Un equipo internacional de científicos ha localizado la materia ‘perdida’ en el espacio intergaláctico gracias a que utilizó ráfagas rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés), unas emisiones de ondas que solo duran milisegundos, y ha publicado los resultados de su experimento en la revista Nature.
Se estima que el universo está compuesto por materia oscura, de momento invisible para los humanos, y la bariónica, compuesta por las partículas subatómicas que forman los seres vivos, cuerpos celestes y objetos que conocemos.
La teoría de la Gran Explosión permitió medir el volumen aproximado de materia bariónica que existía al crearse el universo, pero hasta el momento no se ha detectado toda porque la mayor parte se extiende por el espacio intergaláctico con una densidad muy baja.
Estos especialistas buscaron la materia ‘restante’ con las ráfagas FRB, unos destellos de energía que parece que provienen de diferentes partes del universo de manera aleatoria y captarron con el radiotelescopio ASKAP del Observatorio de Radioastronomía de Murchison (Australia).
Keith Bannister, miembro de la agencia australiana CSIRO, diseñó el sistema de captura que se empleó y permite localizar la ubicación de la FRB “en una fracción de segundo” con una precisión equivalente al ancho de un cabello humano a 200 metros de distancia.
J. Xavier Prochaska, profesor de la Universidad de California en Santa Cruz (EE.UU.) y coautor de la investigación, recordó que la búsqueda de la materia ‘perdida’ se intentó durante más de 20 años y “el descubrimiento de ráfagas rápidas de radio y su localización en galaxias distantes fueron los avances clave necesarios para resolver el misterio”.
Jean-Pierre Macquart, profesor de la Universidad de Curtin (Australia) y director del proyecto, destacó el mérito de este trabajo con el argumento de que “el espacio intergaláctico es muy escaso” y la materia ‘perdida’ equivale a “uno o dos átomos en una sala del tamaño medio de una oficina”.
“Pudimos medir las distancias a suficientes ráfagas rápidas de radio para determinar la densidad del universo”, una tarea para la que solo necesitaron seis emisiones, concluyó Macquart.