Es necesario reconocer que es cierto que algunas personas prefieren el sabor salado antes que el dulce, no obstante, son muy pocas las personas que no se consienten con un dulce capricho cuando así lo pide el cuerpo o las emociones.
La realidad es que el sabor dulce gusta enormemente a los seres humanos por los siguientes motivos:
La leche materna es el primer alimento que tomamos en nuestra vida, y su sabor es dulce, marcando así desde un inicio nuestras preferencias.
El sabor dulce indica que un alimento contiene energía. Esto es así porque cuanto más dulce es un alimento, más azúcar o carbohidratos simples contiene, y la glucosa es la fuente de energía preferida por nuestro organismo, de hecho, las neuronas únicamente funcionan con glucosa. En este aspecto el sabor dulce se elige de manera instintiva ya que representa un alimento que nos va aportar la energía que necesitamos.
El azúcar es altamente adictivo. Se ha comprobado tanto en escáneres cerebrales como en experimentos con ratas que el azúcar puede actuar como una droga.
De hecho, en los experimentos realizados con roedores el azúcar demostró ser incluso más adictiva que la cocaína.
Los dulces y la dieta saludable
El azúcar blanco no aporta nada a la salud y desde un punto de vista nutricional no debería incluirse en la alimentación, no obstante, es cierto que la mejor dieta es aquella que nos permite estar bien física y psicológicamente.
El azúcar blanco así como los alimentos que lo contienen deben consumirse de forma muy esporádica pero sí pueden consumirse si nos apetecen y si nos sirven para mimarnos y darnos un capricho, pero repito, siempre de forma esporádica y no cotidiana.
Además, ahora que sabemos por qué nos gustan tanto los dulces, podemos incorporar a nuestra dieta dulces más saludables, por ejemplo, realizados con miel de buena calidad.
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