Hace doce años, una joven mujer llamada Elina consultó con varios cirujanos plásticos sobre su nariz, que, según ella, tenía una giba pronunciada y una punta bulbosa, características que había heredado de su padre. Todos los cirujanos le mostraron a Elina, quien entonces tenía 18 años, una foto del “después” que ella describió como discordante.
“Recuerdo haberle dicho a mi mamá: ‘Esa persona no se parece a mí. No se siente bien’”, dijo. “Pensé: ‘Voy a tener que vivir con mi nariz’ y lo quité de mi mente”.
Pero luego, al estar viendo Instagram, Elina, que ahora tiene 30 años y es una directora creativa en Manhattan, Nueva York, y pidió que solo se le mencionara por su nombre de pila, se topó con Dara Liotta, una cirujana plástica facial que se especializa en operaciones de nariz que se vean naturales. Tras una consulta, desembolsó 15.000 dólares por una rinoplastia con Liotta y está fascinada con su perfil nuevo y discreto.
“Me dejó esta protuberancia”, dijo Elina. “Se ve muy natural. Vi a varios amigos y no se dieron cuenta”.
Ha quedado atrás la época de las narices monótonas perfectamente respingadas. Los doctores cosméticos de hoy en día tienen un enfoque más artístico e individualizado para las rinoplastias, usan nuevas tecnologías tanto quirúrgicas como no quirúrgicas para refinar en lugar de rehacer los rasgos más prominentes del rostro.
“Se te enseña a hacer la rinoplastia de una cierta manera, pero ahora es mucho menos matemático”, dijo Matthew White, un cirujano plástico facial en Nueva York. “Se trata de realmente invertir tiempo en hablar con el paciente y entender qué es lo que están buscando”.
Wendy Lewis, una consultora de la industria de la estética, recuerda cuando un cierto cirujano plástico de Nueva York —Howard Diamond— era muy conocido por crear una nariz específica, con un puente cóncavo y una punta respingada a la que llamaban “nariz a la Dr. Diamond”.
“Esa era la norma y, para los estándares de hoy, sería inaceptable”, afirmó Lewis.
La rinoplastia, que suele costar entre 5000 y 15.000 dólares en Estados Unidos, siguió siendo la cirugía plástica facial más popular en 2019, de acuerdo con la Academia Americana de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial. El grupo encuestó a 774 de sus miembros y, a partir de la información proporcionada, la academia calcula que el año pasado se realizaron 55.000 cirugías en Estados Unidos.
“Los datos muestran que las rinoplastias son tan populares como siempre”, afirmó Patrick Byrne, cirujano plástico de la clínica Cleveland, y señala la “ubicuidad de las redes sociales” y el uso de cámaras en los teléfonos (las cuales, según él, distorsionan las proporciones del rostro y hacen que la nariz se vea más grande) como los impulsores clave de la demanda en dichas intervenciones quirúrgicas.
Para Nikki Kanter, de 36 años, consultora de mercadotecnia digital en Chicago, querer verse mejor en las fotografías fue un factor importante en su decisión de operarse la nariz. “En las fotos, si no mostraba el ángulo bueno de mi cara, parecía un boxeador”, expresó Kanter, quien se rompió la nariz en la universidad cuando en un festival de Mardi Gras le aventaron una bolsa con cuentas desde una de las carrozas. La rinoplastia le arregló el daño interno que tenía, le enderezó el puente de la nariz y le levantó la punta “caída”.
“Sinceramente, es una de las mejores cosas que he hecho por mí”, afirmó Kanter, quien dice que la diferencia no es drástica pero sí se siente más segura de ella misma.
En la última década, los médicos han abandonado las llamadas técnicas de reducción en las rinoplastias a favor de un enfoque más “estructural”. En lugar de romper la nariz y luego cortar y quitar cartílago y hueso para darle otra forma a la nariz y que sea más pequeña, los cirujanos ahora trabajan con el cartílago (pero sin extraerlo) a fin de construir una nariz con una mejor estructura que no vaya a colapsar con el paso de los años.
“Por eso las puntas de las narices se ven pellizcadas con el tiempo, porque no tienen suficiente cartílago para sostenerla”, dijo Liotta.
Además de tener una estructura más firme, la nueva operación más sutil en la nariz también refleja la evolución de las normas sociales y los estándares de belleza. Laurie Essig, profesora y directora de estudios de género, sexualidad y feminismo en Middlebury College en Vermont, mencionó que las primeras operaciones estéticas de nariz se realizaron en el siglo XIX, sobre todo en hombres irlandeses que querían verse más “blancos”.
“Es un proyecto basado en temas de raza y género”, afirmó Essig, autora de “American Plastic: Boob Jobs, Credit Cards, and Our Quest for Perfection”.
A fin de que las narices se vean más juveniles, Babak Azizzadeh, un cirujano plástico en Beverly Hills, California, injerta fascia, tejido conectivo, que se toma desde arriba de la oreja del paciente hasta el puente de la nariz. La fascia funciona como una capa de tejido que imita la apariencia de una piel más gruesa y suave. “Ha cambiado todo”, dijo Azizzadeh de la técnica.
Se pueden obtener los mismos resultados de rellenos inyectables, en opinión de algunos dermatólogos, quienes usan rellenos de ácido hialurónico no solo para suavizar los ángulos de la nariz sino también para moldearla de formas más dramáticas. A estas con frecuencia se les llama rinoplastias líquidas: los doctores estéticos usan rellenos y neurotoxinas para ocultar una giba o respingar la punta inyectando bótox en el músculo bajo la nariz.
Dendy Engelman, una dermatóloga en Nueva York, dijo que ha visto un incremento en pacientes que preguntan por las rinoplastias líquidas, fenómeno que atribuye a la popularidad de las redes sociales, donde los médicos presumen los procedimientos debido a las dramáticas fotos de antes y después que casi parecen ilusiones ópticas.
“Con las narices, piensas en pequeños retoques, casi una aerografía en la nariz”, dijo Engelman. “Es lo que hacemos con los trucos de maquillaje, se aprovecha el reflejo de la luz para que la nariz se vea menos prominente”.
Pero algunos médicos advierten que inyectar relleno en la nariz es más arriesgado que en otras partes de la cara debido al número de arterias en la línea media del rostro. Si el relleno entra en una arteria, puede causar necrosis (muerte) de la piel y posiblemente ceguera, como reconoció Engelman. Hizo hincapié en que los pacientes deben asegurarse de que su médico tenga mucha experiencia y formación en rinoplastia líquida.
Paul Frank, un dermatólogo en Nueva York y el autor de “The Pro-Aging Playbook”, comentó que le preocupan los efectos a largo plazo de inyectar relleno en el cartílago.
“Simplemente no sabemos qué tipo de daño le esté haciendo esto a la nariz”, afirmó Frank. “Si estás en buenas manos, la rinoplastia es segura y dura mucho tiempo”.
La nariz perfectamente respingada ahora parece una reliquia, pues en la actualidad los doctores cosméticos tienen un enfoque más artístico e individualizado para las rinoplastias. (Sophia Yeshi/The New York Times)