Colombia, EFE.-Colombia llegó este jueves al centésimo día de la cuarentena contra el COVID-19 en plena aceleración de la pandemia, que deja más de 100.000 casos confirmados, cerca de 3.500 muertos, millones de empleos perdidos y la economía del país gravemente afectada.
El avance de la pandemia coincide con la reapertura casi total de la economía, lo que para algunos gobernantes locales, como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, partidaria de una cuarentena más estricta, puede provocar más contagios y desbordar las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
La velocidad de propagación puede verse en las cifras de los contagios. Desde el 6 de marzo, día en que se confirmó el primer caso, el país tardó cien días en llegar a los 50.000 y en solo 17 días duplicó esa cifra para alcanzar ayer los 102.009 infectados.
Un comportamiento similar se observa en las defunciones, variable en la cual transcurrieron 78 días desde la muerte uno hasta la mil y apenas 26 días para triplicar esa cifra, de manera que el país contabiliza a la fecha 3.470 fallecidos.
“Lo que tenemos claro es que estamos en el ascenso a la curva, pero no podemos decir, por ejemplo, que cuando lleguemos a 200.000 casos ya llegamos a la punta (…) simplemente tenemos que esperar a que baje para decir que cuando estábamos en tal número estábamos en la parte alta de la curva, ahora no lo sabemos”, dijo a Efe la médica Fernanda Gutiérrez, viróloga de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
CARRERA CONTRA RELOJ
La magnitud de la pandemia en países como Italia y España llevó al presidente colombiano, Iván Duque, a ordenar a partir del 25 de marzo una cuarentena nacional obligatoria, inicialmente de 15 días, que ha ido prolongando en función del comportamiento del COVID-19.
Con ello se busca ralentizar la propagación del coronavirus para ganar tiempo y ampliar la capacidad de las UCI de todo el país mediante la compra de respiradores y, de esta forma, evitar un colapso por la acumulación de casos graves.
“Colombia ha tenido un desarrollo (de la pandemia) mucho más lento que la mayor parte de países de Latinoamérica. La experiencia de cuarentena en Colombia fue tremendamente exitosa, logró reducir sustancialmente el nivel de contagio y eso nos ha dado la posibilidad de mejorar las capacidades del sistema”, dijo el ministro de Salud, Fernando Ruiz, en un foro en Bogotá.
Según Ruiz, cuando comenzó la pandemia el país tenía 5.300 camas UCI y esa capacidad se amplió a 6.900, a las cuales hay que sumar cerca de 4.000 que están en proceso de adquisición por parte del Gobierno nacional, con lo cual “vamos a llegar a tener cerca de 10.000 camas de cuidados intensivos”.
SALUD Y ECONOMÍA
Sin embargo, el esfuerzo del Gobierno para mitigar la propagación del COVID-19 y de los ciudadanos para resistir los efectos colaterales de la cuarentena ha tenido un elevado costo social y económico, principalmente entre los más pobres.
La crisis se hizo evidente en la quiebra de numerosas empresas, en su mayoría pequeños negocios y entre ellos unos 36.000 restaurantes en todo el país.
Eso trajo consigo el consecuente aumento del desempleo, que en mayo alcanzó un récord del 21,4 %, resultado que supone la pérdida de 4,9 millones de puestos de trabajo en un país donde más del 40 % de los trabajadores se gana la vida en la informalidad.
En vista de que el confinamiento sacó a la luz las condiciones de pobreza en que viven millones de colombianos que tienen que salir a trabajar todos los días para poder comer, e incluso las dificultades de las empresas de todos los tamaños para mantener sus nóminas sin tener ingresos, el Gobierno aprobó excepciones a la cuarentena con el fin de reactivar la economía, apelando para ello a la “disciplina social”.
“Nosotros debemos entender que no es una opción viable para la sostenibilidad de nuestras sociedades sencillamente decir: vamos a encerrarnos hasta que aparezca una vacuna; tenemos que aprender a convivir con este virus y tenemos que ganarle”, dijo el pasado domingo el presidente Duque.
Al respecto, el ministro de Salud afirmó que tras la estrategia de aislamiento preventivo obligatorio, “cuya lógica es encerremos a la gente para evitar que se contagie”, que se mantiene especialmente para los mayores de 70 años y “la vamos a mantener seguramente un tiempo más”, se pasa a otra fase.
“La segunda no es aislar a las personas sino fundamentalmente aislar el virus (…) estamos buscando que quien esté contagiado no transmita el virus y aislarlo lo más rápidamente posible para poder mitigar los efectos sociales y económicos que se han derivado del aislamiento”, añadió Ruiz en el foro de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF).
BARRANQUILLA DESBORDADA
La pandemia tiene como principales focos a Bogotá, la ciudad más poblada del país, con más de 7,5 millones de habitantes, y a Barranquilla, capital del departamento del Atlántico que, a pesar de contar con una población tres veces menor, tiene diariamente cifras similares de contagios y lidera las estadísticas nacionales de fallecimientos.
Barranquilla acumula 13.125 contagiados y 723 fallecidos, que se suman a los 11.087 infectados y 493 muertos del resto del Atlántico, situación que tiene cerca del límite la capacidad de los servicios de salud.
Autoridades y expertos atribuyen ese panorama a la “indisciplina social” que se hace evidente en las numerosas fiestas clandestinas que interrumpe la Policía principalmente los fines de semana, pero lo cierto es que esa desobediencia se vive en otras regiones del país, sin que los contagios y defunciones sean tan altos como en el Atlántico.
“La disciplina social es importante para mantener el número bajo de contagios. En regiones en donde no hay mucha disciplina social puede ser una de las causas del aumento de los casos”, dijo la viróloga Gutiérrez.