecimiento de la producción que tendrán que afrontar empresas tan conocidas como Nike, Adidas o Under Armour.
Son tres de las más de 170 compañías estadounidenses que acaban de enviar una carta a Donald Trump para pedirle que dé marcha atrás en la subida de aranceles del 10% al 25% a productos chinos que anunció hace dos semanas. “Podemos asegurarle que cualquier aumento en el coste de las importaciones tiene un impacto directo en el consumidor de calzado estadounidense. Es un hecho inevitable que, a medida que los precios suben en la frontera […] el consumidor pagará más por el producto”, recoge la misiva.
Pero la lista es larga: electrodomésticos -aspiradoras, televisores o cafeteras, por ejemplo-, camisas y relojes, pescados como el salmón y el lenguado congelado, algunas maletas y bolsos, productos para mascotas como las correas y collares de paseo, semillas de sésamo, materiales de construcción, muebles para la casa, colchones y pesticidasson sólo algunos de los bienes que se ven afectados por los gravámenes y que, en último término, acabarán por encarecer la cesta de la compra de los ciudadanos de a pie.
“En los últimos 30 años, las empresas de EEUU han distribuido sus manufacturas en las distintas regiones del mundo y ahora más de la mitad de las importaciones estadounidenses son componentes y otros materiales para la fabricación de bienes en Norteamérica. Es por eso que los aranceles impuestos a muchas importaciones de China son, en efecto, un impuesto a las manufacturas estadounidenses y a los trabajadores del país, y, de manera colateral, también a los consumidores”, explica Rod Hunter, socio del bufete Baker McKenzie y ex director senior del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU.
Muchas empresas barajan la posibilidad de trasladar la producción fuera de China, pero también esto supondría importantes costes e inversiones que se trasladarían a los consumidores. JPMorgan calcula que si Apple trasladase la producción de sus iPhones de Shenzhen a EEUU, los teléfonos serían un 14% más caros para compensar el encarecimiento de la mano de obra.