Danilo Medina no es el único presidente en ejercicio que desde el poder ha propiciado la pérdida electoral del partido oficialista, por anteponer sus intereses o imponer a su delfín político como candidato presidencial.
La parcialidad de un mandatario no ha sido del todo beneficioso para la organización y el candidato llamado a sucederle.
Horacio Vásquez fue un carismático presidente de la República elegido en el 1924, el primero después de la salida de la intervención militar norteamericana. Una vez en el poder, su círculo de colaboradores comenzó a promover que su mandato era de seis años y no de cuatro, porque había sido electo en los comicios del 1924, con una Constitución anterior que establecía un período de seis años.
Sus correligionarios abrazaron la consigna: “Horacio o que entre el mar”. Su proyecto continuista cayó y entonces entró el mar: la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, que se prolongó por tres décadas.
Esta frase aplica perfectamente para el presidente Danilo Medina y los exmandatarios Leonel Fernández, Joaquín Balaguer y Salvador Jorge Blanco, no porque sus intereses hayan permitido el surgimiento de dictaduras, sino porque sus imposiciones permitieron la desbandada de sus partidos, algunos llegando casi al exterminio.
Por Danilo Medida imponer a Gonzalo Castillo como candidato presidencial del PLD, le costó a la organización detener su racha de victoria en 16 años y el control de todos los poderes fácticos del país.
Medina no quiso entender o aceptar que el curso natural del continuismo del PLD era dejar pasar a Leonel Fernández como candidato presidencial y ahora otro gallo cantaría.
Hipoito Mejia, expresidente de la RD.
REELECCIÓN DE HIPÓLITO. El expresidente Hipólito Mejía gozaba de gran aceptación en los dos primeros años de su Gobierno (2000-2002).
Para las elecciones congresuales y municipales del 2002, el Partido Revolucionario Dominicano tuvo un triunfo arrollador aumentando su cuota senatorial de 24 a 29, tuvo control total de la Cámara de Diputados y los municipios.
Tras usar su mayoría mecánica patrocinó una modificación de la Constitución para imponer la reelección y presentarse como candidato en el 2004. Con esto, propició la división del PRD, que le costó 16 años fuera del poder. La quiebra del Bancos Intercontinental, Banco del Progreso y Bancrédito, provocó la caída total de la economía y su proyecto reeleccionista fue inviable. El curso natural para el PRD continuar era que Mejía dejara pasar como candidato perredeista a la vicepresidenta Milagros Ortiz Bosch o Rafael Suberví Bonilla, que eran los de mayor aceptación para la época, y él dedicarse a gobernar y terminar bien.
La historia fuera otra si el “Guapo de Gurabo” hubiese entendido el momento y nadie sabe si no le hubiese salido tan fácil a Leonel Fernández retornar al poder en el 2004.
LEONEL, DANILO Y JAIME. En el congreso elector del PLD en el 1999, el candidato natural de la organización era Jaime David Fernández Mirabal: vicepresidente de la República, buena imagen y dotado de carisma excepcional dentro y fuera del peledeismo.
Pero, el presidente Leonel Fernández prefería al ministro de la Presidencia y delfín Político, Danilo Medina. Tras un empate técnico en las elecciones internas entre Fernández Mirabal y Medina, un encuentro en un avión, previo a un viaje del presidente Fernández al exterior, se acordó que Danilo fuera el candidato, quien posteriormente perdió las elecciones de Hipólito Mejía, en mayo del 2000.
BALAGUER Y PEYNADO. Jacinto Peynado se vislumbraba como el sucesor por excelencia del entonces presidente Joaquín Balaguer y el Partido Reformista, pero no era del agrado del líder.
Peynado logró la nominación presidencial para las elecciones del 1996 a contrapelo de Balaguer, quien le negó todo respaldo y le dio un apoyo por debajo, en primera vuelta, a Leonel Fernández, candidato presidencial del PLD y luego lo formalizó en segunda vuelta electoral con el Frente Patriótico.
El resultado fue la absorción del PRSC, que nunca más ha vuelto al poder y en cada proceso se disminuye más.
La realidad del reformismo fuera otra, si Balaguer no levanta las manos a Leonel y hubiese dejado a Peynado como timoniel.
JACBO, PEÑA Y JORGE BLANCO. Salvador Jorge Blanco era el presidente de la República (1982/1986). Confirió respaldo total al secretario general del PRD, José Francisco Peña Gómez, pero para la época, su sucesor natural era Jacobo Majluta, presidente del Senado y de gran carisma popular. Tras las elecciones internas más sangrienta y controvertida, Majluta le ganó a Peña Gómez la nominación presidencial, pero no pudo sumar el apoyo del presidente Jorge Blanco. El resultad fue unas elecciones cuestionadas, faltando por revisar un montón de votos nulos, mayor a la diferencia con la que ganó Balaguer, que nueva vez en el poder, mató moral y políticamente a Jorge Blanco con el sometimiento y posterior condena judicial por corrupción.
El PRD se dividió, Majluta se fue y fundó el Partido Revolucionario Independiente.
La historia fuera otra, si Jorge Blanco hubiese seguido la corriente y dejaba pasar a Jacobo. Al PRD le tomó 14 años volver al poder y no aprendió de sus errores del pasado.
