Acabamos de comer o cenar, y llenamos el lavavajillas con los platos, vasos y cacharros sucios. Pero hay que tener paciencia. Si lo ponemos en funcionamiento, gastaremos más. El diario ABC recoge este y otros consejos para optimizar el consumo eléctrico y además, contaminar menos.
Aprovechar la luz y el calor natural: en la medida de lo posible, se recomiendan amplios ventanales y puertas de cristal que permitan aprovechar al máximo este recurso natural.
Invertir en electrodomésticos sostenibles: cuando compres un electrodoméstico, es importante fijarse en que en la etiqueta aparezcan las calificaciones A+++, A++ o A+, porque indican que consumen menos energía. Si en la etiqueta hay una C o una D, el consumo será elevado. Los primeros son más caros, pero al consumir menos, la compra es más rentable.
Regular el propio consumo y evitar el derroche: con pequeñas acciones como dejar luces encendidas, abusar de la calefacción o dejar correr el agua del grifo o sólo gastamos más, sino que favorecemos un impacto medioambiental negativo.
Optimizar el planchado: la plancha es una de las tareas del hogar con la que más gastamos. Si acumulamos gran cantidad de prendas para una sola sesión ahorramos energía, y más aún si empezamos por aquellas que necesitan poca temperatura.
Ducha en vez de baño: en una ducha gastamos unos 200 litros. Si además instalamos un perlizador en el grifo, podemos optimizar el caudal sin perder volumen de agua, con ahorros de hasta el 50%.
Desenchufar dispositivos: dejar enchufado el cargador del móvil es un mal hábito. El gasto es pequeño, pero produce un impacto contaminante.
Cocinar de forma práctica: es preferible cocinar con gas que con resistencia eléctrica, vitrocerámica o placas de inducción. Además, usar ollas a presión permiten un ahorro del 80% del tiempo y de la energía.
No poner el lavavajillas después de comer: En general, las franjas horarias de 14 a 17 y de 21 a 22 horas suelen ser las que presentan tarifas más elevadas. Mejor optar por otros momentos, como primera hora de la mañana.
Controlar el aislamiento: Aislar el hogar del frío en invierno y del calor en verano nos permite reducir el uso del aire acondicionado u otros dispositivos. Una buena idea es aislar puertas y ventanas con burletes, recurrir al doble acristalamiento, cubrir el suelo con alfombras o aislar tuberías y el tanque de agua caliente.
Utilizar gas en vez de gasóleo: el gas es más limpio, eficiente y seguro que el gasóleo, y el ahorro de energía puede llegar el 30%.