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¿Estás horneando más de lo habitual debido al estrés?

A medida que, una por una, las ciudades del país van entrando en cuarentena y las familias se quedan confinadas en sus hogares, hay algo seguro: los estadounidenses están horneando.

“La semana pasada, llegué a casa de trabajar una noche, acababa de conducir ‘All Things Considered’, y me sentía angustiada, como si todo estuviera saliéndose de control”, comentó Mary Louise Kelly, de 49 años, conductora de NPR, en una entrevista telefónica desde su casa en Washington, D.C. “Cuando te dedicas a algo abstracto, como ser conductora de un programa de noticias, siempre es placentero hacer algo físico. Además, parecía tan sano, una barra de pan de plátano. Sentí que necesitábamos algo recién salido del horno y dorado, que fuera una fuerza positiva en tiempos inciertos”.

Kelly adaptó una receta para pan de calabaza, le agregó caramelos picados, y usó azúcar mascabado en lugar de refinada, harina normal en lugar de integral y, en lugar de calabaza, tres plátanos “ya muy maduros”.

Luego publicó en Twitter: “¿Hay alguien más en su cocina bebiendo una copa de vino y horneando pan de plátano a las 9:40 de la noche? ¿No? ¿Solo yo? #coronavirusbaking (horneandoporcoronavirus)”.

De inmediato, llegaron miles de “me gusta” y comentarios, y más fotografías de panes y pasteles recién salidos del horno. “Fue un momento en el que absolutamente todos nos sentíamos igual, en el que Twitter toca una fibra y una piensa: ‘Ay, dios mío, no soy la única. Hay alguien más ahí con una copa de vino, horneando a las 9 de la noche’”, dijo Kelly.

En las últimas semanas, las redes sociales se han inundado de fotografías de “panes del aislamiento” y “galletas de la cuarentena”. Los productos básicos para hornear, como la harina y la levadura escasean y las máquinas para hacer pan más populares, que hasta mediados de marzo tenían existencias para ventas por internet, ya se agotaron.

Para aquellos que todavía pueden obtener los ingredientes, hornear brinda una combinación de distracción, consuelo y —en especial con recetas de pan, que pueden requerir días para completarse— algo qué esperar.

Esto es particularmente cierto en el caso de la masa madre, que no requiere levadura, pero sí paciencia durante varios días de fermentación para hacer un cultivo y horas para que se lleve a cabo el proceso de autólisis, la fermentación de la masa y el reposo para que suba. El pan de masa madre es el favorito de Craig Spencer, un ávido panadero y médico de una sala de urgencias de la ciudad de Nueva York, quien dijo que vio venir esta pandemia a tiempo para abastecerse de harina.

Los largos turnos de Spencer en el Hospital Presbiteriano de Nueva York son tremendamente agotadores, en especial a medida que las instalaciones se quedan sin respiradores, mascarillas y otros suministros básicos. Cuando está en casa con su familia, Spencer, de 38 años, reserva algo de tiempo para hornear.

“Cuando estoy horneando mi pan solo pienso en eso, en mi pan”, dijo por teléfono, mientras doblaba la masa fermentada en su departamento de Manhattan. “No estoy pensando en el coronavirus ni en nada más”.

Este es un mecanismo de supervivencia para muchas otras personas que se encuentran en el frente o cerca del frente del combate a la pandemia.

Jeremy Konyndyk, de 42 años, experto en preparación para las pandemias e investigador sénior de políticas del Centro para el Desarrollo Global (Center for Global Development), adoptó el pasatiempo de hornear hace cinco años, cuando era director de la Oficina de Asistencia para Desastres en el Extranjero de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional durante el gobierno de Barak Obama y estaba ayudando a dirigir la respuesta estadounidense para combatir el ébola. Continúa investigando las respuestas y las políticas ante las enfermedades.

Aunque Konyndyk ya no carga con la responsabilidad de dirigir la estrategia contra las pandemias, estos siguen siendo tiempos inquietantes para él.

Cuando sus pensamientos comienzan a abrumarlo, Konyndyk vuelve a concentrarse mientras hornea (también es un entusiasta de la masa madre).

“La naturaleza de mi trabajo era tratar de hacer que algo realmente malo fuera menos malo, sin dejar de prevenir daños y perjuicios. Lo que comencé a valorar sobre hornear fue que era muy distinto de lo que hacía. Tiene que ver con crear y al final tienes un producto tangible”, comentó Konyndyk.

“En la ayuda en caso de desastres —hambrunas, guerras, epidemias— la crisis sigue y sigue. No hay un momento en el que puedas decir que ya terminaste. Hornear te deja hacer un proyecto de principio a fin”, agregó.

Por motivos similares, Lily Adams, investigadora del Instituto de Política y Servicio Público de la Universidad de Georgetown, quien formó parte del equipo de la campaña presidencial de Hillary Clinton y luego del de Kamala Harris, hace poco pasó un día de aislamiento social horneando ‘croissants’.

Usó una receta de muchos pasos, algunos de los cuales había visto en “The Great British Baking Show”.

“Pensé que esto casi parecía imposible, así que bien podría intentarlo, porque ¿quién se va a enterar si es un absoluto fracaso?”, dijo Adams, de 33 años. “Digo, no es que vaya a recibir invitados para cenar esta noche”.

“En la política, si algo sale mal, hay un millón de explicaciones posibles de por qué algo no salió como estaba planeado”, agregó. “Pero hornear es una ciencia. Tiene que ver con reacciones químicas. Entonces, si algo no sale como esperabas, por lo general hay una explicación muy rápida. Es agradable tener certidumbre cuando en tu vida o trayectoria profesional no la tienes”, manifestó.

Las recetas no necesitan ser complicadas para darte un descanso del caos. Desiree Stennett, de 31 años, periodista de negocios en Memphis, Tennessee, comentó que, después de una semana agotadora haciendo reportajes de campo, decidió pasar parte de un fin de semana reciente haciendo un pan que no se amasa. “Elegí esta receta porque los videos de YouTube prometían que no saldría mal y no tengo la capacidad mental para lidiar con que el pan me salga mal en estos momentos”, confesó la periodista.

La rutina actual de Spencer es dejar fermentar sus barras de pan durante la noche, hornearlas en la mañana y mientras están en el horno, atender solicitudes mediáticas que han estado llegando desde que Barack Obama retuiteó (y alabó) el relato que hizo sobre un día en la sala de urgencias. Luego, saborea un pan maravilloso con su familia antes de regresar al hospital para el siguiente turno.

“Tenemos un bebé de 16 meses, mi esposa está trabajando más que en un trabajo de tiempo completo y tengo tres empleos incluyendo el de la clínica, como todos, solo estamos tratando de hallar la manera de hacer esto, registrar la eficiencia y el tiempo para lograr terminar la mayor parte del trabajo”, dijo Spencer. “Para ser honestos, todavía no lo descubrimos, pero al menos tenemos pan”.

Masa lista para la masa madre en Nueva York, el 10 de septiembre de 2019. Estilista de alimentos: Laurie Pellicano. (Johnny Miller/The New York Times).

c.2020 The New York Times Company

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