TOKIO — Los veranos japoneses son conocidos por su agobiante, y en ocasiones letal, combinación de calor y humedad. En los últimos dos años, entre finales de julio y principios de agosto, más de 1000 personas, incluyendo más de 150 en Tokio, fallecieron por causas asociadas al calor. Decenas de miles fueron hospitalizadas.
En 1964, ese tipo de calor hizo que los organizadores de las olimpiadas cambiaran la fecha de los Juegos Olímpicos a octubre. Esos juegos empezaron el 10 de octubre, en Tokio, hace 55 años.
El año que viene, cuando las olimpiadas regresen a la capital de Japón, la inauguración será el 24 de julio y los eventos se realizarán hasta el 9 de agosto. No será necesaria una ola de calor inusual para convertirlos en los Juegos Olímpicos más calurosos de la historia, lo que pondrá en riesgo a los atletas, espectadores, trabajadores y voluntarios. Aun así, cuando en 2013 seleccionaron a Tokio como la sede de los juegos de verano del 2020, el Comité Olímpico Internacional (COI) apenas consideró el clima.
¿Entonces por qué era tan importante organizarlos en pleno verano?
“Esa decisión está, en esencia, motivada por la televisión estadounidense”, afirmó Dick Pound, miembro veterano del Comité Olímpico y exdirector de su comité negociador de medios.
Oficialmente, el calendario olímpico lo impone el COI. Pero debido a que casi tres cuartos de las ganancias del COI provienen de los derechos de transmisión y cerca de la mitad de esos derechos son pagados por la cadena estadounidense NBC, el calendario de los deportes de Estados Unidos tiende a tener una gran influencia en la planificación olímpica. El béisbol y el fútbol americano dominan las pantallas estadounidenses durante septiembre y octubre. Julio y agosto, en cambio, son meses relativamente vacíos.
La última vez que los Juegos Olímpicos se celebraron fuera del periodo julio-agosto fue en el año 2000, cuando los juegos de Sídney fueron inaugurados a finales de septiembre. Siguen siendo las olimpiadas menos vistas en Estados Unidos de las últimas décadas.
Desde entonces, el Comité Olímpico les ha informado a las ciudades candidatas que los juegos deben ser organizados entre el 15 de julio y el 31 de agosto, salvo en “circunstancias excepcionales”.
El comité ofrece una serie de explicaciones poco sólidas acerca de ese periodo tan estricto, como el deseo de alinearse con los calendarios de varias federaciones deportivas y el deseo de atraer a los jugadores de la NBA durante sus temporadas de inactividad.
“El asunto es simplemente no coincidir con otros eventos deportivos”, afirmó Thomas Bach, el presidente del COI, en una entrevista con The New York Times.
Pero quienes están en el entorno de las olimpiadas saben del poder de la televisión en la toma de decisiones de los juegos.
La televisión es “probablemente la variable con más peso en el mundo comercial de hoy”, afirmó Terrence Burns, un asesor que ha colaborado con cinco de las ciudades que ganaron las licitaciones para organizar los Juegos Olímpicos.
La última candidata seria en proponer fechas alternativas para los Juegos Olímpicos fue Doha, ciudad que también pujó para el espacio de 2020, y que sugirió el mes de octubre, para evitar las temperaturas extremas del verano de Catar. Un comité de trabajo del COI examinó las propuestas de cinco potenciales ciudades sede y le dio altas calificaciones a Doha en la mayoría de los aspectos, pero resaltó las fechas de octubre como un problema. El comité concluyó que “el impacto en las transmisiones y en general en la experiencia olímpica del espectador/audiencia, con base en lo anterior, sería significativo y podría tener efectos a largo plazo”.
Doha fue rápidamente eliminada de la pugna. Los funcionarios de Catar culparon a la televisión estadounidense.
Tokio no quiso tentar a la suerte y ofreció un calendario ajustado a los parámetros del Comité Olímpico. La propuesta desestimó las inquietudes con respecto al calor.
“Con muchos días de clima soleado y agradable, este periodo provee un ambiente ideal para que los atletas se desempeñen al máximo”, rezaba la propuesta.
El comité concluyó que “las condiciones meteorológicas durante la temporada propuesta serían razonables”.
Richard Peterkin, miembro del Comité Olímpico de 2009 a 2018, afirmó que, “en todas las propuestas y presentaciones” en las que estuvo presente “el tema nunca salió a relucir”.
Ahora es el tema que domina la conversación.
