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Danilo Medina: auge y caída de un líder

El presidente Danilo Medina llegó al poder en el 2012 gracias al respaldo decidido del entonces presidente Leonel Fernández y desde que tomó las riendas del Estado, desarrolló un liderazgo a niveles inimaginables, colocándolo hasta finales del 2019, como uno de los más carismáticos y mejor valorado estadista del país y de Latinoamérica.

En cuatro años consecutivos, del 2013 al 2016, Medina se colocó en el primer lugar con mayor aprobación por encima de 18 presidentes de Latinoamérica, con un 89%, de acuerdo al Ranking de Mandatarios de la Consulta Mitofsky.

Datos parecidos de la buena valoración del mandatario dominicano lo manejaba Latinobarómetro y ni se diga de las encuestadoras locales.

El  arranque de su popularidad comenzó desde la toma de posesión el 16 de agosto del 2012, cuando valientemente dijo que el contrato entre el Estado y la Minera Barrick Gold era inaceptable y obligó a su renegociación, que arrojó mejores dividendos para el país. Aquí se ganó el aplausos hasta de la oposición.

Su innovador estilo de Gobierno con las visitas sorpresas lo acercó a la población, a la gente del campo que nunca había compartido con jefe de Estado y su popularidad se disparó por las nubes, como un cohete lanzado por la Nasa.

Con esta iniciativa logró una especie de reconocimiento mundial, pues fue invitado el 30 de septiembre del 2014 por ante el Comité de Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Roma, para explicar el alcance e impacto de  las visitas sorpresas en la economía rural.

Su fama y popularidad siguió creciendo tras su decisión de establecer rifas de obras, solo con la participación de ingenieros y contratistas locales y  el pago de una partida del valor de la obra por adelantado, democratizando la las asignacionesde obras gubernamentales.

El programa Quisqueya Aprende Contigo, la construcción del Teleférico Santo Domingo y el Sistema de Emergencia 911 transformó la sociedad dominicana.

LA SARTÉN POR EL MANGO. Mientras innovaba en el Gobierno, maniobraba a lo interno del Partido de la Liberación Dominicana agenciándose a la mayoría de los miembros que llenaron las vacantes y en la ampliación del Comité Político del PLD de 25 a 35 miembros y ahí asumió el total control de la organización.

Igual movimiento hizo en el Comité Central, tanto con la la ampliación del organismo de 450 a 602, incluido los legisladores. Esto permitió que los funcionarios en su gobierno accedieran a este organismo de dirección. En su primera prueba, logró la aprobación, sin mayores inconvenientes, de modificar la Constitución para permitir su reelección en las elecciones del 2016.

Al someterse al escrutinio de la sociedad, Medina logra la mayor votación alcanzada por partido y presidente alguno en la historia democrática dominicana, con más un 61%.

Esa alta votación evidenciaba su alta valoración, aceptación y popularidad, lo que después se convertiría en su némesis.

PRINCIPIO DEL FIN. Dado su sólido liderazgo, el presidente Medina intentó nueva vez modificar la Constitución para repostularse nueva vez en el 2020.

La férrea oposición de Leonel Fernández con sus legisladores en el Congreso Nacional, formando un bloque con la oposición contra el continuismo y manifestaciones que conllevaron a sitiar el Congreso con un contingente policial y militar por varias semanas. Así se frenó el proyecto reeleccionista.

La respuesta de Medina fue lo que a la larga produjo la división del PLD y la pérdida del Poder Ejecutivo, legislativo, municipal, Consejo Nacional de la Legislatura y próximamente el Judicial, la Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral.

Danilo comenzó de inmediato a cobrar la deuda a su antiguo aliado y compañero de fórmula que ha dado todos los triunfos del PLD. Enarbolando el lema de “sangre nueva”  impuso a Gonzalo Castillo como candidato presidencial del PLD en las primaras abiertas del seis de octubre.

Esto selló la división del PLD y la salida de Fernández y un puñado de dirigentes, partida que fue aplaudida por el sector de Medina, embriagados de poder y argumentando que ganarían como quiera.

La primera derrota tras el desacierto del mandatario ocurrió en las elecciones municipales del 15 de marzo, donde el PLD bajó su matrícula de alcaldes de 106 a tan solo 68.

Medina, que había gobernado más de siete años seguidos sin oposición, gracias a la división (que el PLD propició) del Partido Revolucionario Dominicano y el naciente PRM, comenzó a sentir los reclamos de clase media, con manifestaciones auspiciadas en la Plaza de la Bandera y todo el país. Seguido de cacerolazos y toque de bocinas.

Su salida tarde al redo político para respaldar su pupilo Gonzalo Castillo y los impedimentos de promoción de obras, establecidos por la Ley de Partidos y Reforma Electoral, impidieron a Medina darle a Gonzalo el impulso gubernamental que él recibió de Leonel en el 2012.

El cinco de julio le viene la derrota por partida doble, propinadas por el triunfo de Abinader y el PRM en primera vuelta en el nivel presidencial,  y barrida en el legislativo.

El PLD perdió además, el control del Congreso Nacional, bajando de 28 a seis senadores y ni se diga de la Cámara de Diputados.

MÁS DESACIERTOS.  Como si fuera poco, Medina decidió no acudir al traspaso de mando presidencial este domingo 16 de agosto, cosechando críticas hasta en sus aliados.

Medina sienta un precedente funesto en la historia democrática dominicana, convirtiéndose en el único mandatario en no acudir al protocolo de entrega de banda presidencial.

El argumento de que su inasistencia obedece a protocolo por el COVD 19, tiene poco fundamento, debido a que todos estos días está inaugurando hasta dos obras diarias, en escenarios repletos de gente.

Además, en el Salón de la Asamblea Nacional, bastante amplio, habrá decenas de invitados especiales, incluyendo presidentes latinoamericanos y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo. Danilo sería uno más, que sería un agente multiplicador de la pandemia.

LO QUE VIENE DESPUÉS DEL CAMBIO. Luego de salir del Gobierno, Danilo pierde la magia, pues no tiene capacidad de nombramientos u otorgamiento de contratas y favores gubernamentales. Su mayor problema radica en que no tiene capacidad de volver al poder, por impedimento constitucional de postularse, nunca jamás.

Antes de trabajar en la reconstrucción del PLD, habrá que rendir cuentas, buscar culpables y no hay que ir lejos para encontrarlos.

El PLD tendrá un proceso de reconstrucción y apertura en el que se presagia que Medina, ya como expresidente, no sea tan influyentemente determinante.

Además, está pendiente la rendición de cuentas del accionar de sus funcionarios y el suyo propio por parte de la administración Abinader.

El PLD afronta otra dificultad de que legisladores electos e importantes dirigentes se irían con Leonel Fernández, pues yo no están atado a un cargo en el Gobierno. Ya el senador por Pedernales, Dionis Sánchez tomó la iniciativa.

El desenlace fuera distinto si Danilo hubiese dejado pasar a Leonel, aún sin éste no hubiese podido retener el poder.

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