Un equipo internacional de investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de Estocolmo ha descubierto aproximadamente un centenar de fuentes de luces muy rojas, que aparecen y desaparecen en un período de tiempo, según un artículo publicado en la revista ‘Astronomical Journal’.
Para el estudio se ha partido de una muestra de 600 millones de objetos registrados en imágenes del cielo que datan de la década de 1950, comparándolas con sus contrapartidas en un catálogo moderno. El resultado es la identificación de hasta 150.000 objetos sin equivalencia entre ambos catálogos.
En el estudio preliminar de estas fuentes de luz se ha podido encontrar un pequeño grupo de 100 objetos rojos, especialmente interesantes, cuyo seguimiento entusiasma particularmente a los autores, según explica Beatriz Villarroel, de la Universidad de Estocolmo e investigadora del IAC, que lidera el proyecto y el artículo. Estos resultados pueden ayudar en la búsqueda de estrellas enanas tipo M fulgurantes, supernovas de elevado desplazamiento al rojo u otras categorías de objetos rojos transitorios no catalogados previamente.
“Encontrar una estrella que realmente se desvanece, o una estrella que aparece de la nada, sería un descubrimiento precioso y ciertamente incluiría una nueva Astrofísica más allá de la que conocemos hoy”, explica Villarroel. Cuando una estrella muere, sufre cambios muy lentos que la convierten en una enana blanca o generan una explosión repentina y brillante, es decir, una supernova. No obstante, una estrella que se desvanece puede ser un ejemplo de un nuevo fenómeno astrofísico.
Los autores del estudio apuntan a una posible explicación basada en unos eventos extremadamente raros llamados “supernovas fallidas”. La teoría predice que una supernova fallida se produce cuando una estrella muy masiva se derrumba en un agujero negro sin ninguna explosión visible.
En el proyecto, denominado ‘Fuentes que desaparecen y aparecen durante un siglo de observaciones’ (VASCO, por sus siglas en inglés) se buscan indicadores físicos que puedan explicar la naturaleza de estos fenómenos dentro de la Vía Láctea. Observaciones como las encontradas plantean un reto a la Astrofísica y permiten la consideración de explicaciones más exóticas y especulativas como las incluidas en estudios de búsqueda de evidencias de otras civilizaciones tecnológicamente avanzadas.
“Pero tenemos claro que ninguno de estos eventos ha mostrado signos directos de ser una inteligencia extraterrestre (ETI, por sus siglas en inglés). Creemos que son fuentes Astrofísicas naturales, aunque algo extremas”, advierte Martín López Corredoira, investigador del IAC y coautor del artículo.
Como subproducto, VASCO tiene el potencial de descubrir objetos raros extremadamente variables. “Estos objetos pueden arrojar luz sobre fases rápidas, difíciles de observar, de la evolución estelar y los núcleos galácticos activos”, señala Sébastien Comerón, de la Universidad de Oulu (Finlandia) y coautor también del artículo.
Los investigadores están buscando ahora la posibilidad de organizar un proyecto de ciencia ciudadana, para que, ayudados por inteligencia artificial, se puedan examinar visualmente cada una de las 150.000 anomalías identificadas. “Estamos buscando formas de llevarlo a cabo lo antes posible. En todo caso, es algo que también podremos abordar en fechas posteriores”, apunta otro de los autores, Lars Mattsson, de la Universidad de Estocolmo.
Fuente: 20Minutos.es