REFRESCANDO UNA CIUDAD CALUROSA
Los organizadores de las olimpiadas de Tokio están gastando millones para lograr que los juegos sean cómodos y seguros para los atletas, fanáticos, trabajadores y voluntarios.
Las ideas varían de lo sensible a lo absurdo, todas pagadas en yenes o con dignidad, y algunas veces con ambas.
Entre las estaciones del metro y los recintos deportivos se instalarán carpas con sillas y rociadores automáticos de agua. En los eventos al aire libre, los organizadores afirman que repartirán pequeños abanicos, viseras de papel y bolsas de hielo. Los aficionados tendrán permitido ingresar sus propias bebidas a los espacios, 30 de los cuales están al aire libre, casi todos sin resguardo solar.
La pista de maratón de 42 kilómetros está siendo revestida con un material llamado Perfect Cool, el cual usa pequeñas perlas de cerámica para reflejar el calor. Algunos investigadores se preguntan si alguna de estas medidas será de gran ayuda. El revestimiento de la calle, por ejemplo, puede reducir unos 10 grados Celsius de la temperatura de la superficie en los días calurosos y sofocantes, pero un análisis del gobierno reveló que el efecto refrescante es prácticamente inexistente a la altura de la cabeza.
No hay planes para usar el revestimiento en ningún otro lado, como por ejemplo las plazas donde los fanáticos se reunirán o esperarán en filas.
Algunos eventos al aire libre, como el maratón, empezarán al amanecer en un intento por anticiparse a la humedad y el calor del día. Una estrategia similar fue implementada en los recientes campeonatos mundiales de atletismo en Doha, donde el 40 por ciento de la rama femenina se retiró de un maratón asfixiante que inició a la medianoche. El calendario olímpico de 16 días tiene espacios de sobra en caso de que se pospongan eventos por el calor —o por vientos y lluvia causados por tifones— una preocupación secundaria para los organizadores.
Los eventos de prueba de este verano han ofrecido un posible adelanto. En un triatlón de agosto, la sección a pie de la carrera femenina fue reducida a la mitad debido al peligro del calor. Algunos atletas de voleibol de playa y remo fueron atendidos por problemas relacionados al calor.
Las preocupaciones se extienden más allá de los atletas, a los millones de fanáticos, muchos desacostumbrados a los veranos de Tokio, y los miles de voluntarios —de los cuales se espera que alrededor de un tercio tenga más de 50 años, según los organizadores— y el personal. Este verano, un trabajador de construcción de 50 años fue encontrado inconsciente cerca de las instalaciones para la prensa que da cobertura a los juegos. Su muerte fue atribuida a la insolación.
Debido a la variedad de jurisdicciones involucradas, es difícil determinar la cantidad de dinero extra que los organizadores de Tokio tendrán que gastar al intentar enfriar unos Juegos Olímpicos en pleno verano, en vez de organizarlos en la primavera o el otoño. Sin embargo, el Gobierno Metropolitano de Tokio ha declarado que invertirá alrededor de 2000 millones de yenes (18,7 millones de dólares) en la instalación de carpas para los espectadores y otras medidas de enfriamiento.
El COI y la NBC
Todo esto se pudo haber evitado si Tokio hubiese propuesto, y le hubiesen permitido, organizar los Juegos Olímpicos del 2020 en un mes como octubre. Por ejemplo, el pronóstico del tiempo para el 10 de octubre prevé un cielo despejado y una máxima de 24,4 grados Celsius, aunque un tifón de final de estación está merodeando. Tanto Ciudad de México en 1968 como Seúl en 1988 organizaron los juegos en octubre.
Pero luego llegaron los juegos de Sídney y su relativa escasa audiencia de televisión. Desde entonces, los Juegos Olímpicos han sido realizados entre el 15 de julio y el 31 de agosto, y así lo hará París en 2024 y Los Ángeles en 2028.
“Debido al cambio climático, quizás tengamos que mirar el calendario general y ver si se tendrá que hacer un cambio”, afirmó Bach.
Para el COI, un cambio de ese tipo podría afectar las negociaciones de las futuras transmisiones televisivas. En 2014, NBC acordó pagar 7750 millones de dólares para los derechos de transmisión de todas las olimpiadas de verano e invierno entre 2022 y 2032. Tres años antes, pagó el monto de 4380 millones de dólares por los cuatro Juegos Olímpicos celebrados del 2014 al 2020.
Nadie se acerca a generarle esa clase de ingresos al Comité Olímpico. Son prácticamente el doble de los derechos de televisión de Europa y el triple de lo que cuestan los de Asia.
c. 2019 The New York Times Company